Cuentos de Invierno: Historias que susurran al frío

Los Amantes

El amor siempre fue muy complejo. Especialmente si dos personas de diferentes tribus deciden comenzar una vida juntos.

Eso mismo les sucedió a Eira y Colden. Los dos jóvenes se habían conocido una primavera en un bosque que separaba sus dos aldeas. Ella pertenecía a una civilización de guerreros que siempre se encontraba involucrada en guerras de todo tipo con sus pueblos vecinos. Mientras que él había nacido en una de las tribus más intelectuales de todo el continente.

Si bien no se encontraban tan lejos, ambas aldeas tenían un tratado de paz que habían firmado luego de años de conflictos. Claro que un pacto no aliviaba las tensiones que existían entre ambas civilizaciones. Los rencores y recelos entre dos naciones que habían chocado en sangrientas guerras seguían presentes en toda la sociedad. Y esa era la principal razón por la que Eira y Colden se veían a escondidas, en el bosque.

Los meses pasaron. El caluroso verano llegó a su fin y el otoño duró tan poco, que los jóvenes apenas notaron el paso del tiempo. La nieve comenzó a apoderarse del bosque y cada vez era más complicado para los jóvenes verse. Las tormentas les impedían el paso por los caminos tradicionales y, como los días eran más cortos, no tenían tanto tiempo para estar juntos. Colden y Eira tenían que conformarse con el poco tiempo que la luz solar les brindaba.

A pesar de eso, no estaban desanimados. Cada vez que se encontraban en la nieve, jugaban cual niños pequeños: creaban muñecos de nieve, hacían ángeles o se bombardeaban con bolas de nieve del tamaño de sus manos.

A pesar del frío y de las condiciones climáticas, Eira y Colden se las ingeniaban para verse en el punto medio que habían establecido meses atrás. Y pese a que sus padres les preguntaban a dónde iban todo el día, ellos se las arreglaban para que creyeran sus mentiras. Eira les decía a sus estrictos padres que iba a entrenar al bosque. Ella solía practicar arco y flecha por pedido explícito de su padre, quien era un soldado de alto rango dentro de las milicias de su tribu. Siempre había sido tan estricto con el entrenamiento de su hija, que no le sorprendió que ella se fuera por largas horas al bosque a ejercitar su destreza con el arma. Por su parte, Colden, cuyos padres lo habían criado por el camino del arte, la espiritualidad y la intelectualidad, les decía que pasaba los días en el bosque leyendo e inspirándose para escribir su propia obra. Sus padres también le creyeron; ellos pensaban que su hijo había sido bendecido con un coeficiente intelectual superior al de los hombres comunes y que sería parte de la próxima gran generación de artistas que sacudiría el país.

Pero lo que los amantes no sabían era que, luego de un año de mentiras, sus progenitores habían comenzado a sospechar que algo raro estaba sucediendo. Y tanto de un lado como del otro, comenzaron a realizar pequeñas expediciones secretas para averiguar qué estaban haciendo realmente sus hijos.

Esa mañana de invierno, Eira y Colden se encontraron en su punto de reunión. Habían marcado el gran pino cubierto de nieve con una delgada tira de color naranja para que sea fácil de reconocer. Ambos llegaron a caballo y, luego de amarrar los animales al tronco, comenzaron a caminar en dirección a las pequeñas sierras en el norte.

Cada vez que el sol golpeaba contra sus laderas, las montañas se teñían de un extraño color violáceo. En primavera se podía escuchar el chillido de los pájaros recién nacidos, pidiendo por alimento. En verano los colores se volvían tan brillantes que el paisaje parecía ser sacado de una pintura. Y en otoño, los colores se tornaban marrones y anaranjados; la fauna y la flora se mimetizaban con las montañas hasta el punto en que uno no sabía dónde comenzaban y terminaban. Pero era en invierno donde aquellas montañas emitían suaves y cautivadores susurros.

Tomados de la mano, Eira y Colden solían pasar horas contemplando aquella imagen. La tormenta de nieve más reciente había logrado derribar uno de los pinos y ellos utilizaban aquel tronco como asiento. Era como encontrarse en la primera fila de una obra de teatro, solo que las principales actrices, las sierras nevadas, no necesitaban de mucho esfuerzo para mostrar su magnificencia.

Sentados allí, mientras las hojas de un pino los cubrían de los copos de nieve que caían desde los cielos, no podían evitar hablar de sus planes a futuro. Lo que en un principio había comenzado como una simple curiosidad por parte de ambos se había transformado en una gran amistad, y no había tardado mucho en mutar en amor. Eira y Colden se habían dado cuenta de que compartían muchas cualidades e intereses. Ambos habían llegado a la conclusión de que los impuestos por sus padres no eran de su interés y no tenían intención alguna de continuar con sus exigencias. Eso los motivaba a seguir viéndose, el apoyo mutuo y las ganas de tomar las riendas de sus vidas, juntos.

Se encontraban tan sumergidos en su propia conversación que apenas escucharon los caballos que se acercaban galopando sobre la nieve.

Para cuando se dieron cuenta de que algo no andaba bien, ya era demasiado tarde. Los padres de ambas familias habían logrado rodear a la pareja de este a oeste con un grupo de personas que los estaba ayudando en su búsqueda.

—¿Qué está pasando aquí? —tronó la voz del padre de Eira.

Los jóvenes se pusieron de pie de un salto y cada uno contempló a su padre con el rostro pálido por la sorpresa. Ambos chocaron de espaldas y quedaron estáticos ante las miradas acusadoras.

—¿Cómo te atreves a hacerle esto a mi hija, degenerado?

—Fue tu hija quien quiere embaucar a mi hijo —contestó el padre de Colden.

La tensión escaló de tal manera que ambos bandos ya tenían preparadas las armas para disputarse en una lucha que no llegaría a nada. Eira y Colden sabían que si la batalla se concretaba, traería como consecuencia una guerra entre ambos pueblos, en la que mucha gente inocente moriría. Y ninguno de los dos iba a permitir algo semejante.



#2752 en Otros
#719 en Relatos cortos

En el texto hay: invierno, magia, magia y amor

Editado: 12.06.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.