775 palabras
- Debemos darnos un tiempo.
- ¿Qué?
Ver la cara que ese tonto pone cuando está confundido siempre me ha producido gracia, pero esta vez no está confundido... creo solo no quiere entenderlo.
Su mirada de cordero degollado me produce cierto remordimiento como si estuviera mal alejarme un poco para entenderme a mí misma, pero no puedo evitar recordar todo lo que ha ocurrido en estos tres años. ¿Es acaso una forma de autodefensa para que no lo deje?
Odio esa mirada, exactamente por eso lo traje al lugar de donde se puede observar toda la ciudad, pero prefiere verme a mí en vez de la iluminada y gris vista que tenemos al frente... supongo que no lo pensé muy bien, la luz que emana de la urbanización contamina tanto la noche que no puedo ver ni la luna.
Si me pongo a pensarlo, estoy renunciando a todas esas mañanas en las que despertamos uno al lado del otro, desnudos, sin ganas de levantarnos, pero sabiendo que debemos ir a trabajar para mantener nuestro estilo de vida. Debo admitir que el sexo matutino es de las mejores cosas que hay, pero nuestra mañana va más allá de poner el despertador una hora antes de lo usual. Bañarnos juntos, reírnos de lo que se nos pase por la cabeza y contarnos que es lo que hemos soñado, planear nuestro día a pesar de saber que no nos veremos por varias horas, desayunar y quejarnos de que se acabó el azúcar, pero nunca comprarla. Arreglar su corbata y que él ponga detrás de mi oreja ese mechón de pelo rebelde que siempre se me escapa cuando me peino... la sensación es única. Nos despedimos con un beso, pero el siempre besa mi frente luego, como si mis labios no le bastaran al bastardo; no obstante, me hace sentir protegida por algún motivo. Es imposible no abrazarlo por la espalda antes de que abra la puerta justo antes de sentir ese no sé qué que quiere que nos quedemos en casa y nos reportemos enfermos o, simplemente, no contestar las llamadas cuando quieran preguntar por nosotros. Verlo partir y saber que yo también debo hacerlo se siente casi como si arrancaran algo de tu piel a la fuerza, aunque es soportable.
Los mensajes que nos enviamos durante el día siempre son distintos a los del día anterior, como si no se nos acabaran los temas de conversación y siempre viene bien una que otra foto subida de tono para avivar esa chispa y esperar la noche con ansias, aunque el baño del trabajo no encaja con la definición de sexi que tengo en mi cabeza. Es típico quejarnos de nuestros jefes y compañeros, hasta resulta ser mucho mejor que pagar la terapia de mierda que tanto nos han recomendado.
La mejor parte del día es cuando nos encontramos en algún lugar después de trabajar y caminamos sin rumbo alguno buscando un restaurante para cenar, quizá si dejáramos de cenar en restaurantes necesitaríamos menos dinero mensualmente, pero supongo que son pequeñas cosas que pasan desapercibidas cuando un par de monedas te dan la mejor noche de tu vida todos los días, aunque después de que todo termina queda esa duda que va creciendo de a pocos sobre si es realmente lo que quieres para ti porque, a pesar de que todo vaya perfecto, siempre te queda ese no sé qué que jode cada cierto tiempo. Es despertar al lado de la persona perfecta para ti, pero quedarte viendo el techo por algunos minutos preguntándote si en verdad es la persona perfecta para ti. Es tomar el café de siempre mientras sonríes por inercia e intentas descifrar esa casi imperceptible sensación de vacío dentro de ti. Es estar segura de que amas a la persona que cena al frente tuyo, pero no estar segura de si deben estar juntos. Es ese miedo de perderlo todo si te vas de su lado, pero sabes que a su lado no lo tienes exactamente todo.
A veces los suspiros no alivian por completo ese raspón que hay dentro de tu pecho, como si se necesitara algo más fuerte, algo como alcohol o un cigarrillo, quizá... quizá algo de sal, limón y tequila.
Quién sabe, tal vez él sea el problema, tal vez sea yo o tal vez no sea ninguno de nosotros, pero no puedo seguir con esto hasta estar segura de mí misma.
Verlo esperar a que diga con la boca abierta como si se le acabaran de escapar todas las palabras es un poco emocionante. Adoro esa mirada que pone siempre que está esperando a que le diga que es una broma.
- Mejor piensa que es para siempre.