Cuentos mágicos

Mar profundo Capítulo V


Para cuando Ariel emergió sobre las aguas, el alba teñia de tonos iridiscentes, el interminable y poético azul.Los tibios rayos del naciente sol, acariciaron suavemente su rojisima cabellera, haciéndole entrecerrar los ojos de placer.Era una preciosa mañana de primavera que en nada recordaba la terrible tragedia de la víspera y las hambrientas gaviotas recorrían en vano los alrededores esperando encontrar algún despojo que les sirviera de desayuno.

Ariel se dirigió a la orilla donde el día anterior, la muchedumbre indignada y sollozante maldecia y proferia terribles insultos contra los de su especie. Escondida tras una roca cercana, oteo' la distancia mientras aspiraba el aire fresco de la mañana.La playa estaba desierta,y se dispuso a esperar. Se irguio' sobre la roca con un pescado recién cazado que le ayudó a mitigar su hambre.De pronto,un aroma irresistible y desconocido acarició su agudo olfato:el olor de los hombres,al tiempo que un ruido extraño la sobresalto' haciendo que volviera a su escondite.Un galope de caballos se acercaba.Con los ojos desmesuradamente abiertos ,la princesa observaba por vez primera aquellas magníficas bestias de cuatro patas que portaban  sobre sus lomos ricamente enjaezados a hombres y mujeres igualmente elegantes.Un regalo para la vista resultaron aquellas frágiles y a la vez hermosas criaturas que desmontaron sobre la arena.Su piel pálida y rosa,sus rostros tersos y carentes de escamas y sus cálidas sonrisas,le hicieron parecer a Ariel,los seres más bellos del Universo, en nada parecidos a las repugnantes y toscas criaturas marinas a las que estaba acostumbrada, empezando por ella misma.De pronto, otro ruido parecido pero a la vez distinto al galope de los caballos,se aproximaba.Una carroza dorada apareció de repente, y los paseantes de la playa se alinearon a ambos lados haciendo profundas reverencias al desconocido que se aprestaba a bajar del carruaje.

El corazón de Ariel comenzó a latir aceleradamente cuando el recién llegado asomó su cabeza fuera del carruaje.La espera había valido la pena,allí estaba,imponente, varonil y desesperadamente hermoso, el motivo de su desasosiego y sus recientes locuras.El príncipe descendió saludando cortésmente a los presentes que se inclinaban a saludarlo,luego se unió al paseo acercando de vez en cuando un extraño artefacto ante sus ojos con el que escudriñaba atentamente el horizonte.Ariel estaba deslumbrada y casi comete el error de dejarse ver cuando en una ocasión, su imprudencia le hizo levantar un leve chapoteo con el golpe entusiasmado de su cola,llamando momentáneamente la atención de los paseantes.Al filo del mediodía y cuando el astro rey comenzaba a calentar  las doradas capas de la arena, la alegre comitiva  se retiró en sus respectivos transportes, dejando  nitidas huellas  que poco a poco fueron borradas por la marea..

Ariel pasó de la euforia al vacío más melancólico. Había logrado su objetivo, pero ahora quería más, quería ser amada y ser parte de su vida,y para ello estaba dispuesta a renunciar a todo,a su tranquila vida subacuática, a su aspecto,a su familia y amigos. Entonces se trazó un plan: cada día se desplazaba desde su hogar tanto hacia la playa donde paseaban los nobles, como hasta las escarpadas orillas de la aldea de los pescadores. Oculta entre los acrrecifes, estudiaba cada gesto,rutina e idioma de aquellos seres fascinantes, hasta llegar el día en que sus afilados oídos y su melodiosa voz, reproducían con exactitud cada sílaba pronunciada. Con estos valiosos conocimientos, se dirigió una vez más a la cueva de su madrina: _Convierteme en humana_espetó a bocajarro, sin esperar la reacción de la anciana bruja....




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