¡Oh exquisito pecado
que he de encontrar aquí!
Deja que la maldad abrase
el alma y corazón
de un soldado sin fin.
Tan dulce y tan peligrosa,
he de morir por ti.
Besa mis necesitados labios
pues de ti he de depender
para sobrevivir.
Dios perdone mi pecado,
deja que la maldad
consuma todo de mí,
pues en tus ojos escarlata,
un ángel llega a morir.
¡Oh pecado mio,
ven a mí!
Deja que muera
siendo infeliz.