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Narrador Omnisciente.
Todo era oscuro, silencioso, frío… No sentía su cuerpo, no podía moverse, tampoco quería.
“¿Así se siente la Muerte?”
Su conciencia era un tenue borraron, disperso y difuso, como si se tratara de una vaga ensoñación. Lo sabía, no faltaba mucho, un poco más y tal vez podría ver a sus padres, un poco más y ya no volvería a tener miedo jamás.
— ¡Chuck!
Como un leco fantasma retumbó su nombre entre un zumbido agudo y lacerante.
Un dejo de conciencia le permitió divisar algunos sonidos más, que no pudo reconocer, sea lo que fuera ya no le importaba, estaba tranquilo, el momento había llegado, estaba seguro tras esa última exhalación, ya estaría a salvo.
La oscuridad se densifico aún más, y el sueño más pesado que jamás había sentido lo tentó a caer en sus fauces, sin oponer resistencia, se dejó vencer. La paz le abundó por completo.
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Sus ojos se encontraban cerrados, pero la luz era tanta que atravesaba sus párpados con facilidad, su cuerpo dolia, ¿Dolia? ¿Porque dolía? Instintivamente se removió con brusquedad y abrió los ojos de golpe. Con desesperación analizo todo a su alrededor; las amplias paredes blancas que componían la habitación; el ventanal gigante a su derecha que se encontraba entre abierto, cubierto por unas delgadas cortinas blancas, que revoloteaban con el rumor de un fresco aire; a sus costados había un par de aparatos extraños a los que dedujo estaba conectado después de recabar en su cuerpo, las ropas sucias que recordaba vestir eran reemplazadas por una bata blanca; se sentía débil, podía moverse, pero su fuerza no era la suficiente para cumplir su deseo de sacarse todos aquellos finos tubos plásticos que se hundían sutilmente en la piel de sus brazos y pecho.
Pasados unos segundos recordó el dolor al costado de su abdomen era potente, tanto que mareaba y aturdía; el respirar le causaba suficiente molestia que gritar por ayuda seria imposiblemente doloroso y sus pocas fuerzas las utilizo en removerse sobre... ¿Un colchón? Si, era un colchon, sabanas blancas y una mullida almohada bajo su cabeza. ¿Donde carajos estaba? Dudaba que fuera el cielo, no podía estar muerto y sentir dolor, ¿O, si?
El sonido del cerrojo de una puerta metálica a su izquierda, le robó la atención de sus pensamientos, entró una chica vistiendo una bata de laboratorio: atravesó el marco de la puerta con la mirada fija en los folios que cargaba entre sus manos, parecía leerlos con sumo cuidado; un jadeo de dolor hizo que la joven levantara su mirada. Instantáneamente sus ojos se abrieron completamente, se mantuvo gélida por un momento antes de que su mirada se cristalizara, para dejar rodar sobre sus mejillas algunas lágrimas; los folios ya no le importaron más que un ápice, los lanzó lejos hacia el suelo y se abalanzó contra el chico, en un auto reflejó este intento alejarse pero el dolor corporal no se lo permitió.
— ¡Chock! Estas bien, estas bien, estas bien — Los brazos de la chica lo rodeaban en una especie de abrazo, posándose sobre él con mucho cuidado, tratando de no hacerle daño.
— ¿Qui...Quien eres? — Pregunto algo sofocado en un ligero jadeo debido al dolor que le propinaba hablar.
La joven se separó de él y seco el rastro de humedad que había en sus mejillas
— Chuck me llamo ______.
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— La bala por suerte no dio en los órganos indicados para matarme o algo asi le entendí al diagnóstico y después de eso ella cuido de mi, no… no es mala — Sus ojos brillaron para adornar una suave sonrisa en su rostro.
Chuck le contaba a Sartén, Minho y Gally sobre cómo fue que ______ lo rescato del laberinto.
— Haber si entendí, ella pertenece a la resistencia que te rescato, y está a su vez, fue aliada de la resistencia que rescato Gally, que en esa ocasión operaron juntos y el garlopo a mi lado no se enteró de tu rescate.
Chuck asintió con una sonrisa a Minho, y él junto con Sartén dirigieron su mirada al chico de las cejas inusuales.
— ¿Que? También estaba inconsciente ¿Como iba a saber eso? — Se defendió.
— Eres un lilipendo. — Declaro serio y seguro Minho.
Los tres rompieron en risa por el comentario de Minho.
— ¡Y por qué no te llevaron junto con Gally? — Pregunto Sartén intrigado.
— Cada una de las resistencias tenía recursos limitados ¿Entienden? Cada una sólo podía hacerse cargo con los cuidados médicos de uno, por eso yo me fui con ____ y él con ellos.
— Nunca supe de ellos. ¿Quienes son?
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Vince y _____ caminaron hasta estar frente a una de las tantas carpas en el campamento; el hombre que la guiaba, caminando frente a ella, detuvo sus pasos y giró para mirarla.
— Muy bien, bienvenida al paraíso. — Esbozo una sonrisa aparente — Te encantara el lugar.
— No planeo quedarme.
— Claro que te quedaras, comprendes que no podemos dejarte marchar después de saber que eres de Cruel ¿Cierto?