Cuentos con propósito y a propósito

Un Plan inesperado

En aquel desolado lugar se encontraban Ricky y Abril cansados y con dificultad para respirar, después de casi haber muerto por segunda vez, después de enfrentarse a los ladrones que los perseguían. Ellos eran dos hermanos de quienes sus papás habían muerto hace poco y la pobreza los arrasaba desde entonces, pues todavía eran jóvenes para trabajar y las leyes eran muy estrictas respecto al trabajo infantil. Su única opción de sobrevivir era ir a un orfanato o que su tía los cuidara, pero conocían a la señora Marta, ella siempre los había tratado mal, de hecho, ni siquiera estuvo presente en el funeral de sus padres. También descartaron el orfanato porque no querían dejar sola la casa en la que tenían recuerdos tan bonitos con sus papás; como esa vez en la que todos juntos cocinaron un delicioso pollo al horno, quizás su vida no fuese una vida de lujos, pero fue bonito compartir con aquellos que ahora yacían en el cementerio.

Días antes de la muerte de sus padres, entre los últimos recuerdos que les dejaron se encontraba un pedazo de papel con una dirección escrita en él; su papá le había dicho a Ricky que ahí vivía su mejor amigo, al que conocía desde que estaban en el colegio y con quien todos los fines de semana solía quedarse a hablar por horas. Le había dado esa dirección porque deseaba devolverle algo que le había prestado hace algunos años y olvidó que lo tenía, solamente cuando su esposa ese fin de semana limpió la casa y entre su ropa encontró un USB recordó que se lo había prestado para escuchar y pasarle algunas canciones que escuchaban juntos en su infancia. Además, pensó el papá, era una buena excusa para visitar a su viejo amigo.

Al día siguiente por la tarde los papás, Ricky y Abril se encaminaron hacia Sinamon N° 435, los niños nunca habían estado en ese barrio, de hecho, era bastante lejos de donde vivían, pero vieron asombrados por primera vez la diferencia entre una zona y otra, es decir la de ellos que era un lugar lúgubre, en donde se notaba la pobreza de las personas y este lugar que tenía edificios altos, centros comerciales, cines, comida rápida y todo lo que hasta ese momento habían visto solamente por la televisión.

—Qué bonito lugar —dijo Ricky casi como un suspiro mientras veía los enormes edificios.

—Ya estamos cerca —dijo su papá inspeccionando el lugar y tratando de recordar en cuál de los enormes edificios vivía su mejor amigo.

Llegaron a una casa color rojo de tres pisos bastante brilloso, era extremadamente fácil distinguirlo de los demás porque era poco común ver ese color entre los demás que tenían colores más oscuros y sin brillo. Tocaron el timbre, esperaron un momento y los recibió un hombre bastante alegre y sonriente, quien de inmediato reconoció a los papás.

—¡Qué bueno verlos! —dijo con tono alegre e inmediatamente después los abrazó —Recuerdo cuando recién se casaron y vinieron aquí, ese día fue inolvidable —exclamó viendo hacia arriba recordando aquella vez en que el joven matrimonio y él jugaron cartas hasta la media noche.

—¡Si!, aquel fue un gran día —dijo la mamá también recordando—. Pero hoy vinimos con una excusa para visitarte y de paso presentarte a nuestros hijos; ellos son Ricky de dieciséis años y Abril de catorce, los conociste cuando eran unos bebés.

—Exacto, aquella vez tenían cuatro y dos años —dijo él con mucha emoción y alegría abrazando también a los niños—. Por favor pasen y pónganse cómodos les traeré un poco de jugo de piña que hice esta mañana.

Entraron todos juntos a la casa y subieron hasta el segundo piso donde vivía aquel alegre hombre, ahí vieron una gran sala llena de cuadros, lámparas y adornos que parecían lujosos y costosos. La casa era bastante grande, se notaba por todo el espacio que había en la sala y la distribución del espacio, luego pasaron al comedor en donde se sentaron y esperaron a que vuelva el hombre con ese jugo que les había mencionado.

—Que delicioso jugo —pensó Abril mientras todos lo tomaban apreciando el lugar. Solo pasaron unos minutos cuando la mayor desgracia de sus vidas llegó. Se escucho mucho ruido y de repente tres hombres vestidos de negro y tapados de la cara irrumpieron en esa casa disparando por todas partes, inmediatamente los papás y su amigo se lanzaron al suelo y jalaron a los niños para tratar de cubrirse.

—Sé a lo que vienen… —dijo el alegre hombre, que en ese momento había cambiado completamente su semblante, ahora se veía serio, pero relajado.

—Quieren las joyas de mi familia, son artículos invaluables que se han traspasado durante varias generaciones. Hablaré con ellos, les daré lo que quieren y creo que nadie resultará herido; este es mi problema así que si algo sale mal por favor huyan, hay una puerta subterránea de metal que se cierra por dentro y la única forma de abrirla por fuera es esta llave, tómenla y corran lo más rápido posible por ese túnel que los llevará a un terreno lejos de aquí —dijo el hombre un poco preocupado.

—Si algo sale mal, yo ganaré tiempo para que ustedes se vayan, es más importante su seguridad como familia para mí —dijo esbozando una débil sonrisa

Nadie dijo nada más, todos estaban impactados por lo que estaba ocurriendo, en ese momento cesaron los disparos y el hombre se puso de pie dispuesto a negociar con aquellas personas, hizo una seña para que lo sigan los demás y les indicó donde estaban las gradas que hace un momento había mencionado.

Salieron juntos levantando las manos e inmediatamente habló el hombre mientras los otros lo apuntaban con pistolas.




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