Cuentos mágicos

Mar profundo Capítulo VI


Esta vez Úrsula cambió por completo su actitud indulgente :

_¡Basta,estoy cansada de tus locuras que traerán la desgracia sobre todos,incluso sobre tu caprichoso amor!,no voy a hacer semejante barbaridad, sirena eres y sirena te quedarás,si continúas con tus delirios, no me quedará de otra que contarle a tu padre aunque me castigue por haberte ayudado a salvar a ese infeliz,sobre mi conciencia no caerá tu sufrimiento si insistes en mezclarte con esa gente que odia a los tuyos!_respondió enfurecida.Ariel enmudecio,conocía de sobra los ataques de cólera de su madrina ,pero nunca la habia visto en ese estado, no con ella que era como su hija.Pero sus sentimientos por el Príncipe pesaban más,y sin pronunciar palabra,se retiró mientras fraguaba un plan para conseguir su propósito con o sin la ayuda de la hechicera.
En lo más profundo del mar, existe una hora determinada, la hora espectral, en ese breve momento, las criaturas que habitan en aquellos abismos insondables, se entregan a una especie de hipnosis, una modorra que les permite descansar y recuperar fuerzas,esa fue la hora en que la princesa se asomó a la entrada de la tenebrosa caverna de Úrsula.Ésta dormitaba con los ojos abiertos, Ariel lo sabía, y como una sombra más, se deslizó hasta el estante de caracolas donde la hechicera guardaba sus pocimas.Los ojos de la sirenita acostumbrados a la oscuridad, fueron leyendo cada uno de los jeroglíficos que identificaban los frascos hasta llegar a uno de jade:"Transformación, tómese inmediatamente después de formular su deseo",se leía nítidamente sobre su superficie verdosa.Ariel tomó el frasco y con el mismo sigilo con que entró,logró salir precipitadamente.

Era de noche en la superficie cuando la joven sirena asomó luego de un escape vertiginoso. El oleaje era intenso y una luna rojiza sobre las aguas oscuras,presagiaban una tragedia a punto de comenzar...
Ariel nado' hacia la playa, el recorrido se le había hecho familiar y en pocos segundos se encontraba frente a las blanquecinas costas.Su respiración estaba agitada,en sus garras apretaba el preciado frasco cuyo contenido cambiaría para siempre su destino.Por un momento flaqueo' y quiso regresar,pero el amor que sentía era tan inmenso como el océano que la rodeaba.Con mucho cuidado destapó el recipiente que brillaba como una luciérnaga bajo los rayos lunares,y de un sorbo apuró aquel líquido espeso y repugnante. Esperó unos segundos pensando en una rápida reacción. Pasó sus afiladas palmas por su rostro húmedo y rugoso. Todo seguía igual.La angustia y la decepción comenzaron a invadirla,cuando de pronto, todo a su alrededor comenzó a darle vueltas, y cayó inconsciente sobre la arena. 
Amanecía, y Ariel yacía completamente desnuda sobre la orilla,pero ya no era la sirena desgarbada y repulsiva que había salido en una huida culpable de su reino en el fondo del mar. En su lugar,una bellísima muchacha, muy joven,se encontraba tendida e inconsciente a plena luz del sol,sobre aquella playa desierta.
Transcurrieron unos instantes,unos maleantes que escapaban con el fruto de sus fechorías, se acercaba riendo estrepitosamente.De lejos avistaron a la preciosa chica desnuda e indefensa y se miraron entre sí con malicia.Mirando a todos lados con cautela,se fueron aproximando poco a poco.La lujuria se reflejaba en sus viciosas pupilas.Cuando estuvieron lo suficientemente cerca de su víctima y se disponían a ultrajarla,un galope de caballos, seguido del restallar de un látigo sobre sus espaldas,los hizo retroceder,aullando de dolor y furia.Frente a ellos, con el ceño fruncido por la cólera y el asco,un grupo de jinetes lidereado por un joven vestido completamente de negro,blandia sus espadas en actitud amenazadora.Los bandidos, viéndose perdidos, se dieron precipitadamente a la fuga,dejando atrás sus bolsas producto  del robo y el pillaje...




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