LA PRINCESA QUE NO QUERIA SER PRINCESA
Érase una vez, en un reino muy muy lejano, una hermosa princesa llamada Jade, que vivía en un majestuoso castillo. Tenía los vestidos más finos, las joyas más brillantes y todos en el reino la admiraban por su belleza y elegancia.
Pero Jade no era feliz.
Desde muy pequeña, sus padres el Rey y la Reina la habían preparado para convertirse un día en la futura reina. Sus días estaban repletos de clases para aprender modales reales, protocolo, economía, geografía, política e historia. Casi no tenía tiempo para jugar o hacer amigos.
Y Jade lo intentaba, pero en el fondo, no quería ser una princesa. Ella hubiera preferido ser una niña normal, que pudiera jugar libremente con otras niñas de la aldea, ir de paseo al bosque o nadar en el río.
Una noche, después de un agotador día de lecciones, Jade se miraba al espejo mientras una criada la peinaba para la cena real. Estaba triste porque ese día era su cumpleaños, pero sus padres ni siquiera la habían felicitado. Sólo le habían regalado un nuevo vestido de seda y unos zapatos con piedras preciosas.
De pronto, como por arte de magia, Jade ya no estaba en el castillo. Se encontraba en medio de una humilde cabaña, vistiendo ropas sencillas de campesina. Salió sobresaltada a la calle y vio niños jugando, gallinas picoteando y humildes casitas alrededor.
Encantada, se unió a unos niños que jugaban encantados. Pronto hizo muchos amigos con los que reía y se ensuciaba, trepaba árboles para buscar pájaros y comía dulces caseros. Por primera vez en su vida, Jade se sintió genuinamente feliz.
Al caer la noche, Jade volvió a la pequeña cabaña. Se durmió en una humilde camita, con una gran sonrisa de oreja a oreja.
A la mañana siguiente, Jade despertó sobresaltada al escuchar una voz familiar.
Jade miró a su alrededor confundida. Estaba de nuevo en su lujosa habitación del castillo. Todo había vuelto a la normalidad.
Jade se entristeció al comprender que todo había sido un sueño. Se preguntaba ¿habría sido real y la magia terminó al amanecer?
Sea lo que sea, ese sueño le había demostrado lo infeliz que era como princesa. Así que tomó coraje, miró a su madre a los ojos y dijo:
La Reina, sorprendida ante tal confesión, comprendió el dolor de su hija y abrazó a Jade con ternura.
Y cumplió su promesa. Desde ese día, Jade empezó a escaparse a la aldea cada tarde para jugar con sus nuevos amigos. Sus padres contrataron nuevos institutrices y maestros, más flexibles y divertidos.
La palabra sobre la princesa que no quería ser princesa corrió por todo el reino y pronto el castillo se llenó de otras niñas de familias nobles cuyos padres querían una educación menos estricta para sus hijas.
Con el paso de los años, Jade creció hasta convertirse en una sabia y amada reina que cambió las antiguas tradiciones del reino para bien. Pero nunca olvidó la lección más importante: que era posible perseguir sus sueños y ser feliz, sin tener que encajar en el molde que otros eligieran para ella.
MORALEJA:
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personajes fantasticos, un mundo mágico donde todo es posible., magia y aventuras en mundos desconocidos
Editado: 14.12.2023