Maros

7520 palabras

Los bontiales silban cuando están muriendo, supongo que es una forma poética de decirle a su pueblo que no van a volver a casa, pues se escucha en todo el maldito bosque… debo admitir que es un sonido macabro y hermoso.

• Esta cosa no quiere morir sin antes silbar, aunque corte su cuello.

Son de nuestro tamaño, pero siguen teniendo el cuerpo de un ave, aunque sus plumas son duras, afiladas y, al mismo tiempo, muy livianas; perfectas para lanzarse a largas distancias.

• Qué bueno que la pluma solo rozó mi brazo y no se incrustó en él, ¿no?

Enit saca un trozo de tela de su bolso y venda su brazo con brusquedad, como si no sintiera dolor alguno por el corte. Siempre fue muy dura para todo lo físico, ni el dolor, ni el cansancio pareciera afectarle y aun así puede dormir tranquila por las noches y despertar sin molestia alguna. Yo… yo soy más fácil de abatir. Me acerco al ave y recojo todas las flechas que le lancé, las limpio con el trapo que siempre llevo conmigo que se ha vuelto rojo de tanta sangre que ha quitado de mis flechas y las vuelvo a colocar en el carcaj que elaboré en mi primer día de entrenamiento.

• Sería más sencillo si estas plumas sirvieran para algo.
• Para una cerbatana.
• Me refería a una armadura o algo.
• Puedes improvisar un guante y coser las plumas, tus golpes serán cortantes… al igual que tus palabras.
• Sí, sí, escuincle, vamos a cortar un poco de esta ave a ver si hoy sí podemos cenar porque ayer alguien solo cazó un par de gusanos que sabían a tierra.
• Si hubieras lavado el tuyo antes de comerlo, habría tenido un sabor diferente… sobre todo si me hubieses dejado cocinarlo con las hojas que había traído. Además, soy más alto que tú.

Enit respira profundo, no tiene ni la menor idea de qué decir ahora, así que me pedirá algo estúpido, supongo.

• ¿Recuerdas la sal que pudimos traer con nosotros?
• La guardamos para algo especial.
• Esto es algo especial.

Suspiro, tal vez tiene razón, no podemos solo guardar la sal esperando a que algo mejor llegue cuando tenemos algo bueno en nuestras manos… deberíamos disfrutarlo a plenitud.

• Está bien, usaremos la sal.
• ¡Qué veo! Endor gastando recursos escasos para disfrutar las pocas cosas buenas que nos brinda la vida, ¿es esto real?

Su ironía nunca fue la mejor de todas, pero supongo que es la única que hay en este momento. Sonrío, pero no dejo escapar mi risa para que Enit no piense que me ha ganado.

• En el fondo te estás riendo, lo sé.

Ella despluma al bontial mientras que yo estoy preparado para disparar, debo admitir que tengo muy buenos reflejos y una puntería envidiable, así que sería muy complicado que alguien logre atacarnos sin que antes yo le dispare.

• ¿Crees que sean inteligentes?
• Se asocian en parvadas y hacen sus nidos en los suelos como si fueran un pueblo, solo conviven con los miembros de su bandada y pareciera que tienen una forma de comunicación.
• ¿Dónde aprendieron todo eso?
• La ley del más fuerte.
• ¿Ah?
• El más fuerte sobrevive, en este caso, se dieron cuenta que eran más fuertes en grupo y empezaron a crear formas de hacerse cada vez más fuertes.
• No digas fuerte una vez más o me volveré loca.

Me quedo en silencio mientras escucho como Enit corta la carne del bontial con el cuchillo que siempre lleva con ella, es como… su cuchillo de la suerte.

A veces me pregunto cómo es que Enit se volvió tan fuerte, mientras que yo no puedo cargar ni con la mitad de todo lo que ella lleva en este momento. Respiro profundo y cierro los ojos por un momento deteniéndome de golpe.

• ¿Peligro?

Siempre voy primero para saber si ha habido movimiento alguno por donde estamos caminando o indicios de alguna emboscada, también estoy al tanto de que nos ataquen fortuitamente; a veces lo olvido y solo me detengo haciendo que Enit se prepare para luchar sin motivo alguno.

• No, no, solo respiraba.
• ¿Qué clase de entrenamiento de combate reciben los arqueros si se cansan tan rápido?
• Uno especializado en no morir.
• Y si te cansas de correr por tu vida, ¿sabes rogar con todos los sonidos animales?

Volteo para ver a Enit y responderle directo a los ojos, pero su imagen es imponente al ver como carga la bolsa de tela que lleva la carne del bontial con una mano y, con la otra, sostiene su espada lista para embestir a cualquiera que se presente; todo eso, llevando ramas y hojas secas en la espalda, además de todo el equipo que hemos ido juntando a lo largo de los días.

• ¿Qué?
• Estás algo sucia.
• Debe ser la sangre de esa estúpida ave.
• También hay barro en tu rostro.

Ella suspira.

• Prometo limpiarme llegando a donde sea que me estés llevando.

Sonrío, a pesar de que siempre es muy dura con todo, suele hacer las cosas que le digo, como si sintiera que mi inteligencia es superior a la de ella… supongo que sus habilidades y las mías, en complemento, nos han mantenido con vida todo este tiempo. Respiro profundo y vuelvo a caminar viendo con cuidado la tierra y hojas que nos rodean, pero no bajo la guardia, ni mi arco.

• Entonces, ¿a dónde vamos?
• A un claro.
• Estaremos expuestos.
• Hay un río cerca, conseguiremos agua de ahí y tendremos que plantar trampas alrededor.
• ¿Y qué haremos con los congles? Saltarán las trampas con facilidad.
• No es su territorio
• Deberíamos pensar en todo, ¿no crees?

Suspiro, tal vez tiene razón.

• Quemaremos hojas de soze, no soportan el olor.
• ¿Tienes suficientes para curarme el brazo?
• Sí, tranquila.
• ¿Cuánto falta?
• Poco, ya huele a humedad y puedo escuchar el curso del agua.
• Yo no escucho nada.