Un día me agregaron a un grupo de WhatsApp donde no conocía a nadie, los demás
integrantes preguntaban quién era el administrador y por qué se les había invitado. No hubo
más respuesta que una ubicación y a la hora que debíamos estar ahí. Me pareció super
extraño, dudé en ir, pero la idea de lo misterioso que era todo me convenció.
Puse el GPS y alcanzaba a llegar dentro de la hora citada, era a las afueras de la ciudad en un
antiguo pueblo abandonado. Arreglé mi mochila, un abrigo y mi pistola, en caso de que todo
esto se volviera turbio y peligroso, luego me fui en mi auto. Una hora más tarde ya estaba en
aquel lugar, revisé el grupo en mi teléfono y muchos se habían salido y poco a poco empezó a
llegar más gente. Nos preguntamos si alguien de ahí sabía algo, pero nada, todos los presentes
estaban de curiosos igual que yo.
La puerta de un antiguo hotel se abrió, llamamos y no obtuvimos respuesta, al entrar vimos
una pizarra con unos pasos a seguir escritos en ella, estos decían:
1. Escojan una llave del mostrador.
2. Solo una por persona, la que quieran.
3. Posiciónense frente al cuarto correspondiente al número de la llave.
4. Solo una persona por cuarto.
5. Cada cinco años podrán volver a escoger otra puerta.
6. Cuando suene la campana deben entrar.
Unos se rieron y otros quisieron retirarse, pero la puerta estaba cerrada. Bueno, terminemos
con esto, grité. Éramos como 50 personas en total y uno a uno fuimos tomando una llave.
Tomé una al azar y era la número 33, era curioso, las llaves estaban justas, eso me puso en
alerta y puse mi arma más a mano. Me situé frente al cuarto 33, moví la chapa para poder
echar un vistazo, pero estaba cerrada, al minuto sonó la campana, la misma cuando uno hace
entrada a un hotel, puse la llave en la chapa y abrí la puerta. Antes de entrar nos miramos con
los que estaban a mi alrededor, el interior del cuarto estaba oscuro, entré y la puerta se cerró
de golpe.
De pronto una luz me cegó por unos instantes y empecé a sentir frío, cuando pude volver a
ver, estaba en la falda de unas montañas nevadas, no creía lo que estaba sucediendo. Miré a
mi alrededor y estaba solo, a lo lejos divisé humo, saqué el abrigo de mi mochila, me lo puse y
partí en dirección del humo. Ya cerca vi que era una chimenea de una casa rocosa, Hola, grité,
y una bella joven que estaba refugiando unos animales en su granero me vio y se asustó. Le
pedí ayuda y le expliqué que no sabía dónde estaba ni como había llegado ahí.
¿Cómo sé que dices la verdad? Me preguntó. Le conté toda la historia hasta llegar ahí, de
donde venía y que tenía mucho frío. Media desconfiada abrió la puerta del granero y me hizo
pasar. Con un tridente en mano me dijo que podía pasar la noche ahí si quería, apuntándome a
un pajar. Acepté inmediatamente y le agradecí, luego me preguntó de dónde venía, ambos
teníamos muchas preguntas. Le sorprendía que vistiera ropas raras y mi aspecto.
Yo: Disculpa, pero ¿Dónde estoy y que año es? Todo se ve antiguo aquí.
Ella: Estamos en Vinda, en el año 1.323.
Yo: ¡¿1.323?!
Ella: Sí, ¿Por qué te asombra tanto?
Yo: ¡Yo soy del año 2.023!
Ella: Imposible, demuéstralo.
Yo: Mira mi ropa, mi mochila, es más, tengo mi teléfono celular, mira.
Ella: ¡Guau! ¿Entonces eres un tipo de viajante en el tiempo? Tengo vagos recuerdos, pero mi
madre, Berta, me contó cuando era niña una historia similar.
Yo: Puede ser, pero si fuese así, todas las personas que aceptamos este reto deberíamos estar
por acá.
Ella: ¿Estás seguro? Podrían estar en otras épocas, ¿Viste a alguien de ellos al llegar acá?
Yo: No, no vi a nadie más, quizás tienes razón.
Ella: Mira, mejor descansa, toma mi abrigo de piel, se ve que tu ropa no te mantendrá
abrigado por mucho y hoy nevará con más fuerza. Y por cierto ¿Cómo te llamas? Yo soy Helga.
Yo: Gracias y perdón, me llamo Erick.
