Sus uñas rasgaban la madera desesperadamente,
Sus gritos eran los más altos de su vida, pero sordo para los demás.
Su fuerza era extraordinaria pero inútil en esa posición.
Tragaba su sudor y respiraba la evaporación de esta.
Un silencio total nació, pero murió rápidamente al nacer un palpitar apresurado en su corazón.
El aire se acababa velozmente, al igual que sus energías.
No se oía nada, solo el eco de la claustrofobia al haber sido enterrado vivo.