En un pequeño pueblo, donde las historias de lo sobrenatural se contaban como leyendas, había una tienda de antigüedades que atraía a curiosos y coleccionistas. Un día, Clara, una joven madre, entró en la tienda buscando un regalo para su hija, Emma, que estaba a punto de cumplir seis años. En el rincón más oscuro de la tienda, Clara encontró una muñeca antigua, con ojos brillantes y una sonrisa inquietante.
“¿Cuánto cuesta?” preguntó, sintiéndose extrañamente atraída por la muñeca.
El anciano propietario, con una mirada grave, le advirtió: “Esa muñeca tiene una historia oscura. Se dice que quien la posea será visitado por la maldición de su anterior dueña”.
Clara, escéptica, ignoró la advertencia. “Es solo una muñeca”, pensó. Al final, compró la muñeca y la llevó a casa.
Esa noche, mientras Clara preparaba la fiesta de cumpleaños, Emma corrió a su habitación y se emocionó al ver el nuevo regalo. La muñeca se sentó en una esquina, observando con una expresión que parecía cobrar vida. “¡Gracias, mamá!” gritó Emma, abrazando a su madre.
Sin embargo, a medida que los días pasaron, cosas extrañas comenzaron a suceder. La muñeca aparecía en lugares donde Clara estaba segura de no haberla dejado. Un día, la encontró sentada en el sofá, sonriendo. Otra vez, la vio en la ventana, mirando hacia el jardín, aunque ella había cerrado la puerta de su habitación.
Clara intentó no preocuparse, atribuyendo los incidentes a su propia distracción, pero Emma comenzó a tener pesadillas. Cada noche, se despertaba gritando, diciendo que la muñeca le hablaba. “Me dice que quiere jugar”, decía, con ojos asustados.
Una noche, Clara decidió investigar. Se sentó en la habitación de Emma y, mientras su hija dormía, observó la muñeca. De repente, la luz parpadeó y la muñeca pareció moverse levemente. Clara se levantó, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. “Es solo mi imaginación”, se decía a sí misma.
Al día siguiente, Clara decidió deshacerse de la muñeca. La envolvió en una bolsa y la llevó al parque, donde la dejó junto a un árbol. Sin embargo, al regresar a casa, la muñeca la estaba esperando en la sala. Esta vez, su sonrisa parecía más siniestra.
Desesperada, Clara investigó la historia de la muñeca y descubrió que había pertenecido a una niña que había muerto trágicamente. La leyenda decía que su espíritu quedaba atrapado en la muñeca, buscando venganza contra aquellos que la desechaban.
Esa noche, Clara escuchó ruidos en la habitación de Emma. Al entrar, vio que la muñeca estaba sentada en la cama, sonriendo a su hija. “No, no puede ser”, pensó, horrorizada. Emma despertó y le dijo: “Mamá, la muñeca me dice que jugaremos para siempre”.
Clara, llena de miedo, decidió actuar. Con la ayuda de un amigo que sabía de lo oculto, organizaron un ritual para liberar el espíritu de la muñeca. Esa noche, prepararon todo en el patio trasero. Clara, temblando, sostuvo la muñeca mientras su amigo recitaba las palabras antiguas.
De repente, una ráfaga de viento atravesó el patio, y la muñeca comenzó a temblar. Los ojos de Clara se abrieron de par en par cuando la muñeca pronunció: “No me dejas. ¡Nunca me dejarás!”.
El ritual se intensificó, pero el viento se volvió más fuerte. Las luces parpadearon, y la risa infantil resonó en el aire. Clara, aterrorizada, sintió que algo oscuro la rodeaba. La muñeca gritó, y el rostro de Emma se transformó en una expresión de desesperación.
Finalmente, con un grito, Clara lanzó la muñeca al fuego. La muñeca se retorció, pero Clara no se detuvo. Al final, una explosión de luz llenó el aire y un grito desgarrador resonó mientras la muñeca se consumía en llamas.
El silencio se apoderó del patio, y Clara, agotada, cayó de rodillas. Emma la abrazó, pero Clara sintió que algo seguía presente, una sombra en el rincón de su mente.
Con el tiempo, la vida volvió a la normalidad, pero Clara nunca pudo olvidar la risa de la muñeca. Cada vez que oscurecía, sentía un escalofrío recorrerle la espalda, como si algo la estuviera observando desde la oscuridad.
Una noche, años después, mientras preparaba la cena, Clara escuchó un sonido familiar: el risueño eco de una risa infantil. Se congeló, y al girar la cabeza, vio una nueva muñeca en la estantería, con ojos brillantes que reflejaban una sonrisa siniestra.
El ciclo había comenzado de nuevo.
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Editado: 26.10.2024