Cuentos cortos para volver a casa

Veredas

5751 palabras

¿Quién pinta las calles por las noches sin tomar reconocimiento de su arte al no dejar una firma, una pista, una huella? ¿Quién es capaz de hacer semejante obra sin querer apropiarse de ella? Siempre me tomo unos minutos para apreciar la ilustración en la vereda cuando voy caminando al trabajo, es casi una costumbre ver que cada mañana hay algo distinto. Los colores, los trazos, todo es tan brusco, como si no hubiera sido pensado para una galería, como si estuviera hecho para ser pisado y maltratado. Hoy pintó a una mujer gritando, se pueden ver sus ojos tristes y pareciera que contiene las lágrimas; tal vez grita por una injusticia lo que justifica esa expresión de impotencia. Algunas personas pisan el dibujo al no poder abrirse paso en la angosta calle, pero la mayoría suele respetarlo. Suspiro y observo el gráfico una vez más intentando buscar pequeños detalles que pueda criticar, aunque me gusta la rebeldía del artista al mantenerse en el anonimato y usar de lienzo algo que todos ven… tal vez es una forma de promocionarse, quién sabe. Respiro profundo y continúo mi camino hacia el trabajo, exhalo con pesadez al recordar todos los pendientes que debo hacer hoy y bostezo mientras parpadeo repetidas veces intentando ahuyentar el sueño.

Llego a la cafetería de la empresa y suspiro mientras observo el menú, la comida no es el punto fuerte de este establecimiento, en verdad, lo único bueno aquí son las sillas lejos de las computadoras. A penas tomo asiento, el camarero llega a la mesa donde me encuentro y toma mi orden, debe ser lo más emocionante de sus días: tomar órdenes y llevarlas a la mesa sin confundirse. Respiro profundo y veo a mi alrededor un poco impaciente, nunca me ha gustado esperar. Por algún motivo veo al suelo y encuentro un lapicero muy cerca de mi zapato, lo recojo sin pensarlo y presiono el botón que libera la punta, tomo una servilleta y compruebo que aun funciona. Sonrío tontamente y hago un sonido extraño que refleja mi victoria. Arrugo la servilleta en la que probé el lapicero y la dejo a un lado, pero no puedo dejar de observarla hasta que arrojo el lapicero a su lado haciendo que esta caiga al piso. Trago saliva y respiro profundo, mi pedido se está demorando demasiado para algo que carece de sabor alguno, así que tomo otra servilleta para mantenerme calmado, la estiro por completo y contengo la respiración hasta que mi mano deja de temblar, cierro mis ojos con fuerza, frunzo el ceño repetidas veces y hago crujir todos mis dedos antes de tomar el lapicero nuevamente. Respiro profundo y empiezo a dibujar en la servilleta. Una línea recta, otra curva, cierro los ojos e imagino la figura mientras mi mano sigue plasmándola. Mi concentración se acrecienta hasta que empiezo a colorear algunas partes del dibujo. Me siento solo en el lugar, como si solo fuera mi dibujo y yo, una mística increíble detrás de un pequeño rayón en una servilleta. El camarero interrumpe el momento dándome un pequeño susto al colocar el plato sobre la mesa.

  • Es muy bonito, señor.

El joven sonríe mientras termina de entregarme todo lo que ordené, yo solo devuelvo la sonrisa, pues me siento bien, hace tanto que no sentía esa conexión con algo. El camarero se retira mientras agarro los cubiertos y me dispongo a comer, pero no le quito la vista de encima a mi dibujo. Recuerdo cuando las cosas eran más sencillas, cuando podía dedicarme todo el día a dibujar lo que pasara por mi cabeza sin tener más problemas que ilusiones… supongo que todo eso solo quedará en recuerdos.

El camino a casa siempre es el mismo y, aunque es corto y caminar no es tan pesado, sete contagia el malhumor de los demás. Me detengo, como todos los días, a observar los vestigios del dibujo que vi en la mañana. A veces de tiza, a veces pintura, no importa con que, se borra al final del día con el pasar de las personas, pero estoy seguro de que esa es la intención del artista. No sé si me da cierta satisfacción ver que cada minuto es más tenue el dibujo, pero me emociona saber que mañana habrá algo más. Llego a casa y abro una lata de atún, hago que el aceite caiga por completo y como el contenido sin saciarme y me echo en mi cama, no prendo la televisión, tampoco veo mi celular, solo observo el techo hasta que me da sueño mientras pienso en mi día y en todos los errores que cometí hoy. Es extraño, cuando la mayoría de cosas te salió bien, tu mente se queda en blanco, como si buscara algún mal momento para hacerte sentir terrible. Luego de un momento, recuerdo el dibujo siendo pisoteado, sonrío, pero una duda llena mi cabeza ¿Quién pinta las veredas sin dejar alguna pista? ¿Quién se burla de los policías en la madrugada y seduce a los peatones al amanecer? ¿Quién puede darse el lujo de gastar horas de sueño preciadas dibujando cosas destinadas a morir en poco tiempo? Sonrío nuevamente y suspiro, tal vez sea alguien que sí se atrevió a seguir sus sueños, que no necesita reconocimiento, ni dinero, solo quiere expresar algo, llegar a alguien y, supongo, lo está logrando conmigo.

Despierto con desgano, me levanto y siento mi cuerpo pesado hasta bostezar y estirarme, tomo una ducha y me visto. Mientras desayuno lo mismo de siempre, intento recordar por qué tengo que ir a trabajar. Trago saliva y abro la puerta. Camino erguido, tranquilo, sonriendo, dando a entender a los demás que tengo una buena vida. ¿Por qué? No lo sé, pero nadie observa con buen rostro a alguien que va decaído por las calles. Me detengo a medio camino para apreciar el arte de hoy. Otra vez sin firma, pero con esa brusquedad característica, como si se estuviera quejando de algo, como si algo le hiciera daño y tuviera el espíritu roto. Una brocha desgastada pinta, a duras penas, una sonrisa en la acera, los ojos son solo dos puntos negros, pero la pintura se corrió un poco hacia abajo como si estuviera llorando; la sonrisa es perfecta, pero verla me provoca cierta ansiedad y la brocha controlada por quién sabe qué termina de destruir mi alma al verla tan gastada, reflejando todas las veces que ha tenido que pintar dicha sonrisa. Suspiro nuevamente, por algún motivo siento que tengo algo que ver con esto. Respiro profundo y cierro los ojos antes de continuar mi camino.



#13581 en Otros

En el texto hay: cuentos cortos

Editado: 05.11.2021

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