Me conocieron siendo una niña, el tiempo paso, tenía que madurar y convertirme en adulto, pero algo fallo, mi mente se distorsionó y quede en un estado intermedio, siendo una niña, con el cuerpo de una adolescente, seguí con la ingenuidad y se burlaron de mí, me derrumbe, pero cuando creí que estaba sola, aparecieron un ángel y un demonio.
— Eres un ángel —dijo mientras acariciaba mi cabello, como si fuese una niña pequeña, aquella cara llena de paz y esa voz tan dulce me hizo creer que si lo era, pero entonces ¿por qué se burlaban de mí?
— Mi pequeña niña —comento el demonio y jalo un mechón de pelo para llamar la atención pues yo aún miraba al ángel.
Esas palabras: “ángel”, “pequeña”, ese era el problema, no eran los primeros que me llamaban así; sino fuera de esa forma jamás me hubieran hecho daño.
— Tienes un corazón de oro —dijo el demonio y puso su mano en mi cabeza
una pequeña sonrisa se me escapo, mientras limpiaba mis lágrimas.
El demonio y el ángel me querían, cada cual a su manera, e intentaban protegerme como ellos podían.
— Puedes contar conmigo.
— Y conmigo —intervino el demonio no queriendo quedar atrás, mirando de reojo al ángel, al que jamás había visto antes, pero que ahora compartían una responsabilidad
Era acaso posible que dos seres tan distintos convivieran solo para proteger a una niña tan torpe, a una chica que veía en cualquier persona las cualidades, olvidando los defectos y del daño que le podían causar, ¿era posible que un milagro así ocurriera en vísperas de navidad?
Contuve las enormes ganas de llorar, mezclando sentimientos de tristeza y de alegría… ¿podría suceder que me devolvieran lo que me habían robado y lo colocaran en su lugar, intacto y sin ningún rasguño?, ¿sin una marca que indicara dolor?, quizás era mucho pedir pero por lo menos sabia que no estaba sola, que alguien pensaría aunque sea por un segundo en mí, en esta navidad alguien me recordaría. Comencé a llorar sin control y sentí varias ráfagas de aire a mí alrededor; abrí mis ojos buscando lo que sacudía mi cabello de un lado a otro, ya no eran solo dos mis acompañantes, todos sonreían, ángeles y demonios reunidos, solo para mí. Intente tocarlos, pero parecía que se alejaban cada que lo intentaba, tan lejos y tan cerca, ¿acaso era una ilusión? un sueño del que estaba a punto de despertar?
— Todos estaremos, aquí para ti, pero debes elegir al que quieres tener cerca...
Difícil decisión, yo quería a todos; pero elegir a uno solo, no sabía que decir, analice las cosas, algunos ángeles ya tenían una pareja, un joven demonio mantenía una sonrisa pícara mientras agitaba sus alas, pero era apenas un niño, otro demonio permanecía serio, mirando a la nada, otros ángeles conversaban animadamente, hasta que mire fijamente al demonio que estaba a mi lado, sonrió y yo le respondí con la mejor sonrisa que podía mostrar en ese momento, su mirada mostraba la más grande desilusión y soledad, pero a pesar de eso sonreía para mí, sufría pero no lo demostraba.
— Lo elijo a el —susurre mientras extendía mi brazo para intentar tomarle la mano.
— Estaré contigo siempre, y algún día me podrás tocar de verdad quise acariciar su rostro, pero el ya no existía, parecía un ser de niebla, mi ilusión, mi sueño.
— No te preocupes, me sentirás en tu corazón —tomo mi mano y apenas y pude sentir su cálido aliento cuando la beso, algún día el podría sentirme como si fuese humano, estando juntos, hechos de la misma materia, tal vez la espera seria larga, pero no me arrepentía de haberlo elegido a él, un demonio, mi demonio protector y mi esperanza de vida.
Aunque en el fondo, sabía que solo una persona podría curar todas las heridas, pero nunca llego.
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Editado: 22.02.2019