Cuentos de terror que no te dejaran dormir

Título: La Casa en la Colina

Premisa: Un grupo de amigos de la universidad decide pasar un fin de semana en una mansión antigua, donde asesinatos rituales y la presencia de entes demoníacos han dejado una huella imborrable. A medida que exploran, descubrirán que no están solos, y que los secretos del pasado no solo acechan en la oscuridad, sino que pueden cobrar vida.

Desarrollo del cuento

Introducción:

La historia comienza con los amigos: Laura, Miguel, Clara, Andrés y Roberto, que llegan a la mansión al atardecer, cuando la niebla comienza a cubrir la colina. La casa, en su soledad y decadencia, parece respirar, y una extraña energía los envuelve. Al entrar, un aire gélido les recibe, y un escalofrío recorre sus espinas dorsales. Las paredes parecen susurrar, y la oscuridad se cierne como un manto ominoso.

Llegada a la mansión:

La mansión está decorada con objetos antiguos cubiertos de polvo. En la sala principal, un retrato de una familia con miradas vacías cuelga sobre la chimenea. A medida que exploran, encuentran símbolos extraños grabados en las paredes, que parecen pulsar con una energía inquietante. Al encender las luces, las sombras se alargan, creando formas distorsionadas que parecen moverse.

Primera noche:

Durante la cena, la conversación gira en torno a las leyendas locales. Miguel menciona que, años atrás, un culto llevó a cabo rituales oscuros en la casa, sacrificando a sus víctimas para invocar demonios. De repente, un golpe sordo resuena en el piso de arriba, interrumpiendo el ambiente. Deciden ignorarlo y se cuentan historias de terror, pero el ambiente se vuelve pesado.

Al intentar dormir, Laura es despertada por un murmullo. Sale de su habitación y, guiada por una fuerza extraña, se dirige a la biblioteca. Allí, encuentra un libro antiguo que detalla rituales demoníacos. Las páginas parecen moverse por sí solas, y una sombra oscura se proyecta en la pared, riendo burlonamente.

Tensión creciente:

La segunda noche, los fenómenos se intensifican. Clara, ansiosa por documentar su experiencia, toma fotos con su cámara. Sin embargo, al revisar las imágenes, ve figuras sombrías detrás de ellos, rostros retorcidos llenos de odio. Roberto sufre visiones aterradoras: ve a su hermana, desaparecida años atrás, llamándolo desde el pasillo. Desesperado, sigue su voz y se pierde en las profundidades de la casa.

Los amigos, aterrorizados, intentan comunicarse, pero las luces parpadean y los objetos vuelan por el aire. Una figura demoníaca aparece en la ventana, sus ojos ardientes reflejan su sed de venganza. Miguel se enfrenta a su propia culpa cuando ve el rostro de un antiguo amigo en la figura, recordándole su traición.

Desenlace:

En la tercera noche, la casa se convierte en un laberinto de horror. Encuentran el sótano, donde descubren un altar cubierto de sangre seca y objetos personales de las víctimas. Laura, empujada por la curiosidad, empieza a recitar un conjuro del libro que encontró. La atmósfera se vuelve eléctrica y la casa tiembla.

De repente, un grito ensordecedor resuena y los amigos son perseguidos por entes demoníacos. Los espíritus de aquellos sacrificados en la casa buscan venganza. Las sombras se arremolinan, y cada amigo debe enfrentar sus miedos y secretos más oscuros. Laura ve a la mujer del retrato avanzar hacia ella, su rostro distorsionado por el dolor y la rabia.

Clímax:

La confrontación final ocurre en el vestíbulo. Los amigos, con sus miedos a flor de piel, deben unirse para romper el ciclo de violencia. A través de un acto de sacrificio, Laura se ofrece a quedar atrás para permitir que los demás escapen. Mientras el resto se aleja, un grito desgarrador se escucha y las sombras se lanzan sobre ella.

Epílogo:

Los amigos logran escapar al amanecer, pero el precio es alto. Laura queda atrapada en la casa, convirtiéndose en una de las muchas almas que la habitan. Mientras se alejan, miran hacia atrás y ven a Laura, de pie en la ventana, con una sonrisa siniestra y una mirada vacía, susurrando: “No se olviden de mí”.

La casa, vacía una vez más, espera a sus próximos visitantes, con el eco de risas y gritos aún resonando en sus paredes.




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