Todo comenzó con Ryan. Sus rasgos físicos son desconocidos, sólo podía deducir la altura, aproximadamente 1.72 metros. Vestía pantalón de mezclilla, tenis y una sudadera azul marino con capucha, la cual llevaba cubriéndole la cabeza. Aquel sujeto mantenía la mano izquierda metida en el bolsillo de su pantalón, acariciando con frecuencia el objeto que llevaba dentro.
El lugar de paredes blancas, sin muebles, con olor a humedad, dónde se encontraba metido le transportaba a otro lugar. No sabía si aquello estaba sucediendo en su mente o en la realidad, puesto que, conforme caminaba podía apreciar un bosque, cuyos árboles desprendían sus hojas secas color amarillo. Y en cada paso que daba podía escuchar el crujir de aquellas hojas muertas. Palpó el tronco de los árboles y en un parpadeó caminaba tocando la pared, siguió caminando cuando volvió a parpadear viéndose nuevamente en aquel bosque que se escuchaba muerto. No había sonidos pertenecientes a ese ecosistema, pero, había sol y aquel le pegaba en la cara cegándolo.
Siguió andando hasta llegar a una pequeña laguna, se agachó para tocar el agua que estaba grisácea; al meter la mano sintió cómo si la tuviera dentro de un congelador para carne. La sacó al instante y la sujetó con su otra mano intentando calentarla. La contempló apretando los dientes, pues tenía la sensación que se había cortado sin sangrar. Aquel dolor, en cambio, no le impidió seguir explorando el bosque y el lugar abandonado con olor a humedad. Seguía teniendo esos flashes al parpadear; sin embargo, cuando estaba en el inmueble podía apreciar que su mano estaba en buen estado; no había tocado nada dañino.
En ambos lugares se encontró con el cadáver de una joven de cabellos largos color oscuro, su piel estaba pálida y llena de moratones a simple vista. Dedujo que había muerto ahogada y torturada. Con miedo revisó los bolsillos de sus prendas, intentando poder encontrar un objeto que permitiera saber quién era. Mientras tanto en el lugar de paredes blancas, pudo percatarse que frente a él había una ventana dónde podía ver la luz del día.
En el bosque estaba atardeciendo y en el otro lado era muy temprano. Caminó hasta la ventana y se quedó contemplado el exterior un momento para saber dónde estaba, en el bosque encontró una lápida que estaba partida a la mitad, acarició la fractura y se sentó en el suelo con la espalda recargada en la piedra blanca.
Sentado pegado a la pared contempló el cuerpo, las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos cuando recuerdos empezaron a invadir su mente.
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Se veía caminando en la ciudad y se detuvo frente a una reja muy alta de color azul. Vio un parque al otro lado por los barrotes dónde colocó sus manos. Frente a él estaba un juego el sube y baja. Era muy largo y pudo ver a la chica de cabellos oscuros en las alturas. Tuvo miedo de que cayera, pero la joven se divertía. La persona que hacia equilibrio era él, se vio sonriendo de lado a lado mostrando su dentadura, estaba muy feliz; iba a pedirle matrimonio.
Le pidió a su novia que al estar arriba saltará hacia la barda que estaba tras ellos, debían escapar, saltar el muro e impedir que el helicóptero que se acercaba les pillará una vez más. La joven borró la sonrisa de su rostro al igual que su novio y ejecutó lo que le habían dicho sin titubear, al llegar dónde le habían indicado, estiró la mano en vano tratando de ayudar al otro a subir, era más difícil, pues la altura era tremenda. Mientras intentaba encontrar la forma de estar al lado de su novia, en un parpadeó ella cayó muerta a su lado. El ruido que provocó al caer le perturbó y gritó desgarrándose la garganta. La tomó entre sus brazos y lloró a gritos maldiciendo al helicóptero que volaba en el aire frente a ellos a unos metros sobre su cabeza.
«Ella no se hubiera casado contigo, tu habrías muerto…y…terminaría con él» Vio la imagen de sus palabras, su muerte, su matrimonio con otro hombre…la sonrisa de su novia dedicada a otra persona. Se dio la media vuelta llorando y esquivando a las personas que veían la tragedia tras los barrotes.
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Metió la mano en su bolsillo de nuevo acariciando el mango del arma que llevaba dentro. Se limpió las lágrimas y se dejó caer al suelo cerca del cadáver. Un momento después de haberse recostado sobre el frio suelo que olía a cemento fresco llegó un hombre de tez morena, indicándole que se pusiera de pie.
Se negó a tal petición y otro hombre que era conocido de él, le convenció. Así pues, se levantó con las lágrimas mojando sus mejillas, sin embargo, su expresión era de odio. El sujeto de tez morena le amenazó con el dedo índice, diciendo que sabía a quién podría matar primero si el desobedecía lo que le pedía.
El joven por otro lado, guardó silencio. Su enojo era tal, que sus bufidos se escuchaban, aunque intentará reprimirlos. Caminó pues, siguiendo las indicaciones de aquel moreno de cejar pobladas, lo observo de pies a cabeza, su vestimenta, su calzado, la forma en la que caminaba, su espalda, sus piernas, sus brazos…todo.
Se imaginó tirándolo al suelo con agilidad y poniéndolo en la misma posición que él le tuvo cuando lo atrapó, con la cabeza besando el suelo, pero espero el mínimo descuido que se presentó cuando los tres estuvieron en la calle frente a una camioneta de color azul. El moreno le dio la espalda para darle indicaciones a su conocido y ahí fue cuando sacó el cuchillo de su bolsillo y lo encajó en su nuca.