Dicen mis compañeros que soy un vampiro. Porque tengo la piel pálida, no me gusta el ajo y mis colmillos son puntiagudos. Yo creo que exageran, es pura casualidad. El sol me desgasta, solo su reflejo me provoca náuseas. Vivo en casa encerrada en mi cuarto oscuro. Pero cuando me toca salir, me cubro todo el cuerpo y la paso fatal. Mis ojos son oscuros, marrones, pero parecen negro. Recibí un comentario que los vampiros tienen los ojos negros cuando necesitan sangre, y por eso me señalan de rara. Yo puedo decir que soy rara, pero no por mis ojos, si no porque de pequeña chupaba las pilas, por el sabor del metal. De grande me enteré que sabe como la sangre, otra extraña casualidad. Todo es coincidencia, yo no soy un vampiro, aunque viva débil y cansada, como si algo me faltara.
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Editado: 19.01.2024