En un ambiente de vida hostil, con carencias a diestra y siniestra, encima de todo, en medio de una penumbra desquiciante, producto de un apagón general que tenia al país en vilo, se encontraba Eduardo, a sus cuarenta años, cavilando sobre la expectativa de vida que tenía de niño en contraste con su realidad actual.
De niño soñaba con grandeza, no le importaba el dinero, total lo que él necesitaba era provistos por su padre y su madre, sin lujos, pero tenían los necesario para vivir.Por eso, él no soñaba con dinero. pero otras cosas si lo ilusionaba,. Se imaginaba recibiendo un Nobel de literatura o de física. Se idealizada recibiendo honores en un desfile militar o siendo vitoreado por multitudes luego de una victoria militar o deportiva incluso. Hasta soñaba con ser Presidente de la República. En fin, lo ilusionaban las ovaciones populares, los vitores del pueblo alegre, aclaración de las multitudes.
Durante su juventud, mientras cursaba la educación media, empezó a entender que el camino de la vida es mas complejo que lo que él se imaginaba. No bastaba con soñar ser Presidente o algo por el estilo, hay muchos factores que influyen para que una persona logre sus objetivos, o simplemente para que sea feliz. La imaginacion no era suficiente, el esfuerzo y una pizca de suerte tienen que estar presente; pero ademas comenzó a entender que el dinero era necesario.
Sin embargo, seguía pensando que la grandeza estaba en su camino porque él se esforzaba en estudiar, en aprender cosas nuevas, en analizar cada situacion y en ser crítico en lo que veía. Al salir de la universidad creía que esforzándose, que acumulando méritos y teniendo una probidad moral, alcanzaria la grandeza. Por meritocracia la grandeza estaba a su alcance.
Pero la realidad lo alcanzó, se casó y tuvo hijos, la situación económica le abrió los ojos, lo hizo caer en tierra y comprendió en este momento que los sueños solo son eso, sueños, que la realidad lo impulsa a ser pragmático y luchar no por la grandeza, sino por la subsistencia. Los hijos y sus necesidades le dieron otra perspectiva de vida. Comprendió el significado de que alguien, al que se quiere mucho, dependan de él.
Aunado a esto, entendió que más que por méritos, las relaciones personales son las que marcan los ascensos, sobre todo en sociedades con nuestra idiosincrasia latinoamericana y caribeña específicamente. Lamentablemente, Eduardo no era persona de hacer muchos amigos. Su franqueza para decir lo que sentía, su capacidad de raciocinio y su capacidad de trabajo, opacaban incluso a sus superiores y esto no caía bien. Llego un momento en el que Eduardo se sintió estancado y la situación politica, social y económica del país no ayudaba porque se llegó a un punto en el que era más valorada la lealtad que la capacidad de trabajo o los valores morales de una persona.
Eduardo vio a sus hijos crecer, lamentó que ellos vivieran cerencias que él no tuvo de niño. Pero se consoló analizando que su grandeza estaba en ellos, en educarlos, formarlos, pero sobretodo en cuidarlos y darle valores que en cualquier pais serían apreciados. A estas alturas de su vida se preguntaba si ese pensamiento no seria mas bien conformismo. Si sentirse satisfecho con la crianza y protección de sus hijos, no sería simplemente resignación por saber que había apuntado muy alto sobre su destino, lo que le puso a pensar que su vida era solo mediocridad. Por otro lado , también pensó que su vida no era lo que él esperaba porque tuvo la mala suerte de nacer y vivir en un lugar y momento equivocado.
La resignación y desconsuelo de Eduardo se unió al amor por sus hijos. A partir de ese sentimiento solo tuvo la certeza de que para evitar que ellos sintieran lo que él estaba sintiendo en ese momento, era necesario luchar contra el orden impuesto, un orden mediocre que no valora el mérito, un orden en el que priva la lealtad por sobre los valores y el trabajo. Eduardo se transformó en niño nuevamente, pero ahora soñaba connun país de oportunidades y estaba dispuesto a alcanzar ese sueño