Cuentos cortos

Terrores nocturnos

Ana contempla el cielo satisfecha. Nada mejor que echarse en la hamaca a descansar con la brisa a su favor. Cierra los ojos por un momento, el sueño trata de convencerla de que sería mejor compañero que una tarde reflexiva. Sabe que se lo merece después de tanto esfuerzo, pero aún queda trabajo por hacer, y podría despertar muy tarde por la noche si no tiene cuidado. ¿Quién va a destapar las runas si no es ella? Para que la brisa continúe dando su frescura. Para que las nubes traigan el rocío que mantiene el campo. Para que la luna cuide y vele los sueños. Para que el sol queme los terrores que deja la noche. Sí, todo eso hacen unas runas que se cubren cada amanecer. Ana lo sabe, desde que despertó, lo sabe. No quiere ni imaginar qué pasaría si se olvida, o peor, si algo le llegara a pasar, y que no pueda descubrir aquellas runas, tapadas, delante del cielo. Qué sería de las personas que viven en el campo, si la lluvia no las ayuda con la cosecha. ¿Quién soportaría vivir sin aire? Y si la luna no vela por nosotros, entonces… ¿Quién? Y si el sol solo decide ver, sin ayudar, ¿quién encerrará los terrores nocturnos?




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