UN CUENTO DE FANTASMAS
Build permanecía de pie en el prado, que se desplegaba al frente como el paño de una mesa de billar. Se trataba del nada entusiasta invitado a la boda entre unos primos lejanos. Era un bochornoso día de agosto, el aire denso y pesado como un edredón. El lago al final del césped se veía inmóvil y oscuro. La ceremonia había sido mortalmente aburrida y la recepción no que mejor. Los papás de Build habitaban en las ramas menos acaudaladas del árbol familiar de los Puttha y siempre tenían el deseo de mezclarse con sus parientes más ricos.
Build se sentía incómodo en ese fastidioso traje pasado de moda y odiaba cada segundo que pasaba. Los invitados a la boda se apiñaban al lado de un toldo mientras que sus hijos ocupaban el jardín. Su mamá le hacía señas de ánimo con la cabeza en dirección a los otros niños; primos con quienes se encontraba demasiado a menudo en eventos similares. Build suspiró y caminó con desgana hacia el montón de los otros niños, todos vestidos de blanco y semejantes a un ramillete de claveles. Un primo mayor a quien detestaba especialmente, llamad Won, se encontraba en el centro del grupo, hablando en intensos susurros. Build se inclinó para escuchar.
—¿Sabían que este lugar está hechizado? —murmuró el primo.
Los niños más pequeños en el grupo abrieron los ojos y miraron hacia sus hermanos mayores en busca de consuelo. Won dejó que el efecto de sus palabras se extendiera por el grupo y entonces continuó.
—Un famoso asesino vivió aquí — dijo—. Lo ahorcaron y todo eso.
—Dios, Won —dijo uno de los muchachos—. ¿Eso es cierto?
—Claro que es cierto —dijo Won entre dientes—. ¿Me estás llamando mentiroso, Napat?
—No, Won, yo…—Muy bien —continuó Won—. Es la verdad. Pregúntenle a cualquiera. Kanchana Naree, así se llamaba. Era malvado, según dicen, completamente malvado. Lo ahorcaron en Bangkok. Mi papá me contó todo.
—¿Y la casa está embrujada de verdad? —preguntó asustado uno de los más pequeños. Won asintió con la cabeza.
—Tan cierto como estoy yo aquí ahora.
—¿Tú has visto al fantasma, Won? —No —dijo Won—. Pero mucha gente…
De repente se vio el resplandor de un relámpago, seguido por el chasquido de un trueno. El narrador casi saltó del piso presa del pánico y Build soltó una risita. Won lo miró fijamente. La lluvia empezó a caer en gotas gruesas y perezosas y después en un torrente de agua que llevó a las mujeres al toldo, gritando y sosteniéndose los sombreros.
—¡Oigan! —dijo Won, recuperando la compostura e intercambiando una mirada de reojo con su hermana.
—. Juguemos escondidas en la casa —la hermana de Won sonrió.
—Pero, ¿qué pasa con el fantasma? —preguntó uno de los niños.
—¡Eso lo hará aún más emocionante! —dijo Won—. Jugaremos en equipos de a dos —agregó como una orden
—. Vamos Mali —le dijo a su hermana—. Nosotros buscamos.
Contaremos hasta cien en la biblioteca. Los niños corrieron entre risas hacia la casa, dejando solo a Build. Había visto a Won guiñarles el ojo y supo que se habían escapado de el a propósito. Si había algo peor que jugar con esos horribles primos era que esos mismos primos se rehusaran a jugar con el. Build volteó a mirar hacia el lago, la lluvia caía a cántaros sobre la superficie. Estaba a punto de regresar de mala gana donde su mamá cuando descubrió a una niña delgada un poco menor que el y a quien también habían dejado atrás.
Iba vestida mucho más deplorable y fuera de moda que Build. Build sonrió. En esos breves segundos, la lluvia ya había empapado el traje de la niña y le escurría por la cara, goteándole por la nariz y las mejillas. La niña le devolvió la sonrisa y se sacudió el agua del pelo. Normalmente Build no habría ni siquiera considerado hablar con una criatura semejante, pero para esta ocasión pensó que tal vez le resultaría útil.
—Tenemos que salir de la lluvia — dijo Build.
—¿Lluvia? —preguntó la niña, como si no la hubiera notado desde antes. Build se rio.
—Sí, lluvia —dijo—. Estás empapada.
Build se dio cuenta de que el también se estaba empapando mientras el aguacero aumentaba en intensidad. Corrió hasta la casa y esperó en el vestíbulo. La niña lo siguió, dejando a su paso gotas y charcos.
—¿Cómo te llamas? —preguntó Build, secándole la cara con sus manos.
—Iseul —contestó la niña.
—Yo me llamo Build. Supongo que somos primos —dijo—. Aquí todo el mundo parece ser primo mío.
