Cuentos de la vida misma

La Universidad

El día en que fue a formalizar la inscripción en medicina, se le vino el mundo encima a Alfredo. En admisión le informaron que había perdido el cupo por no haber asistido a la verificación de papeles de educación media. Alfredo, consternado, les preguntó si sus papeles tenían algún problema, la encargada de admisión le dijo que no tenía problemas de documentos, pero que eso no lo eximía de asistir a la verificación. De nada valieron los alegatos de Alfredo quien explicó que el siguió todos los pasos contemplados en la página web y en redes sociales: Presentó la prueba de admisión, le enviaron el mensaje informando que había aprobado, llevó los documentos, le informaron por correo que los mismos fueron validados, llenó la planilla en admisión, pagó las tasas estipuladas y ahora correspondía formalizar y buscar su horario, esto último no pudo hacerlo porque, supuestamente, había otra verificación de documentos, la cual no fue convocada en ninguno de los sitios de la universidad, ni en redes sociales, por lo que Alfredo no sabía de ese otro paso.

Alfredo vivía un tormento. Él pensaba que con sus buenas calificaciones bastaba para ganarse un cupo, pero se dio cuenta que en los cupos otorgados por el Estado, por el Sistema Nacional de Universidades, las preferencias eran para los alumnos de colegios públicos, aunque en alguno de ellos, por falta de profesores, no se vieran todas las materias correspondientes. Los padres de Alfredo habían hecho un enorme sacrificio par que este estudiara en un colegio privado y cursara todas las materias, sin embargo eso no valía de nada para el Sistema Nacional.

Él, consciente de esto, había optado en todo momento por presentar la prueba interna de la universidad, se preparó para ello a consciencia y cuando presentó la misma quedó seleccionado para cursar la carrera de medicina. Todos estaban orgullosos de él, de su tenacidad, su esfuerzo, su dedicación, pero ahora recibía ese mazazo

Alfredo acudió a la Secretaría de la Universidad y no fue atendido, recibieron su queja, pero le dieron largas al asunto. Fue al rectorado y a la consultora jurídica de la universidad y, en ambos sitios, le dijeron que el Rector no podía hacer nada porque admisión dependía de la Secretaría y ellos eran autónomos y no rendían cuentas. Por último, se fue al Centro de estudiantes, ellos prometieron investigar y tomar acciones. Abatido se fue Alfredo porque varios alumnos con los que habló, le dijeron que el Centro de Estudiantes, era un organismo corrompido que se vendía a los intereses de la universidad, pero además le hicieron entender que la venta de cupos era una mafia muy presente, el sistema ayudaba a los de escasos recursos, los jóvenes de clase media-alta, no tenían opción para ingresar si no por prueba interna, pero ahí habían muy pocos cupos, por lo que la mayoría optaba por pagar en Admisión para conseguirlo; por su parte, admisión obtenía cupos haciendo una prueba interna, para luego desechar a los muchachos que lograban el ingreso por este medio, posteriormente vendían los cupos vacantes.

Alfredo quedó impresionado y asqueado. En su esfuerzo por buscar una explicación, se encontró a una persona honesta que le confirmó lo dicho por los estudiantes, los bachilleres qué no vienen por la selección que hace el Estado, están sujetos a lo que dicte la universidad. La prueba interna la hacen para justificar más cupos; luego desechan a los muchachos que no tienen quien los apadrine, para finalmente, vender esos cupos, en el caso de medicina, en 3.000 $. Esta fue la razón por la que se acabó la carrera de médico de Alfredo sin siquiera comenzar.



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En el texto hay: microrrelatos, aventura, vida cotidiana

Editado: 22.11.2024

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