Cuentos de Oz

Doble vida.

Una noche soñé con una linda mujer que me decía: “Amor”, se sintió tan real que le comenté a
mi esposa, ella solo se rio, puesto que solo se trataba de un sueño. A la noche siguiente la volví
a ver en sueños, me pareció curioso verla nuevamente, le dije que ya venía viéndola por
segunda vez en mis sueños, se rio y me preguntó quién era Mónica, ahí me asusté, ya que
Mónica era mi esposa, le pregunté cómo la conocía y me respondió que la mencioné mientras
dormía. Para ese entonces ya estaba muy confundido. Me preguntó otra vez quién era ella y
dudoso le dije que era mi esposa en la vida real y que al parecer ella lo era aquí, en mi sueño.
Yo, Juana, soy tu única esposa, dijo enojada. Esa noche desperté sobresaltado y Mónica
acostada a mi lado me contuvo, no quise contarle el sueño para no preocuparla, pero a la
mañana me dijo que en reiteradas ocasiones mencioné a Juana. Le comenté que ella es la
mujer en mis sueños que me dice: “Amor”, además cree que soy su esposo y lo más extraño es
que ella dice que mencioné tu nombre al estar dormido en ese sueño, no entiendo nada.
Solo se largó a reír, bajándole el perfil a todo lo extraño que era esto. La noche se acercaba y le
temía a dormir. ¿Sería que todo fue un sueño de mal gusto? Esta noche lo sabría.
Intenté dormirme lo más tarde posible para permanecer poco tiempo en ese sueño, si es que
volvía a él, y así fue, Juana empezó a retarme por llegar a altas horas de la noche. No me hacía
escenas de celos mi verdadera esposa y tenía que aguantar las de mi sueño, solo me quedaba
seguirle el juego hasta que despertara. Juana me decía que debía acompañarla al médico al día
siguiente y yo me daba el lujo de llegar tarde. La acompañé y la ciudad en mi sueño era la
misma en la que vivía en la realidad, solo que se veía más antigua.
Cuando desperté mi mujer estaba ardiendo en fiebre, me levanté y la llevé al doctor, ya allí mi
señora ingresó a la consulta del médico y yo aguardé en la sala de espera. Una enfermera
(Ester, decía su credencial) ya de edad se me acercó y me dijo: Oiga, usted está igual a como lo
vi la última vez hace años. Creo que me confunde, le dije. Para nada, dijo, nombres y caras no
las olvido jamás, continuó. Mi cara de incredulidad era notoria, no pongas esa cara exclamó,
hace como 15 años viniste con tu esposa Juana, recuerdo su nombre porque así se llamaba mi
madre, prosiguió.
¿Cómo era posible que mi yo del sueño hubiese estado aquí mismo hace 15 años? Mi esposa
salió de la consulta del doctor y rápidamente me paré y me fui, dejando a la enfermera
hablando sola. Camino a casa no dije nada, ni siquiera pregunté cómo le había ido a mi mujer.
Por primera vez quería dormir y buscar respuestas en Juana, ella debía saber algo. En casa,
Mónica algo decaída decidió tomar una siesta y yo la acompañé, era la excusa perfecta.
Ya en el sueño, encontré una nota en la mesa que decía: Entré en labor de parto, me fui al
hospital. Corriendo partí yo también, pensaba ¿Y en qué momento estuvo embarazada?, la vi
gordita, pero nunca imaginé que sería por eso. Al llegar al hospital me acerqué a recepción y
pregunté por Juana, no sabía su apellido y la enfermera (Ester, decía su credencial) me dijo,
claro, ingresó hace unas horas por una labor de parto compleja, acompáñeme. Me hicieron
pasar a un cuarto donde estaba una cunita y un bebé en ella, me acerqué a verla y ahí estaba
una pequeña niñita durmiendo.
Quise acariciarla, pero el doctor con una voz seria me dijo: Solo la pudimos salvar a ella, su
esposa Juana no pudo soportar el parto, llegó muy mal, lo siento.

Me di vuelta a mirar al doctor y desperté con la tos de Mónica. No sé con qué cara habré
despertado que a mi esposa se le quitó hasta la carraspera. Muy paranoico me levanté y sentí
que debía volver a ese hospital. Camino a él pensaba en Ester, la enfermera que me había
reconocido. ¿Qué había sido del cuerpo de Juana y qué pasó con mi bebé? Eran preguntas que
me bombardeaban la cabeza.
Como loco entré a la sala de espera y llamé a viva voz a Ester, unos paramédicos me dijeron
que me tranquilizara, me sentaron y llamaron a Ester. Llorando a mares la agarré de los
hombros y le supliqué que me dijera que había pasado con ellas. ¿Dónde estuviste todo este
tiempo? Preguntó, no pudimos encontrarte, continuó.
A Juana tuvimos que enterrarla en la fosa común que tenemos en el hospital y a tu hija la
dimos en adopción, explicó. No podía creer todo lo que estaba pasando, no tenía sentido.
Cuando quise ir al baño a mojarme la cara mi señora entró a la sala de espera. ¿Qué haces
aquí? Le pregunté. Sabía que vendrías a buscar respuestas, respondió. Mi mente estaba a
punto de estallar, sentía que todo giraba a mi alrededor. Llevas años teniendo estos sueños y
cuando te das cuenta de todo vienes para acá, dijo Mónica.
¿Quieres decir que lo sabes todo? Le reclamé, sí, ya hemos pasado por esto, creíamos que
habías olvidado todo, pero tu mente volvió a recordarte a tu ex, dijo.
¿O sea todo este tiempo sabías que tenía una hija por ahí y nunca me lo dijiste? (procede a
estrangular a Mónica)
Sobresaltada Mónica despierta asimilando poco a poco que todo fue una extraña pesadilla.



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En el texto hay: locura, suspenso, terror

Editado: 25.11.2023

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