Cuentos

El mensaje de un difunto

 

Un señor tenía la idea de ir a visitar a uno de sus amigos que se encontraba en una comunidad cercana. Salió de su casa al mediodía, el proyecto era por unas veredas que se pasaban en medio de los cafetales, por ahí se fue y como ya sabía el camino no se perdió.

Al llegar aun crucero encontró a un conocido que era su amigo y que estaba sentado en una piedra a una orilla del camino. Le habló diciéndole:

-¿Qué haces?

El otro respondió:

-Aquí estoy pensando lo que ha sido de mi vida, lo que les he dado a mis hijos, que no es mucho pero sí lo suficiente para que vivan bien. Pero ellos, parecen no darse cuenta de que existo, tiene años que sólo vivo con el más chico y lo demás no me atienden, y a veces no tenemos para comer.

Le contestó:

-No te preocupes, tal vez por no tiempo a ti no te han venido a ver, ya verás que cuando menos te lo esperes van a llegar.

El señor volvió a decir:

-No creo, ya pasaron muchos años y no hay para cuando vengan, quisiera que tú les dieras un mensaje cuando los veas, me harías ese favor, yo voy a visitar a un amigo y no sé cuándo regrese.

Le respondió.

-Como no, con mucho gusto yo les digo lo que quieras, pero no creas que no los vas a ver, ten paciencia.

Como el viejito no sabía escribir, le pidió que lo hiciera un papel arrugado que le dio, y le dictó este mensaje:

“Hijos los quiero mucho, a pesar de no saber como están, si tienen hijos o no, si viven bien en donde quiera que estén, yo los recuerdo con cariño y respeto, aunque ustedes no se encuentren aquí en este momento. Estoy agradecido con la vida por haberlos tenido, yo sé que en este tiempo de vida que me queda ustedes sabrán juzgarme silo hecho por mi estuvo bien o no, siempre quise hablar para resolver problemas, nunca se me dio la oportunidad de ser escuchado, tuve la necesidad de ser fuerte en la conducción de su vida para poder formarlos, tal vez a esta hora crean que yo fui bueno, quizás ya no puedan decírmelo, o tal vez sí. No tengo nada que heredarles sólo el haberlos formado para la vida. Los quiere mucho su padre”

Se guardó el papel, se despidió de su amigo y siguió su camino. Al llegar  a la comunidad realizó las actividades que se había programado y al llegar la tarde encontró a un hombre que tenía años de no ver, recordó que era hijo del amigo que vio en la mañana, le habló y le dijo que tenía un mensaje para él, éste le invitó a la casa que visitaba y al llegar ahí lo que encontró lo dejó sorprendido: una persona estaba tendida en la  entrada de la casa y al acercarse y preguntar de quién se trataba su sorpresa fue mayor, pues le dijeron algunas personas:

-Ayer murió, lo encontramos en su cafetal como si estuviera dormido, y su hijo más chico nos dijo que lo trajéramos por acá.

Él preguntó cada vez más atontado:

-Cómo que murió ayer?

Le dijeron:

-Sí…ayer

Él ya no contestó, se quedó pensando:

-Si él murió ayer, entonces ¿con quién hablé hoy?

Su cuerpo tembló de miedo, y se santiguó frente al cadáver que estaba ahí. Fue acercándose a los hijos que llegaron ese día porque su hermano le avisó, y les dijo en secreto lo que él había vivido al mediodía. Ellos leyeron el papel que dictó el difunto, también se sorprendieron y comprendieron lo que su padre les comunicó y que quizás nunca se escucharían de él. Se arrepintieron de no haberlo visto estando vivo, aunque tal vez demasiado tarde.

Regresó a su casa al siguiente día, al llegar al crucero en donde el día anterior platicó con su amigo se quedó mirando la piedra en donde estuvo sentado el difunto y sin sentir miedo pensó:

-Descansa en paz amigo, el mensaje fue entregado a tus hijos.

Si tenemos vivos a nuestros padres debemos quererlos, respetarlos, si no lo hiciéramos así ellos verán la forma de hacernos saber de nuestra equivocación, aunque quizás ya no estén vivos.

 

 




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