Cuentos en tinta roja

Cómo Romeo y Julieta

Amelia y Felipe se habían conocido en el jardín, llevaban 13 años de amistad hasta que les había llegado el amor.

Se habían enamorado como los clichés de los libros, era la típica pareja "goals".

Felipe le había pedido ser su novia luego de una cena "romántica" en el McDonald's a las 00.01 de el día 14 de febrero.

Él había sacado de su bolsillo unos pequeños anillos que adentro tenían inscripto "A y F". Ella no había podido contener las lágrimas y le había dicho que sí mientras lo abrazaba del cuello y estampaba un dulce beso en sus labios, tenían 18 años y un amor voraz el uno por el otro, nunca habían estado separados.

Pero había un secreto oscuro entre tanta felicidad.

Él sufría de un problema cardíaco congénito, ella no lo sabía.

Su enfermedad era riesgosa, la única opción de salvarlo completamente era por un transplante de corazón. Esto no había sido necesario por que estaba estable, o eso decían los doctores.

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El día 20 de Septiembre, Felipe había sufrido una crisis. Se había desmayado luego de sentir una fuerte punzada en el pecho.

Una semana habia pasado y Amelia no sabía nada de él, no era la primera ves, asique no se alarmó. Hacía 3 años se había ido de vacaciones por 2 semanas al campo, capricho de su mamá, y no había tenido señal para comunicarse con ella.

El deseaba que ella no se enterara de su enfermedad ni de que hacía una semana que estaba internado.

¿La razón? necesitaba un transplante urgente. Se sentía débil, apenas podía moverse y se le dificultaba comer y respirar. Su madre lloraba, la pobre mujer estaba destrozada y su padre buscaba de día y de noche algún donante que cumpliera con los requisitos, su hijo no soportaría más de un mes en este estado, eso habían dicho los médicos, pero él no les quería creer.

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Ya casi un mes de la desaparición de Felipe y Amelia sentía que no podría seguir viviendo, había ido a su casa y no había nadie, había intentado contactar a sus padres y nada. Ni hablar de amigos, ellos no sabían nada.

Estaba devastada, no quería comer, no podía levantarse de su cama si quiera. Quería encontrarlo, no quería pensar en lo peor, habían pasado tan sólo 7 meses como novios, no era suficiente, ella quería pasar toda su vida con él, él era su alma gemela, estaba segura de ello.

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Día 11 de Octubre y Felipe no aparecía y no habían noticias de él.

Miró con sus ojos adornados con ojeras por la ventana, al lado de su su casa había una farmacia, creyó haber visto a la madre de Felipe y sintió un fuerte impulso por salir corriendo y atravesar la pared para hablar con la pobre mujer que se veía totalmente demacrada.

Salió por la puerta y detuvo a la señora.

—Emm... Felipe, su hijo... donde est...

—¿Hijo? ¿qué hijo?— lágrimas corrieron por las mejillas de la mujer— Yo no tengo hijos...

Y tan sólo se alejó de Amelia.

No lo entendía, era la madre de Felipe, pero afirmaba no tener nada que ver con él...

¿Por qué?

Lágrimas.

Sus pies se movían por sí solos.

No veía nada, no pensaba en nada.

Cuando quiso recordar estaba sobre la acera.

Una contusión en la cabeza le cruzó los ojos.

Vió negro y dejó de entrar oxígeno a sus pulmones.

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Felipe abrió los ojos, se sentía extraño, como si hubiera sido una toalla mojada y la hubieran estrujado para sacarle todo el agua.

Estaba en el hospital conectado a suero, no había nadie más que él en esa habitación color blanco seco.

Entró su padre hablando bajito con su madre agarrada del brazo. Le decía algo como que todo iba a estar bien, que su hijo estaba vivo.

No entendió, que había sucedido?

— Papá... ¿qué sucedió?

— Hijo...— lágrimas, llantos, su padre moqueaba arrodillado en el suelo apollándose sobre la cama de hospital.

— Has despertado, Dios, gracias. Si no hubiera sido por...— Se detuvo de repente y miro con ojos de pena a Felipe.

Le explicó lo que le había sucedido y que en los últimos instantes había recibido un donante, una chica que había sufrido un accidente le había donado el corazón y lo había salvado.

Felipe extrañamente sintió que se le erizaba el cuerpo, quería saber quién era la chica que había muerto, pero no encontrába la escusa justa para preguntarle a su padre.

Su mamá había caído en la depresión y la locura, no lo reconocía y a la ves si. Se sintió culpable.

Miró la fecha en su celular.

1 de Noviembre, ¿tanto tiempo había pasado?

Tenía 14 mensajes y 14 llamadas perdidas.

14, ese número le recordaba algo.

Los mensajes eran de "Ame♡"

Amelia... ¿donde estaba ella?

Tanto tiempo la había dejado sola.

El médico llamó a la puerta.

— Emm.. me gustaría hablar con ustedes a solas— y sus padres salieron de la habitación.

Felipe se encontraba de nuevo sólo, quería saber que les iba a decir el médico a sus padres, escuchó con detenimiento...

— Dice que la chica que sufrió el accidente era... ¿La novia de Felipe?

— Así es doctor, estoy seguro... pero no se como afectará eso a mi hijo.

— Lo afectará y mucho, es mejor que nunca lo sepa, es más, creo que... deberíamos ir a hablar en mi oficina...

No quería creer lo que escuchaba... Amelia, ella lo había salvado, pero ella estaba muerta ahora, en su interior estaba el corazón que en algún momento había latido a la par de el suyo...

No podía quedarse con algo tan preciado, quería abrirse el pecho en dos y retirar el corazón que lo atormentaba con su...

~Pum~Pum~

~Pum~

~Pum~Pum~

Le taladraba las entrañas, sentía que quería vomitar, no lo soportaba.

Desconectó el suero de su cuerpo.

Intento caminar.

Calló al suelo.

No le importó.

Sentía que se despedazaba de dolor.

Lágrimas surcaban sus mejillas, pesadas y saladas.

Agarró su teléfono y escribió un mensaje para su padre.




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