Cuentos de Oz

El mecánico.

Nuestra relación de pareja iba mal hace años, su sola presencia me ponía mal genio, la odiaba.
Lamentablemente bastó solo una noche de borrachera para que quedara embarazada, ahora
odiaba también al bebé. Era igual a ella, lloraba día y noche, podría haberme ido de casa, pero
era mía, si alguien debía irse eran ellos. Desafortunadamente el taller mecánico donde trabajo
es en la casa, la veo y oigo todo el maldito día, me estresa.
Medio borracho estaba cortando un estanque de combustible de un camión y pensé que sería
un buen lugar para desaparecerla. Entré a casa a orinar y empezó a gritonearme con esa voz
aguda y chillona. No lo pensé dos veces, agarré su cabeza y la estrellé contra la pared, una y
otra vez hasta que dejó de chillar. Se sintió tan placentero el silencio por primera vez en casa
que de haberlo sabido antes, lo hubiera hecho hace años. Esa noche la doblé en posición fetal,
la amarré y la metí al estanque de combustible del camión que estaba reparando, con el bebé
hice lo mismo, solo que lo metí dormido. Una vez instalados ambos estanques procedí a
llenarlos. A los días llegó el dueño y se lo llevó, la mancha de sangre en la pared me recordaba
a ella, la limpié y santo remedio.
A la semana llegó la desagradable de mi suegra a preguntar por su hija y nieto, le inventé que
me había abandonado, obviamente no me creyó, pues se hubiera ido a su casa. Con insultos la
saqué y le dije que no volviera más. Si volvía ya sabría qué hacer, pensé. Al poco tiempo, el
dueño del camión llegó al taller a reclamarme que el combustible no rendía, obviamente era
por que no estaban vacíos, pero eso él no lo sabía. Le dije que estaba todo normal, no me
creyó nada y lanzando improperios se marchó.
Vivía la vida muy tranquila, trabajando y haciendo nada en mis tiempos muertos. Mientras
estaba sentado en el sofá viendo televisión, una noticia de último minuto interrumpió mi
programa. Un camión había sido detenido en la frontera al querer ingresar al país, rayos equis
habrían dado como resultado a dos personas ocultas en los estanques de combustible. El
chofer estaba detenido y llevado a declarar. Al liberar los cuerpos, estos estaban hinchados y
negros. Mi paz y tranquilidad tenían los días contados, en cualquier momento la policía vendría
por mí.



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En el texto hay: locura, suspenso, terror

Editado: 25.11.2023

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