Había una gallina que buscaba su comida en un cafetal. En su andar encontró accidentalmente a una zorra que por ahí también buscaba su alimento, entonces la zorra dijo:
-Viniste por mi territorio y ahora te voy a comer.
La gallina aleteó y corrió asustada, pero al no ver por donde pisaba, tropezó y cayó sobre una piedra lastimándose una pata. La zorra la alcanzó y cuando estuvo a punto de comérsela, la gallina lloriqueando suplicó:
- ¡No me comas por favor! Te voy a decir donde hay muchas gallinas para que puedas comer y saciar tu hambre, sólo déjame ir.
La zorra le contestó:
-Si no encuentro las gallinas que dices, regresaré y te comeré.
La zorra salió en busca de las gallinas prometidas y cuando las encontró se las comió todas.
La gallina se fue a esconder a su gallinero, olvidándose del encuentro con la zorra. Pasaron varios días y al sentir la necesidad de alimentarse, salió al cafetal y nuevamente se encontró a la zorra, y esta sentenció.
-Otra vez has venido por mi territorio, ahora sí te voy a comer.
Ella le aclaró:
-Quedamos en que ibas a comerte a las gallinas que te recomendé y no a mí.
La zorra le contestó:
-A mi se me olvida todo lo que digo y sobre todo cuando no encuentro que comer, hoy sólo sé que tengo mucha hambre, Atrapó a la gallina y se la comió.
Este cuento nos enseña a no ser confiados y mucho menos a creer todo lo que nos digan lo demás. Abran bien los ojos.