Cuenta Regresiva al Corazón

Capítulo 1

30 días antes.

Querido diario:

Treinta días para mi cumpleaños. Treinta días para estar feliz y destrozada a la vez.

¿Te lo puedes creer?

Estoy emosionadisisisisisisssma.

Pero claro que no saber porqué, resulta que justo ahora me encuentro en California, específicamente en Pacific Ave. Huntington Beach. El sol brilla más que nunca, y quema.

Quema porque estoy sobre el techo de mi casa, todo gracias a que he prohibido rotundamente quitar o podar, siquiera mirar el árbol que se asoma por la ventana de mi cuarto. Fue mi amigo en todas esas escapadas y en todas esas subidas al techo.

Pero faltan treinta días.

Treinta días para mi cumpleaños número dieciocho.

¿Pero porqué me emociono?

El día de mi cumpleaños número diez, mi padre murió en un accidente atroz de vuelo. Fue uno de los muchos atentados que se realizaban en esa época. Y podría este ser el peor día de mi vida, pero no fui al funeral, no vestí de negro y nunca pasé encerrada en mi habitación.

Mi padre no era el tipo de hombre que tuviera que ser despedido, sino festejado. Y sé que tanto a mi como a él le dió mucha pena ese funeral tan emotivo. Y el día de mi cumpleaños es el ocho de septiembre, y se cumplen ocho años de su muerte, ese es el número favorito de mi padre.

Voy a viajar.

Iré a Costa Rica, ahí nació mi padre y conoció a mi madre.

Muy cliché, pero es lo que voy a hacer.

Mi madre conserva un álbum muy especial, demasiado especial. Fue su regalo de bodas para mi padre el año número ocho de celebrar su matrimonio, el ocho de septiembre. El número ocho no solo era el número favorito de mi padre, el ocho marcó su muerte, mi nacimiento y el matrimonio que le trajo muchas felicidades. Y eso no me hace sentir mal.

Era mi padre, y siempre estará en mi corazón.

Se hace tarde para la parrillada, nos venus luego.

···

Bajo del techo con cuidado hasta aterrizar en una de las ramas del árbol y luego en mi habitación, sacudo el polvo de mi vestido blanco corto veraniego y pongo bajo la almohada el viejo diario que me regaló mi padre, salgo de mi habitación y corro bajando las gradas.

─ ¡Dios, Ada! Un día terminarás cayendo de las gradas.

Kevin, mi padrastro me ve desde atrás de mi madre con una sonrisa en su rostro. Yo se la regresó y le resto importancia al comentario de mamá con un gesto de mano.

─ Son detalles menores.

─ Ajá, cuando terminemos en el hospital hablaremos─ dice, señalándome con las pinzas. Bufo y me alejo hacia el refri buscando la leche y bebiendo directamente del galón─ Agarra un vaso, por el amor de Dios─ me regaña mi madre por segunda vez en la tarde.

─ ¿Sabes qué día es hoy?─ le pregunto a mi madre, feliz.

─ ¿Domingo?

─ Ajááááá. Pero falta algo.

─ ¿Qué podría faltar?─ pregunta mi madre, confusa.

─ Falta un mes exacto para su cumpleaños número dieciocho─ le aclara Kevin, saliendo con el plato de carne listo para poner en la parrilla.

Brinco y lo señalo mientras se aleja.

─ ESO─ grito.

Mi madre ríe y en ese instante suena el timbre, ella besa mi frente y va detrás de Kevin.

─ Debe de ser Nathaniel, ve y le abres.

Me sonríe cálidamente y desaparece por la puerta trasera hacia el jardín. Camino hacia la puerta principal, pintada de un amarillo vibrante, y le abro a Nathaniel.

Cuando lo hago este me espera al otro lado, con unas margaritas y una sonrisa vibrante. Le devuelvo la sonrisa.

Me cuelgo de sus hombros y le doy un beso en los labios.

─ Treinta días.

Él ríe escuchandome y me alza con un brazo metiéndome en la casa.

─ Estás loca.

Río y lo sigo, tomando las margaritas entre mis manos.

─ Son hermosas, ¿Dónde las conseguiste?

─ No puedo decirte todo lo que hago o nunca me veré increíblemente magnético.

Suelto una carcajada y me limpio una lágrima que se escapó de mis ojos mientras reía.

─ Eso es tan ridículo, Nathaniel.

─ Como tu digas, mi hadita.

Camino mientras lo abrazo, provocando así que yo camine de espaldas hacia el patio trasero.

─ Me gustas así, con el poco magnetismo que conservas aún.

Él iba a contestar, hasta que mi madre gritó el nombre de Muffin y seguido caí de bruces al suelo con Nathaniel encima.

Muffin se tiró sobre Nathaniel y comenzó a lamerle el rostro. Es una perrita de cuatro años, una golden negrita con manchas amarillas: extremadamente hermosa, muy juguetona y desastrosa. Y eso acaba de quedar más que claro.




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