Había una vez un hipopótamo muy cobarde llamado Tamos. El pobre hipopótamo por su exceso de cobardía no tenía amigos, apenas hablaba con sus hipopadres y su pequeña hipormana.
El único con él hablaba libremente era con su profesor Atún Caballa, todas sus conversaciones eran sobre la corona de pezfuego. Decían que cualquier especie que tocara la corona tendría el poder para ser el más fuerte, veloz e inteligente de todo Rioceano.
El sueño de Tamos era encontrar la corona para así tener amigos. Todas las historias decían lo mismo:
"La corona se encuentra en las profundidades de Kari, la ciudad prohibida"
Mientras el hipopótamo leía otra vez el libro de historias místicas en su habitación, todo se volvió oscuro. Tamos, extrañado, sale de su especuarto y va hacia la puerta principal donde se encontraba su hipofamilia.
−¿Qué esta pas...− las palabras se trabaron en la garganta de Tamos al ver donde miraban sus hipopadres.
En lo alto del Rioceano se encontraba una especie gigante, con un enorme palo de costras que brillaban por si solas sostenida por unas grandes aletas.
− ¡Soy el rey Merluza! ¡El más fuerte de todas las especies! ¡Todos están obligados a obedecerme! ¡Nadie me detendrá jamás!− dice con fuerza aterrorizando a todos.
Sus pequeños ojos brillaban, hipnotizando instantáneamente a cualquiera que mirase fijamente esa parte de su cuerpo, haciendo que todos asintieran e hicieran reverencias. El único que no quedo hipnotizado fue Tamos, quien había dejado de mirarlo para ver su rededor.
Antes de que el Rey Merluza se diera cuenta, el pequeño hipopótamo entro en silencio a su especasa, agarro el libro de historias místicas y fue a la página marcada donde se encontraba la corona de pezfuego, capaz de hacer al más débil en fuerte y al más cobarde, valiente.
Tamos, asustado, pensó rápido en qué hacer. Entonces, salió sin ser visto por nadie y fue hasta la escuela, esperando que su profesor Atún Caballa este ahí.
− ¿Profesor?− pregunto el hipopótamo al entrar en el despacho de Atún Caballa.
Un ruido lo hizo sobresaltar y empezó a sudar mucho, demasiado. Miro a un costado, donde estaba el hipoescritorio y vio una nota pegada en la hipomesa que decía:
"Tamos, si estás leyendo esto quiero disculparme, yo sabía que esto podía pasar ya que conozco al Rey Merluza y como un cobarde me fui. Si eres otra especie, ten en cuenta que la última esperanza para los demás está en tus manos.
Con extrema cobardía: Atún Caballa."
Cuando Tamos termina de leer la nota, la guarda y enseguida escucha aleteos cada vez más cerca. Entonces, silenciosamente y con el miedo en su cuerpo, se dirige al bosque de medusas sin mirar atrás, prometiendo volver con ayuda para vencer al malvado Rey Merluza.
Después de varios hipodías completamente solo y llorando por su hipofamilia, se encuentra por un camino lleno de espinas que según el libro, es la puerta para encontrar a la corona pezfuego.
Se queda mirando las espinas mientras retrocede lentamente asustado.
"No puedo pasar por ahí" es lo primero que piensa. Pero después recuerda a su familia y a todas las especies que están hipnotizadas. Todos dependen de él y no les podía fallar solo por su cobardía.
Así que con mucho miedo y decisión, se acerca al camino para pasar pero cuando está cerca, siente un dolor en su costado derecho cuando cae sobre el piso, al principio no sabe qué había sucedido, pero a los segundos se da cuenta que algo lo había empujado.
− ¿Acaso estás loco?− dice una voz fuerte haciendo que Tamos se vaya al especielo− es peligroso pasar por ahí.
Cuando Tamos mira al dueño de la voz, ve a una especie jamás vista, con escamas de diferentes colores que iban del blanco al flúor y con cinco ojos.
− ¿Quién eres?− pregunta el hipopótamo a la extravagante especie.
−Soy Filete Barbacoa−dice con orgullo− ¿Y tú?
−y...yo...sss...soy Ta...Tamos− responde tartamudeando haciendo que Filete se ría.
− ¿Qué hace un pequeño como tú en un lugar tan peligroso como este?−con un poco, solo un poco, más de valor, Tamos lo mira fijamente y responde con decisión.
−Estoy en busca de la corona pezfuego para vencer al Rey Merluza.
− ¿Rey Merluza?− pregunta Filete con miedo en los ojos− no tienes ninguna oportunidad contra él.
Por primera vez en su vida, Tamos con una fiereza impresionante dijo:
−No me importa, lo único que quiero es salvar a mi hipofamilia y si para eso tengo que dejar de ser un cobarde y arriesgarme lo voy a hacer. Ni tu ni nadie me lo va a impedir.
Sin darle a Filete oportunidad a replicar, Tamos entro por el camino de espinas y se fue hacia un destino incierto.
Mientras iba avanzando, más dolor sentía. A cada paso diez pinchazos.
Cuando llego al otro lado, todo su cuerpo estaba lleno de espinas y era tanto el dolor que, cerrando los ojos, se desplomo en el suelo.
−Tamos... Tamos− el hipopótamo escuchaba su nombre cada vez mas fuerte y cerca, eso hizo que poco a poco abriera los ojos encontrándose con Filete.−Ya despertó− le dijo a alguien que no llego a ver.
− ¿Dónde estoy?− pregunto Tamos cuando se incorporó− ¿Y tú que haces aquí?
−Soy el mensajero del Rey Pezfuego.−respondio Filete, dejando sorprendido al pequeño hipopótamo. Y en ese momento Tamos se fijó en la especie que estaba al lado de Filete.
Este era un ser gigante, con una mirada tan fría que te helaba los huesos tenía los ojos puestos en el hipopótamo quien sentía que iba perdiendo el color rosado de su hipocuerpo.
−Escuche que mi hijo está tomando Rioceano, ¿Es cierto?− Tamos hablo con una fuerza que no sabía que tenía y contesto:
−Sí, los hipnotizo a todos. Yo logre escapar y vine en busca de la corona pezfuego.
− ¿Hablas de esta corona?− pregunto el Rey Pezfuego sacando de su cabeza, una corona idéntica a la que Tamos tenía en su libro. El hipopótamo asintió y el rey siguió preguntando.− ¿Cómo lograste pasar el camino?
Editado: 06.08.2020