Cuentos de Navidad

Una Navidad para la Familia Ratón

En el corazón del bosque, bajo el tronco hueco de un viejo roble, vivía la Familia Ratón: Papá Ratón, Mamá Ratona, y sus tres hijos, Ricitos, Bigotes y Peque. Era una familia unida y feliz, siempre dispuesta a ayudarse entre sí y a disfrutar de las pequeñas alegrías de la vida. La Navidad se acercaba y, como todos los años, estaban emocionados por celebrarla juntos.

Una fría mañana de diciembre, mientras Papá Ratón estaba buscando provisiones, encontró una pequeña caja de cartón que alguien había dejado a la orilla del bosque. Curioso, se acercó y, para su sorpresa, encontró dentro adornos navideños que brillaban como estrellas. Lleno de alegría, decidió llevarlos a casa para sorprender a su familia.

Al llegar al hogar, Papá Ratón fue recibido con abrazos y besos. Con una sonrisa, les mostró su hallazgo y la familia comenzó a decorar su pequeña madriguera. Mamá Ratona hizo guirnaldas con ramitas y hojas secas, mientras Ricitos y Bigotes colgaban las bolas de colores en las ramas del árbol más cercano. Peque, el más pequeño de todos, se encargaba de colocar las luces que iluminaban el hogar con un cálido resplandor.

El día de Nochebuena, la familia Ratón se despertó temprano para preparar una gran cena. Mamá Ratona cocinó su famosa sopa de setas, y Papá Ratón horneó una tarta de nueces. Los ratoncitos se encargaron de recolectar bayas y frutos del bosque para el postre. Todo el día estuvieron trabajando y disfrutando del espíritu navideño.

Cuando llegó la noche, se sentaron alrededor de la mesa y Papá Ratón comenzó a contar historias sobre las navidades pasadas. Las risas y los cuentos llenaron el aire mientras cenaban. Después de la cena, se reunieron alrededor del árbol y cantaron villancicos. Incluso Peque, con su vocecita dulce, cantaba con entusiasmo.

De repente, escucharon un suave golpeteo en la puerta. Papá Ratón se acercó cautelosamente y, al abrir, encontraron a un pajarito temblando de frío. El pobre animalito había perdido el rumbo y estaba solo y hambriento. Sin dudarlo, la Familia Ratón lo invitó a entrar y compartir la calidez de su hogar.

El pajarito agradeció la amabilidad de la familia y, como muestra de gratitud, les regaló una pluma de sus alas. Esa noche, el pajarito compartió historias de lugares lejanos y aventuras increíbles. Los ratoncitos escuchaban con los ojos brillantes, soñando con las maravillas del mundo más allá del bosque.

A la mañana siguiente, la familia Ratón despertó con una sorpresa. Frente a la madriguera, había un pequeño árbol decorado con frutas y nueces, y en la cima, la pluma del pajarito brillaba como una estrella. Mamá Ratona, con los ojos llenos de lágrimas de alegría, abrazó a sus hijos y a su esposo. La Navidad les había traído no solo alegría y regalos, sino también un nuevo amigo.

Desde aquel día, cada Navidad, la Familia Ratón y el pajarito se reunían para celebrar juntos. La pequeña madriguera del roble se convertía en el lugar más cálido y feliz del bosque. Y así, año tras año, la magia de la Navidad continuaba iluminando el corazón de todos los que vivían en aquel rincón del bosque.

Fin.




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