Cuentos de Verano: Historias bajo el sol

Infierno

Joshua había sido bombero los últimos cinco años y, a pesar de su corta edad, disfrutaba ayudar a los demás. Había crecido en una familia donde su padre había sido pediatra y su madre enfermera; su hermano mayor era policía y su pequeña hermana estaba estudiando para convertirse en veterinaria. Su entorno siempre alababa a su familia y decía que la buena voluntad de ayudar a los demás la llevaban en la sangre; como si se tratara de algún gen que iba pasando de generación en generación.

Lo que pocos sabían era que su abuelo paterno había hecho todo lo contrario. En su juventud había sido un hombre despiadado que faltaba el respeto a su esposa y maltrataba a los empleados de su diminuta fábrica. El padre de Joshua, quien había crecido viendo todo eso, se había prometido que él cambiaría la historia de su familia.

Y lo había conseguido.

A diferencia de sus hermanos, quienes estaban continuamente expuestos a emergencias, Joshua trabaja como carpintero. Tenía su propio negocio y disfrutaba mucho confeccionar muebles a medida para sus clientes. Sin embargo, cuando su teléfono sonaba, abandonaba todo y se apresuraba a llegar a la estación de bomberos para ponerse manos a la obra.

Esa mañana no fue diferente. En cuanto Joshua escuchó su alarma, dejó la mesa que estaba creando para sus vecinos y salió corriendo en dirección a la central de bomberos. Sus compañeros ya se encontraban listos para la acción. Vio varias dotaciones abandonar el edificio y comenzar a circular por la calle a toda velocidad, y se apresuró a colocarse su traje y preparar su equipo. Se puso el chaquetón y el pantalón ignífugos color negro con franjas amarillas y metió sus pies dentro de las gruesas botas impermeables. El traje podía ser abrumador en los peores meses del año. Sin embargo, era la única manera de mantenerse a salvo de los humos tóxicos y el calor del fuego.

—¿Qué sucedió? —preguntó cuando se acercó a uno de sus compañeros para tomar el casco y los guantes.

—Un incendio en el bosque —Max, uno de sus más fieles amigos, le tendió el tanque de oxígeno y la máscara que siempre debían llevar en caso de que las cosas se salieran de control—. Lo reportaron hace unos minutos.

Cada verano era el mismo drama: Turistas descuidados o ciudadanos irresponsables que dejaban una fogata mal apagada o una colilla de cigarrillo encendida. Solo una chispa bastaba para que una llamarada de fuego comenzara a apoderarse de los secos pastizales, arrasando con la flora y la fauna de esas tierras. Claro que muchas personas no se enteraban de aquella situación hasta que el fuego alcanzaba las primeras casas de los pueblerinos.

El trabajo de Joshua y sus colegas era evitar que eso sucediera.

Sin embargo, cuando él y su equipo llegaron al incendio, enseguida supo que no había manera de controlar esa bestia. Los equipos que habían llegado antes luchaban con sus gruesas mangueras por controlar las llamas fuera de los árboles. En el camino, había escuchado que bomberos de otras zonas se habían desplazado para ayudar. Eso solamente podía significar que el perímetro del fuego se había extendido por varias hectáreas y estaba siendo difícil de dominar.

Joshua bajó del camión de bomberos de un salto y corrió hasta la inmensa manguera de agua a presión que cargaban cada vez que se presentaba una situación como esa. Al ser alto y fornido, él se encargaba de sostener el conducto mientras otro de sus compañeros habilitaba el tanque de agua. La presión con la que salía el agua era sorprendentemente fuerte y necesaria para poder ganarle a las llamas. Joshua apuntó al fuego y comenzó a barrer el perímetro mientras luchaba para mantener la descarga en el objetivo.

Pero el fuego no estaba dando tregua. El calor comenzó a sentirse al cabo de unas horas, cuando la adrenalina y la conmoción se apagaron. Los gritos de los comandantes, quienes intentaban dar órdenes frente al caos y la desesperación, retumbaban entre los motores de succión de agua que utilizaban para traer refuerzos de ríos cercanos. También se oían las aspas de tres helicópteros que intentaban ayudar desde los cielos.

Joshua comenzó a dar varios pasos hacia atrás; el fuego había comenzado a acercarse sigilosamente. Las llamas ya no estaban a varios metros de ellos, sino que luchaban cual garras para aferrarse a lo que sea.

—Esto no pinta bien. —Susurró mientras le daba la manguera a otro bombero y se dirigía a su camión. —A este paso, van a comenzar a alcanzar las casas de los vecinos.

Max, quien estaba bebiendo una botella de agua, se la tendió y se pasó la mano por el rostro; el hollín que el incendio estaba dejando estaba volando por el aire y se pegaba en sus cuerpos.

—Va a ser una noche larga —dijo él.

Joshua aceptó la botella y dio un sorbo. Ni siquiera se había percatado de que estaba anocheciendo; el fuego iluminaba tanto a su alrededor que parecían estar en un eterno día soleado y caluroso. Se quitó el casco y pasó el dorso de su brazo para quitarse una gota de sudor. No había tiempo de descanso; el fuego seguía avanzando y devorando todo a su paso.

Joshua se puso de pie y comenzó a colocarse la máscara nuevamente. El calor era abrumador y podía sentir los hilos de sudor cayendo por su espalda. Pero se obligó a continuar la labor. Las gruesas mangueras de agua luchaban en vano para mantener las llamas controladas.

No supo cuánto tiempo estuvo allí, de pie. Pero cuando su compañero le tocó el hombro para relevarlo, Joshua sintió las piernas entumecidas. Caminó como pudo hasta su camión de bomberos, donde se encontró con Max, y juntos regresaron a sus casas para poder tomar una ducha y descansar unas horas.

Cuando llegó, Joshua se zambulló bajo el chorro de agua fría con desesperación. A pesar de tener varias capas de equipo protector, el hollín se las había arreglado para colarse y había ensuciado su rostro y manos. Se frotó la esponja con desespero; aquella mugre podría tardar varios lavados en irse. Pero Joshua odiaba deslizarse dentro de la cama sucio. Más tarde, cuando su rostro se sumergió en la almohada de pumas, relajó su cuerpo e intentó dormirse.



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En el texto hay: verano, magia, magia y amor

Editado: 21.08.2025

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