El mar, esa gran masa de agua salada llena de historias y leyendas, de criaturas misteriosas, aterradoras y magicas atre al principe Eric como una llama a una polilla, desde pequeño su viejo padre le habia dicho que acabaria envuelto en problemas si seguia siendo tan terco y temeroso con respecto al mar. Su viejo padre lo sabia, habia visto las maravillas de los cielos y su difunta madre le habia hablado de la magia de su sangre, de los poderes extraterrenales y del peligro que conllevan, pero Eric no podia evitarlo, amaba el mar y pasaba gran parte de sus dias en la orilla de la playa conlindante al castillo jgando con la arena, pescando, nadando o sobre un barco en lo alto del mastil como vigia.
El joven principe de a penas veinte años se encuentra ahora a bordo de un barco pesquero donde se encarga de recoger las redes de arrastre, los marineros lo tratan como a uno mas de la tripulación pero con el respeto que merece su título. Al estar el reino en sus fiestas regionales los marineros celebran una pequeña fiesta en el mar con ron, aguardiente de patata y comida recien pescada, la música corre a cargo del capitán que toca alegre el acordeó, el vigia el ukelele y Eric el flautín, el mar en calma parece bailar al ritmo de la música hasta que de repente el barco se frena y las poleas que tiran de la red de arrastre en la noche chirrian con el peso.
---¡Hay algo pesado en la red! ---grita el vigia que con habilidad se ha subido a lo alto del mastil principal
---¡Subidla muchachos! ¡con fuerza! ---grita el capitán mientra saca de las poleas las cuerdas para que el barco no se escore
La red estaba tan pesada que tuvieron que jalarla todos los marineros a la vez y con mucho esfuerzo, de entre la maraña de res, algas, algunos trozos de coral blanquecino, otros peces grandes y algún que otro pulpo hay un cuerpo, pero no un cuerpo humano, no al menos de cintura para abajo. Cabello largo blanco, una corona de coral naranja y blanco y una cola de pez en tonos azules como el oceano de dia y noche, una barba en su rostro bien frondosa y al cuello una caracola dorada y rosa qye parece brillar como la mas pura de las piedras preciosas.
---¡Sirenas! ---grita uno de los marineros
---¡Matadlo! ---grita otro sacandose del cinturón un cuchillo
---¡No! ---los detiene el capitán--- Que nadie lo toque... ¿majestad?
---¡Son peligrosas majestad! ¡si se ponen a cantar nos arrastraran al fondo del mar! ---grita el marinero del cuchillo
---Creia que eran solo un cuento para asustar a los niños y que no vayan mas allá de donde hacen pie en la playa ---dice Eric fascinado
Eric se acerca al tritón con cuidado, las historias de las viejas no los dejan bien parados y los pone de las criaturas mas peligrosas del oceano, no le extraña, el tritón dobla en altura y ancho al hombre mas corpulento que haya conocido jamas y aunque no tiene un rostro deforme como en los cuentos no hay que dejarse engañar por las apariencias.
---Aun respira ---observa Eric--- ¡Aun respira! ¡rápido, a puerto!
El tritón despierta y con una gran y pesada mano agarra el brazo de Eric, entre jadeos y maldiciones de los marineros el tritón le susurra un "ayudala" y abre su mano dejando ver una preciosa flor roja que jamás había visto. Pareciera que fuera el último aliento del tritón pero sigue respirando por lo que Eric apremia al capitán para volver a puerto y con cuidado de no moverlo demasiado lo va mojando de vez en cuando pensando que eso puede mantenerlo con vida el tiempo suficiente de llegar a puerto.
Agua de mar, el foso que rodea el castillo ha sido llenado con agua de mar y han construido un muro en ell lado que da al mar para garantizar la seguridad del tritón que aun esta convalenciente y parece haber perdido la voz. Eric esta de nuevo en una roca cerca de la orilla que la marea baja ha dejado al descubierto con la flor roja en la mano, el tritón cada vez que ve esa flor llora y el mar se agita por lo que ha llegado a la conclusión de que debe ser una deidad del mar y que con mas razón tiene que ayudarlo, pero ¿cómo?.
---¿Qué debo hacer? ¿cómo puedo ayudarte? ---pregunta Eric a la línea que junta el mar con el cielo
Al mirar mas de cerca la flor Eric se da cuenta de que esta algo marchita por lo que decide bajar la mano hacia el agua y la moja un poco, en ese momento un pulso recorre el mar desde su posición hasta el horizonte, en lo que tarda en levantarse de la roca en la que esta y parpadear un tridente le pasa rozando el hombro y tira de él hasta la orilla donde cae sobre la arena húmeda clavandolo en essta, en lo que se recupera del susto un aleteo lo distrae en lo alto del tridente una gaviota lo mira con curiosidad, en el pico lleva un cangrejo que le deja caer encima, es pequeño lo amenaza con las pinzas y luego recoge de la orilla la flor acercandosela a la mano, en cuanto los petalos rozan su piel una visión lo marea y deja sin aliento.
Un palacio bajo el oceano, en lo profundo de una cuenca, los peces abisales custodiando la entrada y miles de sirenas y tritones nadando despreocupados, en el interior del castillo un trono vacio y una sirena llorando a los pies de este sobre su hombro un tentaculo de pulpo que sale del cuerpo semi humano de una mujer que sonríe maliciosamente. Al volver a la realidad observa su mano y la flor parece haber cobrado vida brillando cual rubies al sol, se la guarda con cuidado en el bolsillo y con esfuerzo se quita el tridente de encima, su camisa esta desgarrada y tiene un feo corte en el hombro pero ahora sabe lo que debe hacer: el tritón quiere que ayude a esa joven.
---¿Cómo bajo a tu reino? ¿qué debo hacer para ayudarla? ---le pregunta al tritón en cuanto vuelve al palacio--- Tengo esto que salió del mar ---le enseña el tridente--- Pero yo no puedo vivir bajo el agua