Años, largos años son los que han pasado desde que el gran reino de Camelot cayera en desgracia, el último gran rey, el hijo de Arturo, tuvo tres hijos varones que a la muerte de este se disputaron el reino con tanta ferocidad que terminaron disgregados y convertidos en varios clanes que se abrigaban bajo el blasón de los tres clanes mas importantes, a saber: MacGuffin, Dingwall y Macintosh que a su vez le rendian pleitesia al rey Fergus.
El rey Fergus era un hombre corpulento tan ancho como un oso, alto como uno sobre sus dos patas traseras y casi tan atractivo como uno, tenia un ojo dañado y blanco tras una lucha con un lobo en el bosque despues de progeter a su primogenita de las fauces del animal, era cojo de una pierna al tener un trozo menos de talón por un corte de espada y en una mano solo tenia tres dedos pero era el rey mas bueno y honorable que los clanes habian visto en siglos y lo respetaban como a pocos en esas tierras.
La reina Elinor era extranjera, una belleza de cabellos castaños rojizos, piel blanca y ojos grandes y verdes, un porte de dama envidiable y una fuerte autoridad, venia de tierras de los vikingos y sabía dar el valor que merecia a cada clan, escuchaba al pueblo y ayudaba en las disputas donde su esposo no alcanzaba a mediar. Eran una pareja atípica siendo ella tan recta, correcta y perfeccionista y él tan osco, tosco e impulsivo, nadie se atrevia a cuestionar su mandato, eran queridos y respetados por todo hombre, mujer y niño, por todos menos por una sola persona: Merida, su primogenita.
Merida era diferente, una joven de dieciseis años a la que le gustaba cazar, cabalgar, bromear con los guerreros, no usar corset, llevar el cabello suelto y sobre todo ser libre, era impetuosa como su padre, robusta anque esbelta, de gran belleza con sus rizos calor fuego, su piel blanca y ojos grandes y azules tan expresivos y fieros como los de un lobo hambriento, pero era buena y generosa, noble odiando las injusticias mas que un plato de higado asado y sabia comportarse y darse a respetar como la dama que era, sin duda heredado de su madre.
---Vamos Angus, exploremos un poco y cacemos algo para cenar
Merida amaba cabalgar y disparar con su arco personalizado por el bosque como un salvaje, era buena con una espada en la mano y le gustaba entrenar con su padre, no terminaba de gustarle la lanza o el hacha pero sabia como usarlas. Con un par de liebres en el zurrón se da cuenta de que pequeñas gotas fantasmales de un azul claro y palido como el cielo la perseguían, intenta ignorarlos pero estos la llaman y le muestran un camino que no habia hecho jamás, intrigante, una aventura mas pero las trompetas la devuelven a la realidad, es hora de volver al castillo.
---De nuevo en el bosque cazando ---comenta Elinor con una mueca--- ¿No deberias decir algo Fergus?
---El arco fuera de la mesa ---dice masticando un muslo de jabalí
---Eso no Fergus ---lo regaña--- Lo otro querido, "ese" tema
---¿Qué tema? ---pregunta Merida dejando el arco apoyado en la silla
---"Ese" tema... ---murmura, Elinor asiente--- Veras, hija... ---carraspea--- Estas en una edad en la que, bueno... ya no tienes tres años y en fin tu deber es cumplirlo pero no te queremos presionar para que lo hagas, te dejaremos escoger
Elinor se echa las manos a la cabeza frustrada, sus tres hijos pequeños miran a su padre con la misma expresión de aturdimiento, Merida tiene esa misma mueca como buena hermana mayor.
---Lo que tu padre intenta decir es que los clanes han mandado sus propuestas de matrimonio
---¡¿Matrimonio?! ---grita Merida entre asustada y frustrada
---Estas en la edad y es tu deber como princesa ---la pelirrojo farfulla--- Y no farfulles en la mesa, es grosero ---la corrige--- Pero como ha dicho tu padre podrás ir a los clanes para ver a los candidatos y escoger al que mas te guste
---¿Y si no me gusta ninguno? ---pregunta ofuscada jugando con la comida
---Entonces lo escogere yo por ti
---¡Eso es injusto! ---se queja golpeando la mesa con el pie
---Es tu deber como princesa ---le recuerda su madre
---¡Es un asco! ---se queja ruidosamente
---¡Merida! ---la regaña--- Se hará como ordeno y punto
La joven se marcha de la mesa ofendida e indignada a partes iguales odiando las obligaciones de su cargo y deseando no ser princesa para poder seguir siendo libre, sabe que en cuanto se case esa libertad se perderá que su deber es cuidar un gran castillo, a los clanes y dar herederos al trono como la primogenita que es pero lo odia, ella no nació para ser reina, ella es un guerrero. Esta haciendo un nuevo diseño en la madera de los postes de su cama como cada vez que discute con su madre cuando una gota azul translucido la llama por su nombre desde la ventana, varias de estas aparecen a lo largo y ancho de su habitación asustandola e intrigandola a partes iguales.
---Fuegos fatuos ¿Qué quereis de mi? ---les pregunta acercandose al que tiene mas cerca
---La maldición debe romperse, encuentra a la bruja en lo profundo del bosque ---dicen las voces al unisono
---¿Qué maldición? ¿qué tengo yo que ver en eso?
---Es tu destino... ---dicen de nuevo a la vez y empiezan a desaparecer--- Busca a la bruja en lo profundo del bosque, te llevará con él...
Pocos dias después Merida se monta en Angus y cabalga hhasta lo profundo del bosque para buscar a la bruja por si tuviera un hechizo, una pequeña esperanza de que no tenga que hacer ese maldito viaje a los clanes. La casa esta medio enterrada en el suelo y tiene una pesada piedra de techo, no hay puerta y desde fuera se ve un caldero al fuego, cuando Merida entra un cuervo sale de la nada y deja caer una rana de su pico asustandola, el animal parece muerto pero en cuanto lo toca, habla.