Cuentos mágicos

Mar profundo Capítulo VII


_¿Los perseguimos señor?_ preguntaron los otros caballeros a su líder, ante la desordenada estampida de los malhechores.

_ No,esos pobres diablos no se atreverán nunca más a cometer robos ni violaciones, saben que llevamos tiempo siguiendolos,y este viaje faltó poco para que los ajusticiaramos aquí mismo_respondió lacónico el muchacho.

_¿y qué hacemos con ella?_ volvieron a preguntar señalando a la desvanecida Ariel, que dormía aún profundamente sin darse por enterada de lo que sucedía a su alrededor.

_Llevemosla al Castillo, el médico la examinará,no sabemos qué tomó que la mantiene inconsciente, pero tirada aquí, en ese estado,sólo será carnada para algún otro depravado.Diciendo esto,se bajó de su cabalgadura,y envolviendo a la princesa en su negra capa,la colocó sobre su montura y tomaron rumbo al Castillo.
Al llegar,tomó a la muchacha entre sus brazos, y se dirigió a una de las recámaras destinadas a los huéspedes, acto seguido mandó a buscar al médico,y a dos o tres damas de la corte.

_Esto es asombroso señor,todo indica que esta joven llevaba horas expuesta a la intemperie, sin embargo, no presenta ni una laceracion,ni signos de deshidratación, todo lo contrario, su organismo está funcionando perfectamente , incluso diría que más fuerte y saludable que el de cualquiera de nosotros_explicó el médico estupefacto, luego de examinar a la princesa que aún se mantenía en estado de letargo.

_Bien,esperemos que despierte y nos explique quien es y de donde viene,tal vez podamos ayudarla a reunirse con sus parientes,si es que los tiene_respondió el joven, que era nada más y nada menos que el príncipe soñado de Ariel.El médico se retiró inclinando la cabeza ,mientras,la sirenita quedaba custodiada por dos de las damas de la corte que observaban su sueño con curiosidad.
Atardecia cuando por fin,Ariel abrió los ojos,miró a su alrededor aturdida,al verse acostada en aquel lecho lujoso y rodeada de rostros expectantes, resoplo' asustada...
Su primer instinto fue ocultarse,rápidamente se llevó las manos al rostro, pero el contacto la sorprendió:era suave,como cuando acariciaba la espuma de las olas al pie de los acantilados.Separó los dedos dejando entrever sus ojos y su mirada choco' accidentalmente contra el enorme espejo adosado a un costado de la habitación.Allí estaba,sorprendida por su reflejo , una deliciosa muñeca con piel de terciopelo, un poco dorada por el sol,con labios ligeramente gruesos color carmín ,largas cejas y pestañas negras como el cielo nocturno.Pero curiosamente, el mar quiso dejar en ella su recuerdo:sus cabellos,antes rojo intenso,habían tomado la suave tonalidad del mar en un amanecer de verano.En tanto,sus ojos conservaban aquel azul acerado herencia de su fallecida madre y orgullo de su anciano y terrible padre.Impresionada,poco a poco retiró sus manos y las observó atentamente: eran pequeñas y un poco alargadas,hechas para la más tierna de las caricias,en sustitución de las filosas garras que en su hogar le servían para cazar y defenderse.
El príncipe y el médico acudieron inmediatamente al llamado de las damas que custodiaban a la princesa.

_¿Cómo te llamas pequeña?_preguntó cariñosamente el doctor.La princesa salió de su absorta autocontemplacion:

_Ariel_respondió de forma automática regocijada de poder entender y hablar todo a la perfección.Por otro lado,su mágica voz de sirena surtió un efecto inmediato. Todos los allí presentes se sintieron  instintivamente inclinados a protegerla y mimarla como a una indefensa criatura sin sospechar por un segundo que se encontraban en presencia de un ejemplar del más peligroso depredador del océano.

_¿De dónde vienes?_volvieron a preguntar con curiosidad

_Del mar_ volvió a responder inocentemente sin apartar la vista ni un segundo de su amado. Ante esta inusual respuesta,todos se miraron intrigados.

_¿dónde están tus padres, tu familia?_preguntó esta vez el príncipe.

 _En el mar_ volvió a responder...




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