Cuentan las canciones y leyendas, que el mundo estaba dividido en dos. Seres de luz y oscuridad. Ambos trabajaban para construir en sus respectivos lados. En la luminosidad construyeron valles y grandes montañas. En las tinieblas se crearon las cuevas, y trabajaron con encanto en las profundidades del mar. Pero sabían que algo les faltaba. Acordaron una reunión, sin poder acercarse, se encontraron en el borde de los elementos. Una clara línea marcada entre lo alumbrado y la sombra hasta el día de hoy. Ahí fue la primera vez que la reina de largas cabelleras brillantes vio al rey oscuro. Se dice, que se enamoraron a primera vista, y no podían dejar de verse. Desde ese día comenzaría la cuenta regresiva para la cordura en sus mentes.
Si la luz se acerca a la oscuridad el mundo tiembla, y se rompe. No pueden estar cerca, mucho menos tocarse. La reina cayó en tristeza, el rey tomó una rabieta. Muchos temblores sacudieron las tierras y las aguas. Desastres día tras día, por su intento de acercarse. Y entre tanto caos todo el trabajo hecho fue desmoronándose. Y poco a poco comenzó a mezclarse la luz con la sombra, el relieve en el paisaje fue marcado por el contraste.
Muchos cuentos dicen que tomaron el valor para tomarse de las manos. Y con ese pequeño e inocente gesto, desataron el mayor caos, destruyendo todo. Ahora, vivimos en un mundo con tormentas de luces, y noches oscuras. Se creó vida, pero ya no se supo más sobre los primeros. En las poesías cuentan, que ella se convirtió en la luna, brillando con el poco resplandor que le queda, buscándolo a él, en la noche. Y él, ahora es el sol, lleno de todo el brillo que le robó a ella, y la busca, en el día.
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Editado: 19.01.2024