—Sí —dijo la niña. —¿No tienes nada que ver con Won, cierto? —preguntó Build, observándola con cuidado. Iseul negó con la cabeza.
—Bien —dijo Build —. Lo odio. Es tan… tan… — Build no pudo encontrar la palabra que se ajustara a sus sentimientos.
—. Lo odio —Iseul sonrió y asintió—. Hagamos un equipo nosotros y juguemos a las escondidas — dijo de repente Build.
Se podía escuchar a Won y a su hermana contar desde la distancia. Ya iban por setenta y cuatro.
—Eso me gustaría —dijo iseul.
—Vamos —dijo Build, dirigiéndose hacia las escaleras—. Escondámonos arriba. Con seguridad habrá espacio allá arriba en algún lado.
Los dos corrieron escaleras arriba. Build nunca había estado antes en esta casa, pero había estado en muchas parecidas. Todas le parecían, horriblemente familiares por el tamaño y la decoración: todas mucho más grandes y magníficas que la suya. Los dos primeros sitios donde Build intentó esconderse ya estaban ocupados y lo empujaron y lo rechazaron con quejas. Build se quedó en el corredor, mirando de derecha a izquierda, sin saber hacia dónde ir, cuando Iseul le sugirió que fueran a la puerta que estaba al final. Cuando Build abrió la puerta, se dio cuenta de que se trataba de la habitación principal y se preguntó si no deberían esconderse en otra parte.
Pero escucharon a Won y Mali subiendo las escaleras, gritando: «¡Allá vamos, estén listos o no!» y Iseul encontró el lugar perfecto para esconderse: un inmenso mueble para las sábanas al lado de la ventana. Build levantó la tapa y sonrió cuando vio que estaba vacío. Iseul se metió y Build entró después, cerrando la tapa encima de los dos al tiempo que Won avanzaba pisando fuerte por el corredor y encontraba a dos primos que se habían escondida detrás de la cortina cerca al rellano de las escaleras.
El mueble era enorme. Había espacio suficiente para que los dos pudieran sentarse, aunque tenían que inclinarse hacia delante un tanto incómodos. A Build había empezado a dolerle el cuello, pero estaba ilusionado con la idea de que tal vez podía jugarle una pasada al horrible Won.
—Nunca podrán encontrarnos aquí —susurró Build.
—No —dijo Iseul con una risita.—
Shhh —dijo Build, pero enseguida soltó también el una risita
—. Won dice tantas tonterías —dijo finalmente—. Apuesto a que nunca ha estado aquí antes en su vida. Siempre tiene que pretender que sabe algo sobre todo. ¿Viste la mirada que puso cuando estalló el relámpago? —volvió a reírse
—. Desearía que el hombre estuviera de verdad dando vueltas por la casa, ese asesino que supuestamente vivió aquí…
—No digas eso —dijo iseul.
—Oh, por favor, no seas tonta — dijo Build —.Won sólo trataba de asustarlos a todos.
Build descubrió que si estiraba un poco el cuello hacia delante podía ver justo por entre el ojo de la cerradura del mueble, pero no se veía nada excepto el borde de la cama. Pudo sentir el vestido empapado de Iseul contra la pierna y se estremeció. Build escuchó las amortiguadas idas y venidas de los niños al otro lado de la puerta, mientras Won y su hermana los perseguían por la casa. El ruido de los pasos quedaba de vez en cuando interrumpido por gritos y chillidos y la risa de unos niños cuando otro par de primos más eran descubiertos. Cada vez Build y iseul se reían, con la certeza de que serían los últimos en ser encontrados.
Pero a medida que empezó a pasar el tiempo, Build empezó a desear que alguien viniera y abriera el mueble. Resultaba ya bastante aburrido permanecer ahí con esa otra niña que el apenas conocía, aunque estaba por completo decidido a no rendirse. Estaba incómodo. El mueble estaba mal ventilado y mohoso e increíblemente húmedo. La ropa de Iseul no se había secado en absoluto y donde Build pusiera la mano parecía empapado. Estaba seguro de poder sentir agua filtrándose a través de su vestido.
Build miró de nuevo por el ojo de la cerradura y perdió la respiración cuando algo cruzó de repente, bloqueándole la vista. Se echó para atrás instintivamente. El corazón le latió más rápido al recordar la historia de fantasmas de Won, pero el panorama se despejó de inmediato, dejando ver pantalones blancos. Se trataba de Won y los otras niños, subiéndose a la cama.
—Cierra la puerta, Mali —dijo Won bajando la voz—. Nos matan si nos encuentran aquí.
—Por favor Won —dijo uno de los niños—. Prometiste contarnos el resto de la historia.
