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Suspiro y veo a mi madre a los ojos, ella en verdad está convencida que mi hermano no tiene nada que ver con la desaparición de su segunda enamorada.
Tal vez debería pensar lo mismo que mi progenitora, pero mi ser necesita una explicación para la repentina desaparición de mi mejor amiga.
Aisha pareciera odiar a Andrés desde que lo conoce o, al menos, desde que recuerdo que nos conocemos los tres. Siempre lo ha visto con cierto desprecio, como si no fuera parte de nuestra familia, como si no hubiéramos nacido el mismo día; por su parte, él siempre la ha tratado como trata a todos: con cierto desinterés y despreocupado respecto a su manera de expresarse… supongo que es cosa de hermanos, pues soy exactamente igual.
Camino hacia la sala donde se encuentra mi hermano sentado en el sofá, no llora, pero tampoco parece estar tranquilo; lo más probable es que una palabra lo rompa. ¿Seré yo la ideal para abrazarlo? No importa al fin y al cabo. Me acerco lentamente esperando a que él alce la mirada y me invite a sentarme con un gesto, pero no sucede nada de eso, simplemente sigue observando el suelo. Llego a su lado y veo que está intentando contenerse, quizá piensa que, al haber pasado por esto antes, debería ser más fuerte.
No sé qué debo responder, mi cabeza me da muchas opciones, pero mi boca pareciera no querer emitir sonido alguno.
Me siento a su lado, mis brazos lo rodean y él empieza a llorar desahogándose al fin. Su respiración solo da a entender que se siente derrotado, como si hubiera dado todo porque saliera bien y solo se estrelló contra el muro. Sin darme cuenta pasaron varias horas, inexplicablemente sentí que fueron minutos mientras abrazaba a mi hermano y este solo sacaba hasta la última gota de llanto que su cuerpo podía generar. Escucho unos pasos detrás de nosotros, son pesados y cada vez se oyen más cerca.
Ambos volteamos. Aisha sostiene un vaso con agua y una pastilla, parece estar tranquila, aunque disgustada por tener que ver a nuestro hermano en ese estado. A veces pienso que ella tiene algún problema psicológico, digo, no es posible que los tres hayamos salido perfectamente sanos después de un embarazo con semejante riesgo y un parto muy complicado.
La vez pasada fue exactamente igual, supongo que es un relajante muscular o, quizá, una pastilla para dormir. Andrés la ingiere a penas la toma de las manos de Aisha, se levanta del sofá y empieza a caminar con dirección a su habitación sin decir palabra alguna, casi puedo tocar la tristeza en el aire. Aisha me observa esperando a que yo haga lo mismo, pero le devuelvo una mirada retadora, como si esperara a que sea ella la primera en retirarse de la sala.
Supongo que sigue un poco resentida porque he crecido más rápido que ella, aunque todos hemos empezado a pensar que se quedará con el tamaño que tiene ahora. Aisha se retira hacia su cuarto, pero aun así pareciera que lo hace victoriosa a pesar de ser yo quien se quedó en su lugar; no obstante, me levanto para ir a mi habitación al igual que mis hermanos… es como si fuera una victoria vacía.
Me despierto en medio de la noche, veo el techo de mi habitación mientras respiro profundo. Detesto las pesadillas, las he tenido desde hace un par de años sin explicación alguna e internet no me da respuestas satisfactorias, supongo que debo aprender a vivir con ellas. Siento mi garganta seca, así que me levanto de la cama y camino al baño, abro el grifo de agua y bebo de allí sin importarme los posibles efectos secundarios de hacerlo. Respiro profundo y recuerdo a Andrés, siento cierta curiosidad de ir a ver qué sucede con él, como si me pidiera ayuda inconscientemente, como si algo estuviera perturbándolo… quizá esa tontería de que los trillizos están conectados sea cierta. Odiaría admitir que Aisha tiene razón en algo. Me acerco al cuarto de mi hermano sin hacer ruido alguno, odio alterar la liviana paz que se siente en nuestra casa por la madrugada cuando solo se puede escuchar el sonido del silencio. ¿A qué suena el silencio? Supongo que no lo escuchamos nosotros en sí, lo escucha nuestro ser, pues actúa al igual que esa canción que tanto te gusta y relaja tu alma. Sonrío, mis pensamientos siempre han sido la mejor compañía que tengo. Llego a la puerta de la habitación de Andrés, está abierta, así que me asomo un poco solo para cerciorarme de que mi hermano se encuentre bien, él está dormido, tan tranquilo, como si estuviera exhausto y no lo culpo, la carga emocional de hoy ha acabado con él. Un sudor frío recorre mi espalda, trago saliva y siento miedo inexplicablemente, cierro los ojos con fuerza y respiro profundo. Volteo esperando encontrar alguna especie de monstruo detrás de mí, pero solo veo a Aisha acercándose con una sonrisa en el rostro, algo muy difícil de ver.