Cuentos

El muchacho que soñó a la madre tierra

Esta historia me la contó mi abuela, y según ella, realmente así ocurrió. Dice que hace algunos años, un 24 de junio, a ella y a su hijo les sucedió el siguiente hecho:

Ese día mi hijo se levantó temprano, yo estaba moliendo, se me acercó y me dijo:

-Tú que ya eres mayor de edad, dime que significa este sueño que tuve.

Yo le respondí:

-¿Qué soñaste?, ¿algo malo?, anda dime, ¿qué fue lo que soñaste?

Él me respondió:

 -Soñé que fui a trabajar al cerro y en el camino me encontré con una señora vestida de morado, un rebozo del mismo color que cubría su cabeza, era muy anciana, tenía el pelo completamente blanco y me preguntó que a dónde iba. Le contesté que, al cerro a trabajar, entonces ella me dijo:

 -¿Por qué no trabajas aquí, no ves que mis animales se mueren de hambre?

Así estábamos platicando cuando miré que en un huarumbo venía bajando un tejón. Como llevaba rifle le apunté y disparé rápidamente. El animal cayó muerto, pero cuando intenté ir a recogerlo la anciana se adelantó y lo levantó. Me quedé pensando:

 -¿Por qué ella lo fue a recoger si fui yo quien lo mató?

Así estaba pensando cuando vi a la mujer que regresaba con el animal y me dijo:

-Llévate al animal, cocínalo y compártelo con tu familia, es como si te pagara, pero por favor trabaja aquí para que mis animales coman.

Yo les respondí:

- ¿Por qué me pides eso?

Así estaba soñando como si realmente estuviera platicando con ella, después nos despedimos y me fui a trabajar al cerro.

Por ese sueño ya no quiso ir a trabajar, pensó que quizá una víbora lo mordería o algo malo le podía suceder. Y le dije:

-No pienses así, por lo menos ve a caminar por tu cafetal, busca algo que hacer, trae unos camotes para que podamos comer en la tarde.

Comió, y me dijo que iba a buscar piedras de río porque pensaba llevar el charpe al cafetal, entonces yo le recomendé:

-Si piensas que algo malo te va a pasar, mejor llévate el rifle.

Él me obedeció, se echó al hombro el rifle y se fue. Yo me quedé en la casa limpiando, lavé, martajé el maíz, hice la comida. Ya era tarde cuando llegó cargando un costal, deduje que pesaba y pensé que me traía los camotes que le encargué.

Entró a la cocina, tiró su carga en el suelo y después fue a dejar el rifle a su lugar. Rápido fui a abrir el costal y grande fue mi sorpresa; adentro había un tejón. Cuando mi hijo me vino a alcanzar, le dije:

-Ya viste, el sueño que tuviste no te mintió, lo que soñaste se te cumplió. Ahora, así como ya se te cumplió una parte de tu sueño, tú cumple la otra, ve y siembra maíz ahí donde encontraste el tejón, así comerán los animales de nuestra madre tierra, porque fue ella a quien soñaste, y eso fue lo que te pidió en el sueño.

Mi hijo me obedeció, ahí donde encontró al tejón, labró la tierra y sembró maíz. No miento, esa milpa creció bonita, dio mucha mazorca y los animales del monte no entraron a la tierra para comérsela.

Eso significa que nuestra madre tierra agradeció en esa forma que mi hijo hubiera cumplido sus deseos.  

 

 

 




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