Cuentos cortos para el café

El salvaje y el capitán

Un hombre flaco, miedoso y solitario caminaba en una tierra llena de muerte y opresión, deambulando entre caminos y ciudades en busca de un lugar en el cual habitar, pero más importante, un lugar del que pudiera evitar las batallas.

Debido a su poca musculatura no deseaba tener un enfrentamiento, pero igualmente cargaba una espada y una armadura ligera encima, "por si las moscas".

El aventurero rodeó una aldea, él no quería cruzarse con nadie aún, así que decidió adentrarse a un bosque que estaba en las cercanías.

Pronto notó que en el bosque había lodo por doquier, los árboles estaban muriendo y eso sumado a las grandes rocas que estaban repartidas en la relieve, las cuales debía subir y bajar, daba como resultado un dolor en el trasero; pues resbalarse o dar un mal paso podría significar una torcedura de pierna o, peor aún, la muerte.

El valiente aventurero que no sabía ni por qué estaba vivo, de repente sintió cómo un grupo de guerreros deambulaban por la zona. Eso se podía distinguir sin tenerlos que ver, pues el sonido de sus pisadas y armaduras moviéndose se captaba desde lejos. El aventurero sin pensarlo subió a la cima de una de esas grandes rocas, se recostó en la misma y se agarró de la rama de un árbol que posaba a su lado. Ahí se quedó, casi inmóvil, esperando a que los soldados pasen por el sendero para que él pueda continuar con su aventura sin más encuentros desagradables.

El grupo de guerreros iba rumbo a una nación que había sido atacada, y aunque su brigada era menor a los 20 hombres, era bien sabido que muchas más brigadas fueron enviadas por distintos caminos. La meta de ellos era llegar al punto de reunión en la ciudad más cercana y para eso debían cruzar ese bosque de media muerte que albergaba al hombre asustadizo que los vigilaba.

Uno de los soldados, casi imperceptiblemente, notó el sonido de una rama sonar encima suyo y, al ver, se percató de la silueta del hombre esconderse encima de la roca por la que ellos pasaban. Era algo inaudito, así que avisó a sus compañeros y de inmediato un grupo de 3 fueron a comprobar.

Tras unos segundos que tardaron en escalar la roca, de inmediato se escuchó el grito de uno de los soldados, el cual cayó al suelo con una gran cortada en la cara. Los hombres se sorprendieron al ver a su compañero herido y, sin poder reaccionar a tiempo, vieron como otro de los exploradores cayó con su brazo derecho ensangrentado y sin su espada.

La situación había pasado de ser curiosa a un asunto de peligro. El tercer explorador había dejado de escucharse, pues segundos atrás parecía estar forcejeando contra el hombre, pero luego no había nada más que se escuchara, todo estaba en silencio a pesar de la queja de los dos hombres heridos.

Los soldados entonces rodearon la roca y el capitán avisó:

—¡No tienes a donde huir, salvaje!,  ¡estás rodeado, así que sal de una buena vez!

Nada fue escuchado, así que el capitán siguió diciendo cosas en contar de acobardar al enemigo mientras varios soldados más trepaban la roca sigilosamente.

Sin embargo, grande fue la sorpresa del capitán cuando la silueta del hombre se mostró en el aire, pues había saltado desde donde estaba ese árbol a medio hacer. Este cayó a una velocidad tremenda encima de uno de los soldados que estaba abajo. Luego un poco de sangre salió del mismo y el salvaje se balanceó brutalmente hacia el mismísimo capitán, quien, aún sorprendido, no tuvo tiempo para pensar cosas complicadas y sacó su espada para bloquear el ataque. Ambas espadas chocaron sus filos y el capitán retrocedió. Y aunque este último intentó contraatacar, el habilidoso salvaje lo evadió, dio media vuelta y salió corriendo lejos de ahí con rapidez.

El enojado capitán frunció el ceño y animó a sus soldados a perseguirlo.

—¡Quien me traiga su cabeza recibirá mi sueldo!

Todos los soldados que se encontraban ilesos y sin saber que hacer, se animaron al oír esas palabras y corrieron tras el hombre.

Aunque poco sabría el capitán, y realmente no lo sabría nunca, pues toda la brigada iba a morir esa noche a manos de un hombre flaco, miedoso y solitario que quería evadir las batallas.



#30522 en Otros
#9649 en Relatos cortos

En el texto hay: cuento corto, drama, relatocorto

Editado: 02.12.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.