Cuentos de La Tata

Dodger

- Dodger es mi perro. Es mi más fiel colaborador en cuanto a la seguridad de mi casa. Soy policía, así que lo entrené militarmente para cuidar de mí y de mi propiedad; y yo cuido de él. Nos hemos convertido en grandes compañeros y mejores amigos.

A Dodger lo conocí en una tienda de mascotas. El dueño del lugar tenía una perrita que había dado a luz a siete cachorros y el hombre no podía quedarse con todos ellos. Una cosa es mantener una mascota pero siete son demasiados, y estos cachorros pronto crecerían. El sujeto puso un gran aviso, y la gente entraba para ver a los pequeños, pero se desalentaban al ver la raza: Rottweiler. Son muy pocas las personas que amamos esta raza, porque la consideran peligrosa para convivir en familia, pero yo pienso que si los entrenas y los tratas con amor, pueden ser tan fieles y mansos como cualquier otra mascota. Quedaban tres cachorros cuando entré a la tienda, y ahí estaba él, recostado sobre sus dos patas delanteras. Lo amé en cuanto lo vi, y atrevo a decir que él sintió lo mismo. Me lo llevé inmediatamente a casa sin pensarlo y desde entonces vivía conmigo.

En los últimos siete meses, tuve tres intentos de robo, y esa fue la razón por la cual decidí entrenar a Dodger. Lógicamente, busqué ayuda profesional, porque no quería arriesgar la vida de un tercero irresponsablemente si lo hacía yo mismo. Contraté un adiestrador quien comenzó la rutina de entrenamiento hace seis semanas. El sujeto es muy bueno en su área, porque Dodger obedece para atacar a razón de una palabra (¡Ataca!) y se detiene al escuchar otra (¡Para!).

El profesional me ha dado tips para seguir practicando el adiestramiento sin su supervisión, como por ejemplo, cuando mi perro obedece, le doy un confite canino como premio; y aún, cuando no obedezca, también tengo premiarlo. El profesional me ha dicho que no debo usar expresiones negativas con mi perro, porque no ayudaría al acatamiento de la orden, sino todo lo contrario, podría tornarlo agresivo. Usamos ramas, trozos de madera y almohadillas. Debo usar diferentes para estimular la mordedura de Dodger, y debo tener muchos de estos elementos, porque después de cuatro mordidas de mi perro, ya no sirven.

Dodger es todo un guardián de nuestro hogar, pero también es mi mejor amigo. Cada mañana salgo a trabajar, pero dejo a Dodger bajo el cuidado de un paseador de perros, que posteriormente lo lleva a su guardería animal, en dónde recibe su entrenamiento especial. Yo paso a recogerlo luego del trabajo. Los fines de semana nos vamos de paseo a alguna zona montañosa, o simplemente hacemos una hora de ejercicio y nos devolvemos a casa a ver películas todo el día.

Ayer domingo, decidí entrenar con Dodger lo que venía haciendo durante la semana. No hubo nada diferente a eso. Lo juro. Es cierto que debo hacerlo en presencia de un profesional, pero no hice nada distinto a lo que él venía practicando.

Justo cuando me encontraba en la rutina de entrenamiento, tuve una hermosa sorpresa: mi hermano, su esposa y mi sobrina llegaron a mi casa. Suspendí la rutina con Dodger para atenderlos y estar un buen rato con ellos. Hacía bastante tiempo que no me visitaban, ni yo a ellos, y había mucho de qué hablar.

Les preparé un delicioso pescado al ajillo, arroz con coco y ensalada de aguacate. Colocamos algo de música, vallenato y les serví un par de cervezas, y estábamos conversando alegremente hasta que... 

- ¿Hasta que, qué? - pregunta mi abogada - ¿Señor Rodríguez? ¿Señor Rodríguez?

- Hasta que... noté la ausencia de mi sobrina - miro a mi abogada y un nudo en mi garganta se asoma - No voy a describir la angustia que sentí cuando llegó a mi mente un recuerdo. Un recuerdo de haber olvidado algo importante.

- Vaya al grano señor Rodríguez. ¿Qué pasó?

- Escuchamos un grito. Mi hermano y yo nos levantamos del sofá y fuimos corriendo al patio. Y entonces - sigo sollozando - ahí estaba ella... yo... yo... yo cometí el error de dejar la almohadilla a la vista de mi sobrina... sólo tiene cuatro años... 

- Señor Rodríguez, por favor, necesito qué me diga qué pasó, tome un poco de agua y continúe.

- Mi sobrina... ella tomó la almohadilla... y Dodger... Dodger le arrancó la almohadilla, pero se trajo consigo sus bracitos también... yo, yo sólo pude decir ¡Para! y él inmediatamente se detuvo... Él me miró con sus ojos entornados y con la sangre de ella en su boca... esperando su premio.



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En el texto hay: humor negro, realismo oscuro, terror suspenso y sangre

Editado: 10.04.2024

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