La bulliciosa ciudad invitaba a los jóvenes universitarios a disfrutar de los sabores de la noche. Eran unos jóvenes muy unidos que se conocían desde pequeños, todos venían del mismo pueblo, todos con unas ganas de comerse el mundo y salir adelante por ellos y sus familias. El grupo estaba formado por cuatro muchachos, quienes ese día estaban decididos a celebrar; por lo que se fueron a la mejor zona de la ciudad. Realmente, para ellos, este era un día muy especial, su sueño de una vida mejor, lejos de las carencias que veían en su pueblo, estaba más cerca de concretarse, ese día celebraban que acababan de aprobar el primer semestre de sus respectivas carrera. Para ellos no solo era un triunfo académico, era un triunfo de vida, ellos estaban lejos de sus familias, lejos de sus afectos, lejos de todo lo que hasta ahora conocían, lejos de la seguridad, a merced de una ciudad que, por lo grande y cosmopolita, a ellos les atemorizaba. Ellos lucharon contra esos demonios y contra las personas que habían tratado de desanimarlos en su busqueda de superación. Ellos habían aprendido a superar todas esas dificultades,estaban haciendo enormes sacrificos porque iban a clases de día, trabajaban medio tiempo en las tardes y día completo los fines de semana, estudiaban de noche y en cualquier rato libre. Pero ahora, seis meses después de iniciada esta travesía, estaban seguros que podían alcanzar sus objetivos. Por eso ellos querían celebrar.
Era la primera vez que salían, que se distraían, porque desde que llegaron todo fue estudiar, trabajar y adaptarse a una ciudad que a primera vista parecía un monstruo. En su pueblo estaban a sus anchas, caminaban sin temor, a cualquier hora, por cualquier calle; mas allá de eso, por donde pasaban alguien los saludaba, o les daba alguna muestra de cariño cuando menos. El pueblo donde vivían, pequeñoy pintoresco, lo recorrían en un tiempo menor a una hora, aqui vivía gente solidaria, todos se consideraban familia, a ellos, a los cuatro muchachos nunca les faltaba un plato de comida o un vaso de agua. En cambio, en la ciudad todo era distinto, no conocían a nadie, nadie los ayudaba en nada, nadie les daba nada, aun cuando lo pidieran, tampoco recibian muestra de afecto, eran ellos cuatro contra el mundo y el undo contra ellos, por lo menos ellos asi lo sentían cuando llegaron. Sin embargo, ahora ese agobio que sentían en la ciudad se disipaba, comprendieron que era posible adaptarse a una vida tan distinta y eso había que celebrarlo. Empezaron a tener fé en que sí se iban a graduar, lo que tenían que tener era tenerpaciencia y afinar su sentido de adaptación.
La vida para ellos en la ciudad parecía cambiar en la ciudad. Se sentían renovados con ese soplo de optimismo, ya todo se sentia distinto, ellos eran distintos. Por primera vez se sintieron como se sentían en su pueblo, caminaban despreocupados por la calle, nada les parecía extraño, el miedo al monstruo de la ciudad había quedado atrás, el sentimiento de soledad, por la falta de rostros y voces conocidas, estaba en el pasado, la agonía de la nostalgia, esa nostalgia pesada que está a punto de convertirse en depresión y que nos hace desistir de nuestros proyectos para volver sobre nuestros pasos, había desaparecido de sus vidas. Ellos, los cuatro amigos, exhudaban confianza y felicidad, ellos caminaban al futuro que pintaba esplendoroso, brillante, incluso la ciudad, que ya sentian que dominaban, les mostraba ese futuro que ellos veían desde niño cuando, mientras volaban papagayo en la plaza del pueblo, su imaginación les mostraba todo lo que podían llegar a hacer estudiando y preparándose. Este día para ellos era de felicidad
Con esa felicidad a flor de piel, buscaron un local donde compartir su alegría. En este momento estaban conociendo la ciudad que hasta ahora se les ocultaba. Esa ciudad nocturna, majestuosa, vibrante, adornada de luces, donde la música era protagonista, pero además te invitaba a disfrutar. Esa ciudad los sorprendio y los empezó a cautivar, querían perderse en ella, para conocer todo lo que les podía ofrecer. Quedaron absortos con la gran cantidad de personas que disfrutaba la noche, eran personas distintas a las que ellos veían cotidianamente, sus ropas, su soltura, sus movimiento, su comportamiento, parecía que de día salía un tipo de persona distinto a la que salía de noche. En cada local que veian, había una fila de personas para entrar, había sitios para todos los gustos y ellos, los amigos, no decidían que hacer, adónde ir. Como era costumbre en el pueblo, en la que ante cualquier actividad festiva todos iban con sus mejores pintas, estos cuatro muchachos vistieron sus mejores trajes. A pesar de no tener mucho dinero, a sabiendas que un día como ese solo podrían repetirlo cuando terminara el otro semestre, si acaso, ellos decidieron que buscarían el sitio que más les gustará sin importar cuán caro sería. Nunca habían entrado a una discoteca, en su pueblo no había, por lo que, cuando alguien quería divertirse tenia tres opciones: o se divertía en su casa, tomando con los amigos y haciendo un sancocho o una parrilla, la segunda era ir para los salones de pool o billar a jugar y a tomar o, la última opción era ir a una licorería, donde se reunían varios, escuchaban música a través del equipo de sonido de algún carro o el de la licorería y pasaban la noche bailando y tomando. Ellos, en esta ocasión, querían conocer lo que se sentía estar en una discoteca y hacia allá se dirigieron
Parados en la corta fila, esperando el momento de entrar, lo cual era a discreción del portero, se dieron cuenta que los visitantes del sitio era gente de cierta posición, los que llegaban en vehículos era en camionetas de lujo, motos de alta cilindrada, los de la fila tenían ropas de marca, teléfonos gama alta, entre otras cosas; sin embargo eso no los amilanó, más bien los incentivo a procurar visitar, siempre que se pudiera, sitios como este. Cuando finalmente fueron a entrar el portero cobró entrada y dejó pasar a Hector, a Miguel y a Alexander, pero le negó la entrada a Manuel. Todos quedaron atónitos, le preguntaron al portero que estaba pasando y este solo quiso responder que el local se reservaba el derecho de admisión. Manuel se sintió avergonzado, se apartó del grupo y le pidió a sus amigos que entraran mientras él se iba. Sus amigos reclamaron aún más al portero y este, acompañado del personal de seguridad y tratando de quitárselos de encima para no provocar escándalo que afectara a la concurrencia les dijo: "su amigo no puede ser aceptado en el local porque es negrito".