Lita era una mochilera espacial. Adoraba viajar a diferentes lugares con su nave y, gracias a eso, conoció a diferentes personas provenientes de planetas y satélites.
Pero un día, llegó a un satélite muy especial. Gran parte de su superficie estaba cubierta por un océano y solo tenía una pequeña isla tropical.
— ¡Qué bueno! ¡Podré descansar ahí y buscar víveres para seguir mi viaje! – pensó Lita.
Aterrizó su nave por la orilla del mar. Y apenas sus pies tocaron la arena, un grupo de piratas la rodearon y la apuntaron con sus sables láser.
— ¿Qué haces aquí, intrusa? – le preguntó uno de los piratas, quien era un señor alto y barbudo, con el pelo blanco y lentes redondos.
— Disculpe, solo quiero descansar – le respondió Lita, alzando las manos de la sorpresa – estoy buscando víveres y creí que nadie viviría en este satélite.
— Pues nosotros ya la conquistamos. ¿Acaso no escuchaste sobre “Los piratas del satélite”?
Lita meneó con la cabeza. Permanecer largo tiempo dentro de su nave le “desconectaba” de las novedades de la galaxia. Por un lado, le permitía conocer diferentes mundos. Y por el otro, no sabía lo que se podría encontrar en cada lugar que llegaba. Si había guerra intergaláctica, o invasión de piratas espaciales a un pequeño satélite.
— Está bien. Me marcharé – dijo Lita, resignada.
Subió a su nave y fue en busca de otro satélite que, esta vez, sí estuviese deshabitado.
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Editado: 08.03.2025