Build sintió que lo invadía la rabia y apretó los puños hasta que las uñas se le enterraron en las palmas. No lo habían buscado en ningún momento. Won y los demás habrían asumido que Build no encontraría una pareja y que simplemente regresaría donde su mamá. Cómo los odiaba. Cómo los odiaba. Estaba a punto de abrir la tapa del mueble ahí y ahora y decirles lo que pensaba, cuando se le ocurrió otra opción. Dejaría que Won contara la historia del fantasma y cuando su audiencia estuviera bien asustada aparecería de un salto y les daría el peor susto de sus vidas. Esto significaba que tendría que escuchar el tedioso relato de Won, pero valdría la pena.
Sólo tenía que esperar que Iseul pudiera mantenerse en silencio.
—Cuéntanos entonces sobre el asesino, Won —dijo uno de los niños.
—Bien —dijo Won, acomodándose contra la cabecera de la cama—. Se llamaba Kanchana Naree, como ya les dije. No era pariente nuestro ni nada.
—hubo un suspiro general de alivio—. Se casó con la familia por el dinero — hicieron gestos de desaprobación y murmuraron entre ellos.
Build se burló al interior del mueble. Como odiaba a estos presumidos princesitos. No podía esperar a ver sus caras cuando saliera de un salto. Won, mientras tanto, siguió contándoles a sus primos que Kanchana era médico, pero un médico ni muy exitoso ni acaudalado, que no poseía un solo centavo propio. La mujer que se casó
con él. —una pariente lejana del papá de Won— era paciente suya.
—Era viuda, nada atractiva, según dice papá, y era mucho mayor que él.
Se sentía halagada por toda la atención que estaba recibiendo por parte del joven Dr. Kanchana . Ya se encontraba enferma cuando los dos se conocieron y él la estaba tratando. El estaba dedicado a ella y aparecía a cualquier hora del día o de la noche si ella lo llamaba. Todo el mundo lo consideraba un santo y cualquier sospecha de que se interesaba únicamente por el dinero se desvaneció con el tiempo. Se casaron ante la insistencia de ella y murió poco después.
—¡Asesinada! —dijo con emoción uno de los niños.
—En realidad —dijo Won—, estaba muy enferma.
—Pero no entiendo —dijo Napat, quien estaba sentada al borde de la cama—. Dijiste que era un asesino. Dijiste que lo habían ahorcado. No es una historia muy miedosa, Won.
Build sofocó una risita a la altura del pecho. Won era un pésimo contador de cuentos. Esta quizás era la historia de fantasmas menos aterradora que había escuchado nunca. Estuvo tentado a saltar de una vez por todas pero le daría una nueva oportunidad a Won de explicar por qué este médico que sonaba tan patético terminó ahorcado y deambulando por la casa.
—Aún no he terminado —dijo Won molesto—. El hombre fue ahorcado efectivamente.
vi una fotografía suya que haré que ustedes vean y cuando vean su cara no se van a sentir tan contentos. Tenía unos ojos horribles, fríos y penetrantes. Incluso en una foto del periódico uno puede ver lo horroroso que era.
—Quizás lo ahorcaron injustamente, a pesar de los ojos horrorosos —dijo uno de los niños.
—No lo ahorcaron injustamente — dijo Won con tono de exasperación en la voz.
Kanchana había confesado su asesinato, les dijo Won. Fue juzgado y condenado y, aparentemente, cuando lo iban a ahorcar afuera de la prisión pareció mirar hacia la multitud y voltear de inmediato la cara, torciendo los ojos hacia arriba y rogándole al verdugo que terminara pronto el trabajo.
Algunos testigos afirmaron que era como si hubiera visto a su víctima parada frente a él.
—¡Shhh! —dijo Napat—. ¿Qué fue eso?
Los niños quedaron de inmediato en silencio, con los ojos totalmente abiertos como venados asustados. Build retuvo la respiración dentro del mueble de las sábanas, pero se sentía seguro de que todos podían oír los latidos de su corazón. Pero no había sido Build a quien Napat había escuchado.
El ruido de unos pasos lentos y pesados pudo escucharse por el corredor al otro lado de la puerta del cuarto. Sonaban lejanos, pero empezaban a acercarse. Los niños
miraron hacia la manija de la puerta. Los pasos se detuvieron. Una tabla del piso crujió lastimeramente.
—No me gusta —gimió uno de los niños menores—. Hagan que se detenga.
De inmediato los pasos volvieron a sonar, esta vez mucho más rápido a medida que se aproximaban a la puerta. De nuevo siguió un terrible silencio. Entonces la manija se sacudió y los niños gritaron cuando la puerta crujió al abrirse.
—¿Qué diablos? —dijo el hombre de mediana edad que apareció a la entrada de la puerta.
—. No creo que puedan estar aquí, saben.
—Perdón, tío Sun —dijo Won, recuperando el buen humor y sonriendo con coquetería.
