Cuentos Infantiles De Fantasia

9. EL ELFO QUE PERDIO SUS ALAS

EL ELFO QUE PERDIO SUS ALAS

Érase una vez, en lo profundo de un bosque encantado, vivía un elfo llamado Alari. A diferencia de los otros elfos, Alari tenía un par de brillantes alas color arcoíris que usaba para volar alto por el cielo.

Cada mañana, Alari despertaba temprano y salía volando para admirar la belleza del bosque desde las alturas. Le encantaba sentir la brisa en su rostro mientras volaba entre las copas de los árboles. Cuando pasaba cerca de las flores, su aroma llegaba hasta él, haciéndolo sonreír.

Un día soleado, Alari se encontraba volando sobre el río que atravesaba el bosque, observando a los peces en el agua cristalina. De pronto, una ráfaga de viento lo tomó por sorpresa. Alari trató de mantener el control, pero el viento era demasiado fuerte. Antes de que pudiera reaccionar, sus alas se desprendieron de su espalda y salieron volando lejos de él.

  • ¡Noooo! ¿Ahora qué voy a hacer sin mis alas? -gritó Alari mientras caía al río. Por suerte, el agua amortiguó su caída y solo se lastimó un poco su pie al tocar fondo.

Triste y desconsolado, Alari nadó hacia la orilla. Se sentó en una roca grande a contemplar el cielo, preguntándose cómo recuperaría sus preciadas alas. Sin ellas, no podría volver a sobrevolar el bosque ni sentir la libertad de volar por los aires.

De pronto, escuchó un susurro que provenía de unos arbustos cercanos.

  • ¿Quién anda ahí? -preguntó Alari, limpiándose las lágrimas.
  • No temas, soy yo, Talasa -respondió una dulce voz. De entre los arbustos emergió una pequeña hada con alas traslúcidas-. Vi lo que te sucedió, pobre Alari.
  • Ay, Talasa, perdí lo que más amaba. Mis alas ya no están conmigo -se lamentó el elfo.
  • No estés triste, mi querido amigo. Ven, acompáñame a mi árbol, seguro encontraremos una solución -dijo Talasa extendiendo su diminuta mano.

Juntos caminaron por el bosque hasta llegar a un gran roble con un hueco en el tronco. La pequeña hada le indicó a Alari que entrara y él tuvo que agacharse para pasar por la diminuta entrada.

Dentro del árbol, había una sala redonda llena de frascos, hierbas y libros polvorientos. En una esquina había un caldero burbujeante sobre brasas ardientes.

  • Bienvenido a mi humilde morada -dijo Talasa-. Siéntate, enseguida vuelvo.

Talasa revoloteó hacia una estantería y regresó cargando un pesado libro. Lo dejó sobre la mesa y comenzó a pasar las páginas llenas de dibujos y símbolos extraños.

  • Veamos ... cara de sapo no. Mm tampoco bigotes de gato ... ¡Ajá, aquí está! -exclamó señalando una página-. Poción crecimiento de alas, esto es justo lo que necesitamos.

Siguiendo las instrucciones del libro, Talasa y Alari trabajaron juntos recolectando los ingredientes y preparando la poción. Luego de unas horas, cuando el brebaje adquirió un tono perlado, Talasa lo sirvió en una taza humeante y se la ofreció a Alari.

  • Bueno, llegó la hora de la verdad. Bebe este té de un solo trago y si la pócima funciona, tus alas comenzarán a crecer de nuevo.

Alari cerró los ojos, pidió un deseo y se tomó la poción. Al principio no sintió nada, pero luego una agradable sensación de cosquilleo invadió su espalda. De pronto, unas pequeñas alas translúcidas comenzaron a brotar justo entre sus omóplatos. Poco a poco fueron creciendo hasta convertirse en un nuevo par de magníficas alas arcoíris.

 

  • ¡Mis alas, han vuelto! Oh, Talasa, ¡muchas gracias! -gritó Alari tomando en su mano a la pequeña hada.
  • No hay de qué, mi amigo. Sabía que podíamos lograrlo -respondió Talasa con una sonrisa.

Sin perder más tiempo, Alari salió corriendo del árbol y desplegó sus alas hacia el cielo. Con un potente aleteo se elevó hacia las nubes, dejando atrás todos sus problemas. Una lágrima de felicidad rodó por su mejilla al sentir de nuevo esa maravillosa sensación de libertad.

Después de dar algunas piruetas y volteretas en el aire, Alari regresó al árbol para agradecerle nuevamente a su nueva amiga Talasa.

  • Muchas gracias por tu ayuda, Talasa. Sin ti, jamás habría recuperado mis alas -dijo Alari con gratitud-. A partir de ahora, valoraré más cada momento que pueda pasar volando por el cielo. Nunca volveré a dar mis alas por sentado.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. La moraleja es: a veces podemos perder algo muy valioso, pero con esperanza, creatividad y la ayuda de los amigos, siempre encontraremos la forma de salir adelante. ¡Nunca te rindas!

 

MORALEJA:

  • A pesar de las dificultades y pérdidas que enfrentamos en la vida, nunca debemos permitir que la esperanza se desvanezca. Con creatividad y la ayuda de familia y amigos, siempre encontraremos soluciones y apoyo para seguir adelante. La perseverancia es crucial, incluso en los momentos más difíciles. Es posible mantener la esperanza en el futuro. ¡Nunca nos rindamos!

 




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