Todo era completa oscuridad, ni un rayo de luz por pequeño que fuese podía atravesar aquella prisión.
En aquel lugar parecía no existir el sonido, tal vez ya se habían acostumbrado a estar en soledad que perdieron el gusto por el habla, y aunque lo tuvieran, no había con quien practicarlo, estaban solos.
Pero un día el silencio se rompió de manera inesperada, comenzó por un pequeño sollozo que poco a poco se convirtió en un terrible llanto lleno de lamentaciones, uno de los tantos presos, el que estaba más cercano al lugar intento dirigirse hacia aquel sonido, el primero que había escuchado desde que lo encarcelaron, olvidándose de sus cadenas se quiso encaminar hacia allá pero no fue mucho lo que pudo avanzar, se quedó sentado sin saber qué hacer, los sollozos continuaban, entonces se le ocurrió una idea, que resultaba algo rara en ese lugar…
— Oye… —pronuncio la primera palabra, extrañado incluso de escuchar su propia voz—¿Por qué… Por qué es que lloras?
— No estoy llorando - respondió una débil voz.
— Pues a mí me parece que sí, incluso en tu forma de contestar lo puedo notar.
— No es cierto, no es cierto, déjame en paz.
— Esta bien…, yo solo quería ayudar…. De nuevo al silencio —murmuro mientras se ponía de pie.
— E…espera, no me dejes por favor —nuevamente comenzaron los sollozos— no me rechaces tú también.
— Jamás lo haría pequeña —respondió con una enorme sonrisa aunque sabía que era imposible que ella la pudiera ver— y dime ¿por qué te trajeron aquí?
— Yo... —comenzó a decir la joven— yo...soy un demonio….
— Pero eso no tiene nada de raro los custodios de esta prisión son demonios.
— Pero también soy un ángel.
— Oh —fue lo primero que se le ocurrió decir en ese momento— eres mitad ángel y mitad demonio.
— Si, no fui aceptada en ningún mundo así que decidieron traerme aquí… y tú ¿por qué estás aquí?
— Yo soy una especie de… —pensó por un momento— bueno soy un
— ¿Qué? —presiono la joven.
— Un vampiro..,
— ¿Un vampiro?, ¿de verdad eres un vampiro?
— Emm si pero por qué tanta emoción, pensé que te alejarías de mí y que ya no querrías hablarme nunca más.
— No eso no, eres un vampiro yo siempre he querido conocer uno, son geniales por lo que he escuchado
— Vaya por lo menos conoces el mundo —de nuevo sonrió, pero esta vez al escuchar que la voz de ella había cambiado, se escuchaba feliz— pues yo jamás he visto un ángel, pero dicen que tienen un hermoso rostro y los demonios, especialmente las diablesas tienen un excelente cuerpo.
— Yo no creo que tenga algo así —dijo ruborizada, en ese momento agradeció que todo fuera oscuridad pues no lo podría notar.
— Créeme que si me pudiera acercar más me gustaría abrazarte.
— Yo… bueno no sé qué decir… tal vez también me gustaría tenerte cerca.
— Algún día te conoceré, de verdad.
— ¿Cómo?
— Cuando inicie el invierno, ese día un pequeño rayo de luz ilumina por pocos segundos el lugar, ese día nos conoceremos, lo esperare con ansias
— Yo también.
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Editado: 22.02.2019