Introducción:
La historia comienza con Elena, una mujer de mediana edad, cansada de la rutina y las presiones de su trabajo en la ciudad. Después de una ruptura dolorosa, decide hacer una escapada a un bosque remoto que siempre había querido visitar. A medida que se adentra en el bosque, siente una mezcla de paz y ansiedad, como si el lugar la estuviera observando.
Llegada al bosque:
Al llegar a su cabaña, se da cuenta de que está completamente aislada. La belleza del paisaje es abrumadora, pero la atmósfera se siente densa, casi opresiva. A medida que explora, escucha susurros que parecen surgir del viento. Al principio, piensa que son solo suposiciones de su mente cansada, pero la sensación de ser observada no la abandona.
Primera noche:
Esa noche, mientras se sienta junto a la chimenea, empieza a escuchar risas infantiles provenientes del exterior. Al mirar por la ventana, no ve nada, pero la sensación de que alguien está ahí se intensifica. Decide ignorarlo, convencida de que es su imaginación. Sin embargo, los susurros se vuelven más claros: “Elena… ven…”.
Al intentar dormir, es despertada por un fuerte golpe en la puerta. Cuando se asoma, encuentra un pequeño objeto dejado en el umbral: una muñeca desgastada y sucia. Un escalofrío recorre su espalda, pero la toma como un símbolo de conexión, sin saber que es un aviso de lo que está por venir.
Tensión creciente:
A medida que pasan los días, Elena explora más el bosque, sintiendo una extraña atracción hacia un claro profundo en el corazón del mismo. Las voces la llaman constantemente, revelando secretos de su infancia que había enterrado. Se recuerda jugando en un bosque similar con su hermana, quien desapareció misteriosamente cuando eran niñas.
Cada noche, los susurros se convierten en gritos desgarradores que la acosan. Las visiones de su hermana, atrapada en un ciclo de dolor y tristeza, la atormentan. Elena empieza a darse cuenta de que el bosque está conectado con el destino de su hermana, y que los ecos de su pasado no la dejarán en paz.
Desenlace:
Una noche, decidida a enfrentar sus miedos, se adentra en el bosque hacia el claro. Allí, las sombras danzan entre los árboles, y la atmósfera se vuelve opresiva. Las voces se intensifican, y Elena, atrapada entre la culpa y el dolor, ve a su hermana en el centro del claro, llorando. Su figura es etérea, y mientras intenta acercarse, la figura se disipa y se transforma en una sombra oscura.
La sombra revela que ha estado atrapada allí por su propia negación y culpa, y que solo puede liberarse si Elena lo acepta. Al hacerlo, la sombra se abalanza sobre ella, llevándola al abismo del miedo. Elena debe confrontar no solo la desaparición de su hermana, sino también su propio papel en ello: la negación de su dolor y su incapacidad para enfrentar su pasado.
Clímax:
En un acto de desesperación, Elena grita, asumiendo la responsabilidad por lo sucedido. Las sombras se arremolinan, y el bosque comienza a retumbar con el eco de su confesión. La figura de su hermana aparece una vez más, esta vez sonriente, y al fin se libera de las sombras.
Sin embargo, en ese instante, el bosque se torna violento. Elena se da cuenta de que el sacrificio de su hermana ha mantenido el bosque vivo, y ahora es ella quien debe ocupar su lugar. Mientras gritos de dolor y liberación llenan el aire, la figura de Elena se disuelve en la bruma, y el bosque queda en silencio.
Epílogo:
Los visitantes que llegan al bosque después encuentran la cabaña abandonada, y en el umbral, una muñeca rota. Los ecos de risas infantiles aún resuenan en el aire, y aquellos que se atreven a adentrarse en el bosque sienten una presión extraña, como si estuvieran siendo observados. Los susurros comienzan de nuevo: “Elena… ven…”.
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Editado: 26.10.2024