En un reino lejano, de una ciudad lejana, al otro lado del gran charco de agua que es el oceano se da esta historia aunque en realidad esta empieza muchos, muchos siglos atrás.
El heroe mas grande que dió el Olimpo, Hércules, tuvo una vida heroica y valerosa pero llena de sinsabores, una vez el mitico guerrero dejó este mundo terrenal la siempre atenta y detallista Hera descubrió que el hijo bastardo de su esposo había tenido una hija con una campesina de tierras lejanas años antes de su matrimonio y que esta le estaba dando ciertos dolores de cabeza a otra de las diosas Olimpicas. Afrodita, pasional y celosa como solo el amor puede ser se obsesionó con esta joven de cabellos dorados como el sol, ojos del color del mismisimo oceano, una piel lisa y lampiña sin ninguna imperfección, tersos atributos y largas extremidades, a Odette la admiraban tanto como a la diosa y decian que era la reencarnación de esta misma casa que la enfuerecia.
Con su mayoría de edad miles de hombres fueron al pequeño pueblo a pedir la mano de Odette, su padre celoso de su pequeña joya, no se la dió a nadie y sacaba a punta de orca a todo aquel que osara atravesar el umbral de sus tierras con la intención de llevarsela. Una de esas noches Hera se pareció en la casa del buen hombre como una mujer tullida buscando ayuda, el buen corazón del hombre deslumbró ante sus ojos cuando no solo le dio abrigo en su hogar si no también ropa nueva, comida y una muleta que él mismo había tallado para que la mujer fuera mas comoda insistiendo que se quedara allí con ellos, que viajar en sus condiciones no era seguro y allí tendría seguridad y un hogar. La diosa, conmovida por la sinceridad del hombre, le dió un regalo, le dijo que tenia el don de la visión y como obseruio por su amabilidad le hizo ver en el fondo de un cubo de agua fresca, limpia como el mismisimo día, la noche en la que su difunta esposa le fue infiel con Hércules y engendraron a esa niña que ahora llama hija.
El hombre, desolado pero conforme solo supo suspirar, miro a la mujer a los ojos y asintió, Hera confusa le preguntó el motivo de su calma y este le contestó:
---Lo sospechaba ---le confirmó--- Yo estaba en la guerra y al volver tenia una hija ---coge agua del cubo y se lava las manos--- Soy campesino pero no tonto... a pesar de ellos la crié, la amé y la vi crecer, es mi hija aunque no lleve mi sangre... ---vuelve a suspirar--- Los dioses no me dieron mas hijos y por ello la amo aun mas, mi esposa murio joven y Odette siempre fue una niña buena, la luz de mis viejos y cansados días
Hera, furiosa por la reacción del hombre dejó ver su verdadera naturaleza y con los ojos llenos de furia le dijo al hombre:
---¡Tu insignificante hombre! ¡desprecias el regalo de una diosa! ---el hombre cae de rodillas rezando--- ¡Seras castigado por ello!
---Lamento haberla ofendido mi señora, castigueme si así lo cree conveniente pero no le haga daño a mi hija, se lo ruego
La diosa, aun mas furiosa por la actitud del hombre sonríe, levantó una mano y acarició el rostro del viejo, con voz dulce y firme le dijo:
La luz de las velas parpadeó como si una fuerte rafaga de viento hubiera entrado de todas las direcciones y cuando la luz volvió a quedar estatica el viejo lo supo: algo había ocurrido con su hija. Sabiendo que esta estaria en el pueblo comerciando corrio y corrio hasta que dió con la gente asustada, una repentina oscuridad los había sumido a todos en la negrura y cuando la luz volvió cinco jovenes habian desaparecido y en su lugar solo habían unas aves que jamás habían visto y que tomaron como un signo maligno. El hombre busco y busco a su Odette hasta quedar sin fuerzas y rezaba cada noche para poder encontrarla pero cada noche ocurria lo mismo una de esas aves demoniacas picaba la puerta hast que una de esas noches en el intento por espantar el ave el corazón del hombre no resistió mas, junto al cuerpo del hombre escontraron al ave gimoteaba de dolor.
En un bosque, en lo profundo de este, descansa una destartalada ruina de un templo que en tiempos pasados fue esplendido, en el centro de este templo descansa manso y pacifico un lago donde todas las noches se reflejja la luna y llena de destellos plateados la superficie calma dandole una belleza tal que los habitantes de la zona la temen pensando que esta maldita y que el ave que guarda sus aguas es un espiritu que no debe ser molestado.
---¡No Derek! ¡Ese bosque esta maldito! ---dice Bromley
---Tranquilo amigo mio, solo cazaremos algunos conejos, no nos adentraremos demasiado ---se adelanta y luego se gira para mirarlo por encima del hombro--- Estaremos bien siempre y cuando no nos acerquemos al templo y la bestia descomunal no nos ataque
El reino joven del principe Derek, hijo de Uberta la vuida lindaba con el bosque donde se encontraba el templo construido alrededor del lago, en la mitlogia de estas tierras ese lago tiene la propiedad de la eterna juventud y todo aquel que la bebe sin ser digno de ellas sus huesos acaban decorando el fondo de este precioso estanque de agua clara. Bromley y Derek pasan largos ratos en los bosques dejando atrás sus labores de principe y escudero, el joven principe solo quiere ser libre, cazar y gozar de bellas mujeres y su amigo solo le cubre las espaldas, pero siempre esta pendiente de sus pasos y es que esta a punto de cruzaar la linde que marca el lado seguro del bosque maldito.
Haciendo temblar su espada en el cinturon y la flecha sobre el arco en su mano Bromley le ruega a Derek que se marchen de ahí pero este sigue adelante, su objetivo es encontrar esa bestia que todos temen y abatirla, llegar triunfante al castillo y aumentar su gigantesco ego. Pero lo que encontró al llegar al estanque era lo que menos esperaba, el lago no era tan claro como decian las leyendas si no oscuro y profundo y la bestia que lo custodia tan solo es un precioso cisne blanco que se acicala las plumas con indiferencia,