Cuentos

Triste realidad

 

Era un señor que tenía a su padre muy enfermo y muy viejito. Cierto día ese señor pensó:

-Mi padre ya no trabaja, está muy enfermo y tarde o temprano nos faltarán los alimentos. Será mejor que le diga que se vaya a buscar quien le regale algo para que coma, porque yo ya no puedo seguirlo manteniendo.

Enseguida, llamó a su padre para comunicarle la decisión que había tomado. El anciano aceptó con gran sufrimiento y lentamente comenzó a caminar con rumbo desconocido.

Como ya era tarde y hacía frío el señor reflexionó un poco, llamó a su hijo y le dijo:

-Alcanza a tu abuelo y llévale esta cobija, no sea que vaya a morir de frío allá donde llegue a dormir.

El muchacho obedeció a su padre, que cogió la cobija y a escondidas la cortó por la mitad, y salió tras su abuelito. Cuando iba saliendo escuchó la voz de su padre que le gritaba:

- ¿Por qué le llevas únicamente la mitad de la cobija, acaso te dije que la cortaras?

El muchacho volteó y le contestó:

-Es que la mitad es para mi abuelo y la otra mitad será para mi padre cuando tenga que irse.

 




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