Helga: Un gusto viajante en el tiempo, nos vemos mañana.
Erick: Hasta mañana.
Esa noche dormí como un oso, pero antes estuve dándole vueltas a todo lo que estaba
sucediendo, no lo podía creer. Estaba decidido a buscar a los demás participantes, no podía
estar solo, revisé mi teléfono en busca de respuestas, pero estaba apagado y no encendía.
A la mañana siguiente Helga me despertó cuando sacó a sus animales al corral. Me trajo ropa
acorde a la época y un desayuno caliente. Durante el día salí a recorrer el pueblo en busca de
los demás viajeros, desafortunadamente no encontré a ninguno. Helga recordó que hace
muchos años había un ermitaño que vivía en un pueblo cercano, pero alejado de la civilización.
Erick entusiasmado partió rumbo en busca de respuestas. Cuando llegó al poblado, la gente lo
miraba raro, pues su cara no era común, era trigueña y con barbas perfiladas. Preguntó por el
ermitaño, le dieron las referencias de cómo llegar, pero le dijeron que no se hiciera muchas
expectativas puesto que hace años nadie lo veía. Y así fue, a lo lejos se divisaba la cabaña,
rodeada de árboles en donde uno de ellos él yacía colgado, fue shockeante al principio, luego
se percató que el cuerpo llevaba años. Se adentró en la cabaña y lo que encontró lo dejó con
más preguntas que respuestas.
No lo podía creer, las paredes estaban llenas de hojas con escritos que describían su diario vivir
ahí. Erick leyó cada página y entendió que aquel ermitaño era uno de los participantes que
había llegado muchos años antes que él. También había buscado respuestas y
lamentablemente no las encontró. En eso, Erick recordó una de las reglas, Cada cinco años
podrán volver a escoger otra puerta, entonces en ese tiempo debía volver a donde la puerta lo
había traído, a la falda de la montaña nevada. Era obvio que el ermitaño no puso atención a las
reglas o simplemente no las entendió.
Devuelta en casa de Helga, Erick le contó todo. Debía estar en aquella montaña en cinco largos
años más, cuando la puerta volviese a aparecer. El tiempo pasó, consiguió adaptarse al lugar,
trabajar como aprendiz de herrero y ser parte esencial en el desarrollo del poblado, en poco
tiempo el lugar había evolucionado considerablemente con sus conocimientos del futuro.
Entre Erick y Helga había nacido una gran amistad que estaba al borde del amor, no querían
dar el siguiente paso pensando en lo que se vendría, pero era inevitable lo que sentían. Sin
miedo al futuro y analizando muy bien si quedarse ahí en 1.323 o volver al 2.028, decidió dar
rienda suelta al amor.
Faltaba poco para que la puerta apareciera y ambos estaban nerviosos, Helga creía que le
amarraba y Erick, por su parte quería estar con ella. Ahí fue cuando se le ocurrió la idea de
averiguar en qué lugar exacto el ermitaño había aparecido, así Helga podría atravesar esa
puerta, Erick en la suya y ambos encontrarse en el 2.028. Con el tiempo en contra fueron al
poblado vecino, averiguaron con ancianos la proveniencia del ermitaño y solo uno muy
longevo había oído de niño, que fue encontrado dentro de la pileta de la plaza del pueblo. Con
esta información saltaron de la felicidad y decidieron que cada uno atravesaría una puerta
para reencontrarse en el futuro.
Al mes, los cinco años habían pasado, se despidieron y ambos partieron al lugar donde
aparecerían las puertas. Erick, muy nervioso esperaba con ansias encontrarse con Helga,
cuando de repente la puerta apareció frente a él, giró la manilla, se abrió la puerta y la cruzó a
oscuras, ya cuando se hizo la luz, estaba en el pasillo de aquel antiguo hotel. Helga no aparecía,
Erick, muy preocupado se tomaba la cabeza, caminaba enfrente de cada puerta, estaban todas
cerradas, hasta que por fin una abrió.
Helga esperó frente a la pileta del pueblo y ante sus ojos apareció la puerta, se metió al centro
de la pileta, giró la manilla y para su desdicha un hombre salió de la puerta empujándola, se
secó el agua de la cara y vio como la puerta desaparecía. El hombre que se veía muy mayor la
ayudó a levantarse y le dijo: Lo Siento Helga, solo los que participamos podíamos volver y no
me imaginaba una vida sin ti, así que entré puerta tras puerta esperando cinco años en cada
una de ellas para poder reencontrarme contigo.