Los arawaks vivían en la selva, eran una etnia indígena a unas dos horas en carro de la población más cercana. Ellos trataban de mantener sus costumbres ancestrales, su forma de vida, su idioma, eran una comunidad tranquila, con un estilo de vida primitivo y sencillo , pero que satisfacía sus necesidades y los hacía felices. Aunque habían dejado de ser belicosos, eran muy celosos de sus tradiciones y con la irrupción del criollo, que era como ellos denominaban a los que no eran indígenas puros como ellos.
Sembraban yuca, plátano, elaboraban casabe, que es un alimento que se procesa de la yuca, hacían artesanía, ambos productos lo comerciaban con los pueblos vecinos, todo esto con la certeza de que todo lo que se producía en la comunidad era para beneficio de todos, todo era común. Los arawaks compartía sus riquezas y sus miserias, todos se consideraban una sola familia y todos se cuidaban y ayudaban.
Todo esto cambió porque llegó el día en el que el gobierno requirió del voto de los indígenas. Necesitaban que la comunidad tuviese su representante legislativo, alineado con el partido gobernante y que también votaran por el candidato- Presidente. En tal sentido, le ofrecieron al Cacique y al Consejo de Ancianos que llevarían atención y modernidad, lo que se tradujo en: casas en la carretera para que pudiesen vivir bien y tuviesen capacidad de comerciar sus productos en las ciudades cercanas, identificación para ser considerados ciudadanos y pudiesen votar, escuelas, microcréditos para que sembraran y parcelaran la tierra, pero también les llevaron bolsas de comida y atención médica.
La comunidad indígenas de los arawaks cambió a partir de ese momento. El parcelamiento de la tierra ocasionó que se abandonara la agricultura porque el trabajo que se hacía fácil entre todos, se volvió pesado para uno solo; pero además, la seguridad de que les iba a llegar la bolsa de comida les hizo ver innecesario trabajar la tierra para su alimentación. El otorgamiento de casas por familia hizo que abandonaran la comunidad, ya cada uno se preocupaba estrictamente por los suyos, se olvidó la hermandad entre todos y la solidaridad fue sustituida por el egoísmo. El comercio de la artesanía fue acaparado por los Caciques, devenidos ahora en diputados, quienes exigían un numero determinado de artesanías por familia y luego la comerciaban ante el gobierno nacional, ofreciendo votos por un buen pago, en nombre de la comunidad que representaban, pero a las familias le daban una fracción mínima de lo que cobraban. Los jóvenes fueron las principales víctimas de la droga, del alcohol, de la prostitución y de los juegos de envite y azar, pero los pocos que no caían en alguno de estos vicios, optaban por abandonar su comunidad.
Diez años después, los Arawaks siguen en esa carretera, sus casas se las quitaron o las perdieron en apuestas, en alcohol o por drogas, los centros de salud y las escuelas fueron abandonadas por médicos y maestros. No trabajan, no siembran, no cazan, las artesanías solo las hacen los ancianos, los caciques son simples políticos que no los representan, sino que representan a los partidos políticos y a sus propios intereses económicos. El indígena común vive de bloquear el tránsito con piedras o palos para pedir dinero a cada conductor. Los problemas médicos, producto de la mala alimentación y el alcoholismo, se han multiplicado. Ahora se puede decir que los Arawaks abandonaron el primitivismo en el que vivían y ahora forman parte de la sociedad moderna