En una ocasión mi abuelo me dijo que cuando se hicieron las cosas aquí en la tierra, el Sol pidió ayuda a algunos animales para que vinieran a verla antes de mandar a los hombres a que la habitaran. Primero mandó a una tuza diciéndole:
-Ve a ver como es la tierra, y me vienes a avisar si es que los hombres pueden habitarla.
La tuza obedeció el mandato, pero al ver tan bonito el lugar, se quedó a jugar dentro de la tierra y se le olvidó llevar la noticia ante el padre Sol, por eso ahora está siempre dentro de ella.
Después envió al zopilote y éste lo primero que encontró fueron animales muertos en descomposición y como venía con mucha hambre se puso a comer, olvidándose del mandato. Desde entonces los zopilotes comen carne putrefacta.
Por último, tocó el turno al colibrí, éste vino y volvió inmediatamente ante él para contarle todos los pormenores de su investigación. El colibrí sí cumplió con el mandato, entonces el padre Sol le dijo:
-Como tú me obedeciste, tu alimento será el néctar de las flores:
Dicen que para cumplir esta encomienda tuvo que viajar tan rápido, que se le desprendieron algunas plumas de su cuerpo. Ahora vemos que le colibrí vuela velozmente, además de que fue premiado con plumas muy finas para compensarle las que perdió.