EL UNICORNIO QUE PERDIÓ SU CUERNO
En lo profundo del Bosque Encantado vivía un joven unicornio llamado Kael. Tenía un pelaje blanco como la nieve y una crin dorada que brillaba con los rayos del sol. Pero lo que más destacaba de Kael era el largo y majestuoso cuerno que sobresalía de su frente, de un color perla con vetas doradas.
El cuerno de Kael no era un cuerno común y corriente. Contenía poderosos hechizos y encantamientos que el unicornio podía conjurar. Con solo concentrar su energía en la punta, una luz de múltiples colores emergía, capaz de realizar magia.
Gracias a su cuerno, Kael podía comunicarse con todas las criaturas del bosque. Sabía dónde encontrar las bayas más dulces y los claros con la hierba más fresca. Con su magia, mantenía el bosque lleno de vida y alegría.
Cada mañana, apenas el sol se asomaba entre los árboles, Kael salía a trotar por los senderos rodeados de flores silvestres. Los pájaros lo saludaban con una dulce melodía, las ardillas se asomaban curiosas entre las ramas y las mariposas de mil colores revoloteaban a su alrededor. Para Kael no había nada mejor que vivir en armonía con la naturaleza.
Una noche, mientras Kael dormía plácidamente entre los helechos, una figura misteriosa se acercó sigilosa hacia él. Envuelta en una capa oscura, solo se alcanzaban a ver sus ojos brillando en la penumbra. Al llegar junto al unicornio, estiró sus largos y huesudos dedos hacia el majestuoso cuerno.
Sus dedos se cerraron alrededor del cuerno y pronunció unas palabras en una lengua extraña y gutural. De inmediato, una oscura energía envolvió el cuerno de Kael. La siniestra figura tiró con fuerza, arrancando el cuerno de su frente con un sonido que hizo eco por todo el bosque.
Kael despertó sobresaltado al sentir un agudo dolor. Al llevarse los cascos a la cabeza, notó con horror que su cuerno había desaparecido. Sólo quedaba un pequeño muñón en su lugar. El unicornio miró desesperado a su alrededor, buscando al culpable, pero la extraña criatura había desaparecido tan rápido como llegó.
Kael trotó rápidamente hacia el arroyo para mirar su reflejo en el agua cristalina. Soltó un fuerte relincho de angustia al ver su frente lisa y desnuda. ¿Cómo podría seguir viviendo en el bosque sin su mágico cuerno? Las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas al pensar que había perdido sus poderes para siempre.
En los días siguientes, Kael intentó realizar todos sus habituales hechizos y conjuros, pero por más que se concentraba, ni una sola chispa brillaba en donde alguna vez estuvo su imponente cuerno. El unicornio se sentía indefenso, triste y con un vacío en su corazón.
Los pájaros y las ardillas ya no se acercaban tanto a él como antes. Las flores empezaron a marchitarse en el prado que siempre mantuvo lleno de vida. Los frutos de los árboles comenzaron a escasear. El bosque, que siempre fue un lugar luminoso y alegre, ahora se sentía oscuro y melancólico.
Kael dejó de salir a trotar todas las mañanas. Ya no tenía ánimos de nada. Se pasaba los días recostado bajo la sombra de un sauce, mirando cómo el otoño comenzaba a transformar su amado bosque. Las otras criaturas mágicas intentaban animarlo, pero él solo quería estar solo. Sin que nadie lo viera, trataba de que todo volviera a la normalidad, probando ideas que se le ocurrian, aunque sin éxito.
Una mañana, cuando la tristeza amenazaba con consumirlo, el viento le trajo una dulce voz que zumbaba una canción.
Kael miró a su alrededor y vio pasar volando a una diminuta hada de brillantes alas azules. Ella le sonrió dulcemente y, con un ágil revoloteo, tocó la frente desnuda del unicornio con su pequeña varita. De inmediato, Kael se sintió reconfortado y esperanzado.
El hada guio a Kael a través de un sendero del bosque que él nunca antes había recorrido. Caminó durante horas, adentrándose cada vez más en una espesa maleza. Cuando el unicornio ya sentía que sus pezuñas no daban más, llegaron a un claro iluminado por los rayos de la luna llena. En el centro había un resplandeciente estanque de aguas cristalinas.
En ese instante, del centro del estanque surgieron unas burbujas que rápidamente se transformaron en un majestuoso cuerno blanco con vetas doradas que brilló intensamente bajo la luz de luna. ¡Era idéntico al cuerno que Kael había perdido!
El unicornio caminó decidido hacia las misteriosas aguas. Conforme se adentraba en el estanque, una energía cálida lo envolvió por completo. Cuando el agua llegó a su cuello, estiró el hocico y tomó el cuerno firmemente entre sus dientes.
Una luz cegadora envolvió todo el claro. Kael sintió el poder recorriendo todo su cuerpo, reparando la herida en su frente. Cuando logró abrir los ojos, el hada revoloteaba a su alrededor, sonriendo emocionada. ¡Había recuperado su cuerno!
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personajes fantasticos, un mundo mágico donde todo es posible., magia y aventuras en mundos desconocidos
Editado: 14.12.2023