Cuentos de terror de mi tio Tankhun (tankhun/venice)

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NO TREPAR

NO TREPAR

El jardín estaba cercado en todos los lados por una elevada pared de piedra salpicada y con manchas de un liquen amarillo, gris y blanco crema. Hacia El costado este, la pared tenía un par de puertas altas en madera oscura que se abrían hacia un largo camino de cascajo. Hacia el oeste, la pared tenía una pequeña abertura. Entre dos arbustos terriblemente puntiagudos había una puerta rayada y desgastada, en forma de arco y color verde botella, con un pesado aro de hierro forjado para sostener el picaporte que la mantení acerrada. Al otro lado de esta puerta había un prado de unos dos acres más o menos, flanqueado a un lado por la misma pared del jardín; en otro, por un seto de espinos, avellanos y cornejos, y en los otros dos por un poste de madera y una baranda. Casi en el centro de aquel prado había un árbol enorme y muy antiguo.

El padre de Bible le había señalado con orgullo el árbol mientras lo llevaba en un recorrido por su magnífica nueva casa y sus terrenos. El padre de Bible no era muy propenso a grandes muestras de emoción y parecía guardar toda su pasión para el trabajo, que Bible no comprendía muy bien del todo, excepto que se trataba de algo que tenía que ver con dinero y con hacer dinero. Pero, mientras le enseñaba el árbol a Bible, su padre se mostró inusualmente sentimental. Pasó el brazo alrededor de Bible, de forma incómoda pero tierna, y dijo: —¿Ves ese árbol, hijo? ¿El viejo olmo? ¡Qué gigante! ¿No es maravilloso? Debe tener cientos de años de edad. Las cosas que habrá visto, ¿ah? Bible tuvo que admitir que aquel olmo era en realidad bastante maravilloso. Erguido ahí en el centro del prado, parecía un animal en un potrero, o más bien como un animal de zoológico en su jaula; encerrado, pero para nada domesticado.

—Tengo algo para ti —dijo su padre —. Espero que te guste. Le entregó a Bible una pequeña caja azul que, al abrirla, exhibió un reluciente reloj de bolsillo, de oro.

—¡Oh! —dijo Bible—. ¿En realidad es para mí? Gracias, papá.

—Vamos —dijo este con una sonrisa —. Póntelo. Pero, por Dios, no lo vayas a perder. Fue terriblemente costoso.

Con algo de ayuda de su padre, Bible enlazó la cadena del reloj por entre el ojal de su chaleco y lo metió en el bolsillo, donde sonó satisfactoriamente cerca de sus costillas. Al día siguiente, el padre de Bible regresó a Bangkok. Tenía un apartamento en el centro de la ciudad y pasaba la mayor parte del tiempo allí, volviendo a la casa los fines de semana. Como Bible también estaba fuera, en el colegio, este arreglo por lo general no lo afectaba. Pero aunque raramente extrañaba a sus padres cuando estaba en el colegio, se sintió avergonzado al descubrir que controlaba las lágrimas mientras se despedía de su padre al borde del camino.
—Vamos —dijo su mamá, comprendiendo algo de la tristeza en los ojos de su hijo—. Démosle un paseo a Daisy.
Entonces Bible, su mamá y Daisy, la perra spaniel de la familia, salieron por la puerta del jardín y cruzaron el prado. Había una escalera al fondo, terminada en un sendero que atravesaba algo de tierra comunal y seguía a través de un encantador bosque de robles y hayas y castaños. La hierba en el prado necesitaba un corte. Era larga y clara, parecía silbar por los grillos y estaba salpicada de amapolas color rojo sangre. Elevándose por encima de todo se encontraba el inmenso olmo. Daisy seguía casi siempre un oloroso sendero en zigzag, pero hoy el árbol pareció exigirle una atención especial. Bible se dio cuenta por primera vez de que había un agujero en forma de cueva en la base del árbol y esto fue lo que llamó particularmente la atención de Daisy.

La perra olió el aire y se acercó con cautela al agujero, miró hacia el interior, ladeó las orejas alternativamente para captar cualquier ruido y después las echó para atrás contra la cabeza. Bible podía escucharla gimiendo calladamente, como si mascullara entre dientes. Bible y su madre sonrieron al ver a Daisy avanzar lentamente. Las orejas otra vez de lado y la cabeza hacia un costado. Parecía haber escuchado un ruido adentro. Dio un paso más hacia delante y se inclinó tentativamente hacia el agujero. De pronto soltó un extraño quejido ahogado que sonó casi como un grito de pánico humano. Resultó tan sorprendente por lo extraño que Bible y su mamá retrocedieron al tiempo. Daisy saltó hacia atrás desde el árbol y salió como un rayo a través del prado como si la persiguiera un demonio. Cuando llegó hasta la puerta del jardín no pudo pasar al otro lado porque la puerta era pesada y se abría hacia fuera. Gimió y aulló y hurgó la puerta, arañando la madera y cavando la tierra debajo de la puerta en un frenético esfuerzo por escapar. Bible corrió detrás llamándola. Cuando la alcanzó y trató de calmarla, la perra se dio la vuelta, con una mirada salvaje, y lo mordió. Daisy nunca había mordido a Bible, ni siquiera cuando era cachorrita, y él se dio cuenta de que apenas lo reconocía. Parecía no tener espacio en la mente para otra cosa distinta a la arrolladora urgencia de escapar. Bible le abrió la puerta y salió precipitada, resbalándose sobre la gravilla del camino mientras atravesaba veloz las puertas y desaparecía por el camino.

—Está bien, Bible —dijo su mamá —. No te preocupes. Ya regresará.

Pero no regresó. Había pasado mucho tiempo desde que Bible no lloraba, pero ahora lloró por Daisy. Jugar con ella era una de las cosas que más deseaba cuando regresaba del colegio a la casa para las vacaciones. Su mamá dijo que no debían abandonar la esperanza de que Daisy regresara sana y salva. Pusieron anuncios en el periódico local ofreciendo una recompensa, pero no escucharon nada.



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En el texto hay: #biblebuild, #vegaspete

Editado: 01.10.2024

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