Cuenta la leyenda de un hilo rojo

Prologo

Es el comienzo de un nuevo siglo donde nace una pequeña niña de cabello castaño y ojos marrón, su madre y su padre tratan de esconderla ya que probablemente la puedan estar buscando ya que según el mandato del embajador, los niños y niñas que nacen bajo esta fecha deberán ser quemados por la ley divina; este grupo de personas iban a cada casa y sacaban a las mujeres embarazadas y las encerraban para mantener controlado los nacimientos.

-Hagan silencio-dice  un anciano mientras que va hacia la puerta de su hogar para abrir a algunos soldados que estaban golpeando.

-Somos de la ley, queremos ver si su hija esta-dicen entrando en la casa apenas el anciano abrió la puerta.

-Ella murió hace unos días, no alcanzo a dar a luz-dice triste mientras que los soldados buscan.

-¿Es verdad eso señora?-uno de ellos le pregunta a la anciana que está sentada en una pequeña butaca.

-Ni siquiera es capaz de responder-se burla otro.

-¡Cállate!-dice otro-, la pobre perdió a su hija; ¿no escuchaste?-se ríe.

-¡Por favor!-habla el anciano-, desde que nuestra hija murió no ha vuelto a formular palabra-dice con miedo en su voz.

-¿Osas levantarme la voz anciano?-pregunta el soldado con odio y levantando su mano para golpearlo.

-Si lo golpeas recibirás el castigo- una voz se interpone.

-Señor-dicen todos haciendo una venia-no sabíamos que pasabas por aquí.

-Solo me aseguraba de que hicieran su trabajo-habla el joven con calma y mirada seria.

-Lo estamos haciendo-se defiende el soldado- pero este anciano-se dirige con odio- se quiere pasar de listo.

-Los he vigilado desde que salieron del palacio y el viejo no les hizo nada-dice el chico-salgan de aquí-ordena.

-Si señor-los soldados hacen reverencia y salen.

-Muchas gracias señor-dice el anciano con la cara baja.

-Puedes verme-le sonríe- ¿Dónde están?-pregunta.

-En el cuarto oculto-dice el anciano.

-Gracias por hacer esto por mi-dice dirigiéndose al lugar mencionado.

-Es un honor para nosotros-mira a su esposa-ayudar a su majestad.

-Hola-susurra el joven viendo a las 2 chicas escondidas-, todo estará bien-las abraza.

-¿No te han visto llegar?-pregunta una de ellas.

-Cuando llegue, los soldados estaban aquí, así que los saque-dice el joven-, ahora es momento de que se vayan.

-¿Adonde iremos?-preguntan.

-A cualquier lugar que no sea este-dice el chico con lágrimas en sus ojos.

-Gracias por esto-dice la otra.

-No dejaría que mi padre les haga daño-les dice a las dos-, te hagan daño-le susurra a una de ellas dándole un pequeño beso en los labios.

-Pero puede que sea también la perdición de tu reino.

-Mi reino no será mi hogar si no están ustedes-las mira-, aunque sus pequeños destruyan todo como lo dicen las escrituras, ellos no son monstros, ellos solo serán niños, mi hijo-dice acariciando el estomago de su amada.

-¿Estás seguro de esto?-pregunta.

-Daria mi vida por esos dos pequeños-dice sacándolas de su escondite-, ahora es momento de que se vayan; a la salida del pueblo encontraran un carruaje donde esta un servidor que las cuidara-camina de un lado a otro-, es de mi entera confianza y me estará al tanto de lo que pase-las mira-. Deben cuidarse.

-Lo haremos-dicen-, estaremos bien-se acerca una de ellas al futuro heredero y pone sus manos en la cara-. Tranquilízate.

-Lo hare cuando estén seguras, ahora deben irse.

Las chicas salen de la casa del anciano agradeciendo por esconderlas, mientras el chico despistaba a los soldados devuelta al castillo. Todo iba bien hasta que algunos habitantes del lugar informaron que habían visto a dos chicas embarazadas salir en un carruaje dirigiéndose al noreste del continente, haciendo que los soldados la siguieran. El chico tenebroso sin saber qué pasaría con sus protegidas se queda esperando alguna noticia. En cuanto a las chicas, iban lo más rápido que podía ir el caballo que llevaba al carruaje, escuchando como se aproximaban algunos caballos del palacio; iban tan rápido que el cochero perdió el control haciendo que el carruaje volcara y las chicas salieran expulsadas de este.

Después de unos segundos en donde el cochero perdió el conocimiento busca a las chicas para sacarlas de ahí, pero solo encuentra a la amante del príncipe y se va  en el caballo dejando a la otra chica quien sabe dónde.

-Se ha encontrado un carruaje donde se supone que salían las dos mujeres embarazadas y no se ha encontrado a nadie-un soldado da el comunicado a el rey-, mis hombres creen que las mujeres que escaparon concibieron ayuda de un tercero para poder salir de aquí.

-Busca en cada casa de este lugar si falta un hombre o una mujer-dice con pesadez el rey-, da el comunicado que el que sepa algo de las mujeres que escaparon serán recompensados y si encuentras a el culpable-lo mira a los ojos-, mátalo y mata a su familia sin importar quien sea-termina su orden.

**

-Y este es el decreto del rey, quien conozca paradero o quien tenga información de las mujeres que escaparon serán recompensados, quien esconda información y sea descubierto morirá junto con su familia-dice un soldado con un pergamino en medio de la plaza con todos sus habitantes reunidos-, desde el momento hasta nuevo aviso, los soldados estarán revisando casa por casa buscando alguna señal y no se descansara hasta encontrar al responsable que será castigado con la muerte-termina y guarda el pergamino, dando la orden a los soldados de empezar con el allanamiento.




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