—. Sólo estamos conversando, señor. Nos vamos si lo desea. El tío Sun sonrió, un poco incómodo ante la atención de los niños.
—Estoy seguro de que no están haciendo nada malo—dijo maliciosamente y se dio un golpecito al lado de la nariz—. Continúen, mis queridos.
El tío Sun se tocó los bigotes con elegancia y salió dando una venia. Won hizo una mueca como si vomitara y todos hicieron lo posible por controlar sus risitas. Empezaron a acomodarse una vez más.
—¿Dónde iba? —preguntó Won.
—Estabas diciendo que el tipo ese sí era culpable y que sí lo ahorcaron… —empezó a decir Napat.
Uno de los niños lo interrumpió para sugerir que si Kanchana había sido ahorcado injustamente, por eso era que probablemente tenía la casa embrujada pues había escuchado que los fantasmas siempre están molestos por algo. Otro de los niños estuvo de acuerdo, diciendo que su mamá asistía a sesiones de espiritismo en Bangkok y que le había dicho que los fantasmas eran espíritus infelices.
—¿De qué estás hablando? —dijo finalmente Won—. Nunca dije que Kanchana fuera el fantasma.
Todos los oyentes, incluso Build, miraron a Won perplejos.
—Si no era él, entonces ¿quién es? —preguntó Napat.
—Su víctima, tonto —respondió Won con un suspiro.
—Pero dijiste que tu pariente estaba realmente enferma, entonces ¿la mató o no la mató?
—Bien —dijo Won con otro suspiro—. Si simplemente me dejaran terminar, por Dios santo. El fantasma no era ni Kanchana ni su esposa. Won empezó a explicarles a sus perplejos oyentes que la víctima era una niña huérfana que la querida pariente había adoptado de un orfanato local.
La prima de su padre no había podido tener hijos propios y adoraba a la niña. Incluso iba a ser la dama de honor en la boda. La prima de mi papa ya tenía un corazón enfermo, pero fue la misteriosa desaparición de la niña lo que la llevó a la enfermedad que la mató. Ella y Kanchana se casaron como lo habían planeado, pero después de la muerte de ella, cuando él finalmente había heredado todo su dinero, Kanchana se entregó al juez de paz, admitiendo todo.
—¿Pero por qué mató a la niña? — preguntó Napat.
—Resultó que la niña había visto al buen doctor con la institutriz, estrujándose entre los arbustos —dijo Won.
—¿Estrujándose? —preguntó uno de los niños más pequeños.
—Dándose besos y abrazos —dijo Won, al tiempo que se daba un abrazo y alargaba los labios de manera exagerada. Los niños se revolcaron, entre risas sofocadas.
Won siguió explicando que el médico había fingido estar enamorado sólo para quedarse con todo su dinero. Mandó lejos a la institutriz, prometiéndole que se reunirían de nuevo después de la muerte de su esposa. Pero la hija adoptiva lo amenazó con revelar lo que había visto.
Kanchana entró en pánico y la asesinó. Consiguió quedar impune del homicidio por completo. La niña era traviesa y desobediente y excepto la prima de mi papa todo el mundo pensó que simplemente se había escapado. Kanchana ayudó a fomentar esta impresión robando algunas joyas y chucherías para que pareciera que la niña no sólo era una ladrona sino también una ingrata.
—¡Qué bestia! —comentó la hermana de Won.
Build se movía inquieto dentro del mueble. Tenía los pantalones cada vez más impregnados de agua lo incomodaban y ya no estaba tan seguro de saltar en ese estado, por temor a que el efecto resultara más divertido que aterrador. Quizás debería esperar a que se fueran todos.
—¿Por qué confesó? —preguntó uno de los niños.
—Dijo que la niña empezó a perseguirlo —dijo Won bajando la voz —. Se le aparecía de repente, con mirada acusatoria. Al final su mente se destrozó y se entregó.
—¿Cómo la mató? —
La asfixió y la escondió en un mueble para sábanas hasta cuando pudo sacarla y hundirla en el lago. Encontraron el cuerpo amarrado a una piedra grande con un lazo. Dicen que deambula por esta casa hasta el día de hoy, el agua aún escurriéndole por el vestido…
Build salió del mueble como un enloquecido muñeco de una caja de sorpresa. Como lo había esperado, los niños en el cuarto quedaron convenientemente aterrados. Dos de ellos necesitaron de sales aromáticas para sacarlos del desmayo y uno necesitó de láudano para calmarlo después de recuperar el sentido. Fueron necesarios dos sirvientes para controlar a Build mientras otro salía a buscar a sus papás. No paraba de gritar, deteniéndose sólo cuando su voz dejó de funcionarle, recogido en la cama como un balón, mirando fijamente hacia el mueble vacío.
Editado: 01.10.2024